Los compañeros de la autopartista Lear están librando una lucha titánica por la reincorporación de 200 trabajadores despedidos.
Enfrentan un bloque común entre el gobierno, la burocracia y la patronal yanqui.
Pignanelli, el jerarca del Smata, ha llegado al extremo de secuestrar a los trabajadores de la fábrica y forzar una asamblea fraudulenta, con la intención de revocar el mandato de su combativa comisión interna.
Pero la lucha de los trabajadores de Lear sigue en pie, a fuerza de bloqueos, piquetes y movilizaciones.
El conflicto entra en su quinta semana, rodeado del apoyo activo de los trabajadores de la zona y de las organizaciones de izquierda.
La gran lucha de Lear resume la batalla crucial que la clase obrera está dando contra las suspensiones y despidos.
Pero la batalla de la clase obrera se libra también en otros frentes.
En la lucha por el salario y la reapertura de las paritarias, encabezada por los docentes bonaerenses, salteños y de Río Negro, que han resuelto no iniciar las clases.
Crece también el movimiento contra el impuesto al salario, que es ya un reclamo nacional.
Mientras tanto, la burocracia sindical de todos los colores sigue deshojando la margarita en torno de una medida de fuerza nacional que hasta hoy no tiene fecha.
Los Moyano, los Caló y los Barrionuevo están subordinados al ajuste.
Los triunfos obreros logrados hasta ahora se consiguieron desafiando y derrotando el cepo de la burocracia sindical.
Impulsemos un paro activo nacional -que debería ser de 36 horas- por la prohibición de despidos y suspensiones, por la abolición del impuesto al salario, por un aumento de 3.600 pesos para jubilados y trabajadores, por el repudio de la deuda con los fondos buitre y del conjunto de la deuda externa, y para que Lear y todas las luchas en curso lleguen a la victoria.
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