martes, 29 de octubre de 2013

El ascenso de la izquierda


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En el lapso de apenas dos años, el Frente de Izquierda pasó de medio millón de votos a casi un millón y medio, un crecimiento del 200 por ciento. Acabamos de conquistar el ingreso de un bloque de cuatro diputados nacionales y la instalación en numerosas legislaturas y concejos deliberantes. No lo logramos en calidad de fuerza democratizante, sino de frente revolucionario. En el piso superior de estos resultados, hemos derrotado en forma amplia al peronismo en la capital de Salta y establecido un empate a nivel de la provincia. Entre las Paso nacionales y las provinciales, hemos avanzado un 30 por ciento, y entre éstas y las finales otro 30 por ciento -con un salto inédito en el interior de la provincia. En el cuadro del desmoronamiento del peronismo en cuanto movimiento popular, estos resultados nos postulan como candidatos a desarrollar un nuevo movimiento popular en Argentina de carácter obrero y socialista. Se ha manifestado una rebelión popular que ha tenido como escenario la conciencia del proletariado más activo y de numerosos estratos medios. En la inmensa mayoría de las concentraciones obreras, duplicamos y triplicamos los promedios electorales obtenidos en los distritos. La consecuencia política más directa de estos resultados deberá ser un salto de calidad en el desarrollo del movimiento obrero. La política revolucionaria en el campo electoral se fusiona, de este modo, con el movimiento real de las clases explotadas. El domingo pasado se ha puesto de manifiesto la importancia de una estrategia y de un método. La unidad de la concepción política con el desarrollo práctico es la conquista fundamental de la experiencia que estamos atravesando. De aquí en más, esta praxis política deberá corporizarse en la unidad entre la acción parlamentaria de propaganda, por un lado, en una etapa de transición política (o sea, convulsiva) y la fusión de la izquierda revolucionaria con el movimiento obrero. El parlamentarismo, integrado a la totalidad de la propaganda socialista, deberá servir al desarrollo de la conciencia política de la clase obrera y a la educación revolucionaria de nuestros parlamentarios, en especial los más jóvenes, como tribunos y cuadros realmente socialistas.
Hemos consagrado un bloque de tres diputados del Frente de Izquierda en el Congreso Nacional, el cual se ampliará a cuatro cuando derrotemos el fraude escandaloso en Córdoba. Además, hemos quedado con legisladores en siete provincias. En distritos donde no se elegían cargos provinciales -como Neuquén, Santa Cruz o Río Negro-, nuestro crecimiento fue también notable. En la capital del Chaco, nuestra votación ha superado el 10% o más, pero si no hemos impuesto un diputado provincial, fue por el fraude descarado del oficialismo en el interior provincial. En Jujuy disputaremos, en el escrutinio definitivo, el ingreso de uno o dos legisladores provinciales. En la Ciudad de Buenos Aires crecimos, en relación con las Paso, un 35% y conquistado un representante en la Legislatura. La derrota política parcial que implica no haber logrado el diputado nacional en este distrito, con toda su importancia, no modifica la curva del gran ascenso político de la izquierda revolucionaria.
Los resultados electorales zanjan la disputa entre la izquierda revolucionaria y la democratizante en el terreno preferido por ésta: las urnas. Por eso, su derrota es catastrófica. No solamente han quedado expuestas las diferencias de objetivos estratégicos y de métodos, sino también la contraposición completa de caracterizaciones sobre la naturaleza y alcances de la crisis mundial. En oposición a las recetas rutinarias del reformismo legislativo, ofrecimos al electorado una caracterización elaborada de esta crisis y sus perspectivas catastróficas en el plano económico-social, político e internacional. El catastrofismo sirvió para sustentar una pedagogía política, simplemente porque arma al pueblo para enfrentar mejor las consecuencias del derrumbe del capital.
Más que un agotamiento del kirchnerismo
