El rechazo a la masacre sionista en Gaza es inconsistente si no se respalda explícitamente la resistencia armada que presenta Hamas. Israel se propone ocupar toda la Franja, lo que implica expulsar a la población palestina.
Los bombardeos aéreos y la incursión terrestre de las tropas sionistas en Gaza dejaron un saldo de 650 palestinos muertos, dos tercios civiles y al menos 1.900 niños, 3.300 heridos y 200.000 desplazados. “Para minimizar las bajas entre sus soldados, (las fuerzas israelíes) planchan la zona con aviación y artillería, luego tiran con tanques. Limpian la zona de minas y de posible resistencia antes de avanzar con los blindados y la infantería”, (El País, 18/7). El sionismo se encamina a repetir una masacre de proporciones iguales o superiores a Plomo Fundido, la operación terrestre que en 2009 dejó 1.300 palestinos muertos.
El relato sionista presentó a la invasión terrestre acotada a los túneles fronterizos con Israel, pero en pocas horas sus tropas se adentraron en un territorio mucho más amplio, ahora con el pretexto de que los cohetes están escondidos en las viviendas. El ejército se ha introducido en los barrios más poblados de Gaza, tirando a mansalva. “Más de un centenar de los objetivos alcanzados estaban en el barrio de Shayahia del este de la Capital de Gaza.” (Al Monitor, 22/7). Shayahia ha sido definida como una plaza fuerte militar de Hamas.
Plan premeditado
Esta política militar es parte de un plan estratégico que apunta a consumar la expulsión de la población palestina de Cisjordania y Gaza e incluso de la que habita en Israel. Ahron Bregman, ex soldado israelí y ahora profesor del King’s College de Londres, autor de una historia de Israel y los territorios ocupados, “desenmascara la administración brutal que se oculta detrás de la pretensión de ‘una ocupación iluminista’. Recuerda cómo luego de la conquista de 1967, el gobierno de Israel trasladó en camiones a un cuarto de la población de Gaza hacia Jordania; cómo la celebrada política de Moshe Dayan, ‘Puentes Abiertos’, la que dio un respiro a los palestinos tras la ocupación y la posibilidad de viajar a Jordania, fue para muchos una vía de sentido único; cómo los Altos del Golán fueron vaciados de sus 138.000 habitantes, con excepción de algunos miles de drusos. Cuanta más población desplazaba Israel, mayor era la tierra que quedaba disponible para la colonización judía” (The Economist, 12/7). El régimen sionista no admite ni siquiera la creación de un Estado palestino bajo su tutela económica, militar y política -una suerte de bantustán como en la época del apartheid en Sudáfrica.
Antes de que se intensificara el lanzamiento de cohetes por Hamas, Gaza era sometida a un asedio económico y militar: “La economía de Gaza está en un estado de guerra permanente”. Las operaciones militares de 2009 y 2012 hicieron desaparecer 1.700 locales comerciales e industriales. “Desde el enclave, partían cada día 110 camiones cargados de productos antes del comienzo del bloqueo.
Pero a partir de 2007, prácticamente ningún bien sale de allí, causando pérdidas de 50 millones de dólares por día” (Ámbito, 22/7). Los túneles en las fronteras de Gaza con Egipto eran los únicos contactos con el exterior. Medio millón de colonos israelíes habitan Cisjordania y las zonas “C” (territorios bajo estricto control israelí), ocupando el 60% del territorio total cisjordano.
Contrarrevolución en Medio Oriente
La incursión en Gaza fue aprobada por todo el gabinete israelí, y goza del apoyo político de la oposición. Los ministros Bennet y Lieberman impulsan una ocupación completa de la Franja, lo cual significa expulsar a su población.
El ataque a Gaza está fuertemente vinculado con el golpe militar en Egipto, el cual ha sido esencialmente una operación norteamericano-sionista. Se descartó, de este modo, la posibilidad de un desarrollo ‘a la turca’, donde los islamistas han establecido un control político funcional a la estrategia medio-oriental del imperialismo. La instauración de la dictadura militar egipcia no fue denunciada tampoco por Irán, y no porque el islamismo egipcio fuera sunnita sino en función de un acuerdo con Estados Unidos en materia nuclear y para apoyar a los regímenes de Afganistán e Irak, y también como escudo a la posición rusa sobre Ucrania. Llama la atención la ausencia de apoyo de Hizbolá a la resistencia militar de Hamas. La inacción de Hizbolá contrasta con lo ocurrido en 2009, cuando la organización shiita abrió un frente militar contra el sionismo en apoyo a los palestinos.
Hamas: el derecho a la resistencia armada
Hamas ha repetido que aspiraba a un Estado palestino al lado del sionista y, hace unos meses, promovió un gobierno de unidad nacional con la Autoridad Palestina, la cual cuenta con el apoyo de Israel, Estados Unidos y la Unión Europea; es financiada, en parte, por el reino de Qatar. De ningún modo puede afirmarse que sea una fuerza revolucionaria en el Medio Oriente.
Hamas ha respondido a la agresión sionista con las armas; no solamente disparando cohetes de precisión incierta sino ofreciendo combate a las tropas invasoras. “La batalla de Shayahia -informa Le Monde (22/7)- marcó la primera confrontación en una zona urbana densamente poblada”. Esto indica una respuesta a la invasión mediante métodos de guerrilla. La población gazatí apoya resueltamente la resistencia armada, su último recurso.
Como en los antecedentes históricos más gloriosos, Hamas ha construido una red de túneles en dirección a Egipto y a Israel, de un lado para enfrentar el bloqueo económico total, pero también para poder hacer frente a una agresión militar sobre el terreno -incluso llevando la lucha armada de guerrilla al territorio sionista. “Dos tentativas nuevas de infiltración de combatientes palestinos desde túneles que ligan la Franja de Gaza con Israel, fueron rechazados” (Le Monde), con bajas en ambos bandos. Que “la entrada de los túneles se encuentr(e) en viviendas y edificaciones agrícolas”, como denuncia un servicio israelí, es una prueba del carácter popular de la resistencia armada. No es admisible ninguna propuesta de ‘paz’ que vulnere el derecho de palestinos y gazatíes a la lucha armada contra la opresión, la matanza, el ultraje y la libertad nacional. No es la ‘paz’ lo que ofrece, sin embargo, el sionismo, el cual reafirma que “el mejor método es buscar la entrada de los túneles efectuando requisiciones en el suelo en los inmuebles sospechados” (Le Monde), mediante uso de perros y robots. Esto deja planteada una guerra de guerrillas contra la tropa sionista.
La lucha internacional contra la masacre que perpetra el sionismo sería inconsecuente si no apoya la resistencia armada de Hamas y a la guerrilla palestina.
Pablo Heller