El resultado electoral ha reforzado el agotamiento del kirchnerismo, que arranca en 2007, atraviesa vaivenes, y se expresa ahora en todas sus determinaciones. En la provincia de Buenos Aires, la “madre de todas las batallas”, el bloque K pierde 15 puntos. En la Ciudad de Buenos Aires, Filmus colgó los guantes. En Santa Fe y Córdoba, los K quedaron terceros. El segundo lugar de Mendoza no es siquiera un premio consuelo: los superó por lejos el “destituyente” Cobos y el Frente de Izquierda les quitó la segunda banca de diputados. En Santa Cruz, fueron nuevamente derrotados. En sólo dos años, el oficialismo perdió más de cuatro millones de votos. Desde estas páginas advertimos la tendencia a este derrumbe, el mismo día en que CFK y Scioli festejaban el famoso 54 por ciento. El alejamiento de la Presidenta, por razones de salud puso en evidencia, sin maquillajes, el carácter faccioso del núcleo interno del gobierno. La enfermedad fue utilizada de manera concertada para apurar el arreglo del pago de una parte la deuda externa en litigio y pedir un rescate internacional del Banco Central menguado de reservas.
La transición política que se ha abierto se caracteriza, antes que nada, por la crisis financiera, con todas sus consecuencias para los llamados ‘planes sociales’ y la aplicación forzada de un ‘ajuste’. La pelea entre las camarillas K se nutre del naufragio de la improvisación económica aplicada hasta el presente. El Frente de Izquierda debe hacer frente a una transición del régimen vigente -la cual es, por naturaleza, una etapa de crisis de todo orden y de agitación en los medios populares. Se anuncia un parlamentarismo ‘caliente’; con independencia de su mediocridad, en el cual el Congreso será forzado a participar del arbitraje político. El bonapartismo ejecutivo tiende a cero.
La oposición
La llamada oposición es un conglomerado de tribus que se nutren del naufragio oficial. Deja en evidencia que la crisis política representa el agotamiento de toda la etapa democratizante iniciada en el ’83, la que ha pulverizado a los llamados partidos tradicionales. Como acostumbran a decir algunos, “es parte del problema, no la solución”. La acicatea el cambio de frente de la burguesía nacional, que busca revalorizar, por medio de una devaluación, los capitales que ha fugado y que quiere sacarse de encima el sistema de regulaciones montado por el kirchnerismo, el cual ya no sirve para nada. La especulación de que de todo esto salga ‘un nuevo peronismo’, armado por internas abiertas, se salta la crisis que deberá encontrar un desenlace, antes de 2015, en la transición que se ha iniciado. Ha esto debería añadirse el empequeñecimiento de la burocracia sindical, completamente descompuesta, que se marginalizó a sí misma en la competencia electoral reciente. En resumen, el Frente de Izquierda da un gran paso adelante como fuerza popular en una etapa de crisis de régimen en todos sus aspectos. El Manifiesto Político, que lanzó en las vísperas de las elecciones, define la dirección política e intelectual que quiere imprimir al movimiento obrero frente a una crisis de conjunto. Los apetitos presidenciales, que los candidatos que creen haber triunfado han expuesto antes de que se acabe el conteo de votos, es una fuga hacia la nada.
Ajuste y Frente de Izquierda
El millón y medio de votos del Frente de Izquierda es una advertencia del movimiento popular a la burguesía contra la aplicación de un ajuste. Esta caracterización, que hemos repetido durante la campaña electoral, ha sido recogida por uno de los principales comentaristas políticos. El lunes mismo, Carlos Pagni, justifica su opinión, tanto en La Nación como en su programa de televisión, de que el gobierno no aplicará las recetas que en forma creciente agitan los voceros del capitalismo, por el temor a la reacción popular que anticipa la alta votación obtenida por el Frente de Izquierda. Es decir que se ha perdido la confianza de antaño en que las rebeliones populares podían contenerse o desviarse por la ausencia de una canal o dirección política antagónica.
De esto se trata, precisamente.

Jorge Altamira y Gabriel Solano


jueves, 17 de octubre de 2013

El 27, FRENTE DE IZQUIERDA

Necesitamos, más que nunca, al Frente de Izquierda en el Congreso”.
Así cerraban nuestros spots en la campaña electoral de agosto.
Si ello valía hace dos meses atrás, ¿qué tenemos que decir ahora?
Después de haber acusado a sus opositores de “ajustadores” y “devaluadores”, el gobierno se ha abrazado a la agenda de ellos.
La carga de la deuda externa se refuerza en favor de los especuladores.
Los pulpos petroleros y la patria contratista gozan de una devaluación de hecho.
Después de octubre, el giro que saludan los banqueros será pagado por los trabajadores.
Los Massa o Lousteau, de un lado, o los K, por el otro, refuerzan las chicanas electorales.
Pero coinciden en una cuestión de fondo: endosarle a los trabajadores el fardo de esta crisis.
A la luz de lo anterior, se impone la siguiente pregunta: en el Congreso que se viene, ¿quién va a plantear, en cambio, que la crisis la tienen que pagar los capitalistas?
¿Quiénes van a levantar la agenda del salario mínimo igual al costo de la canasta familiar, del 82% móvil, de la abolición definitiva del impuesto al salario?
La respuesta es clara: sólo lo hará un bloque de diputados del Frente de Izquierda.
El 27, danos tu voto.

El desafío del 27



frente de izquierda candidatos
Vamos a la semana final de la campaña electoral en medio de importantes signos de un ascenso del Frente de Izquierda, en términos de reagrupamiento y de expectativas electorales. Acercándonos al día de la votación, las mesas callejeras y las recorridas por lugares de trabajo han retomado el nivel de interés y simpatía que recogimos en las vísperas de las Paso, pero en muchos casos las superan. En Capital y Buenos Aires, las actividades en hospitales, reparticiones y universidades ‘destapan’ a un activismo vivamente interesado en sumarse a la lucha por el voto. En el interior del país, las expresiones de ascenso se extienden a nuevas provincias. Algunos medios de prensa ubican al PO de Santa Cruz arrimando al tercer lugar de la elección, que en agosto ocupó el actual gobernador Peralta. En Jujuy se consolida una intención de voto cercana a la de agosto, que nos coloca firmemente en la pelea por el ingreso a la Legislatura provincial. Naturalmente, el PO de Salta sale de la elección provincial con fuertes aspiraciones para consagrar a Pablo López como diputado nacional. En Mendoza estamos en esa pelea, junto a la lucha por llegar a la Legislatura y varias concejalías. La lista se completa con Buenos Aires, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires.
El gobierno 
y la agenda de la oposición
En nuestra caracterización de este proceso electoral insistimos, hace mucho tiempo, en una crisis conjunta del gobierno y la oposición tradicional -ello, como resultado del agotamiento del régimen de emergencia montado como salida a la bancarrota capitalista y la rebelión popular de 2001/2002. En vísperas de las elecciones, esa ‘crisis conjunta’ ha aflorado con intensidad. Por un lado, la ausencia temporal de la presidenta desnudó todas las contradicciones del régimen de poder personal: uno de sus principales candidatos, Cabandié, acaba de ser fagocitado por una guerra de camarillas oficiales, que tiene a la gendarmería de Berni y Proyecto X del otro lado del mostrador. Pero la enfermedad presidencial sólo le aplicó un nuevo golpe al debilitado arbitraje presidencial, después de la derrota de las Paso y del pasaje creciente de punteros e intendentes al campo del poskirchnerismo.
Por el lado de los opositores, la descomposición de los aparatos de “seguridad” -un rasgo inconfundible de una crisis de régimen- ha desatado crisis políticas en sus dos principales bastiones provinciales. En la Santa Fe de Binner -gobernada por el Frente Progresista y el Unen- y en la Córdoba del pejotismo que ha abandonado el barco oficial.
La vacuidad de los “debates” preelectorales disimula, entre chicanas, las coincidencias de fondo entre oficialistas y opositores. Es que el gobierno del “desendeudamiento”, en las puertas de una nueva crisis de deuda, ha resuelto seguir la receta de los Massa, Redrado o Prat Gay: arrojarse a los brazos del Banco Mundial, en busca de abrir un nuevo ciclo de endeudamiento.
La desintegración oficial acentuará el papel del Congreso en la cuestión crucial de la próxima etapa, a saber: qué clase social asumirá el costo de esta nueva quiebra nacional.
La izquierda al Congreso
Una maciza votación al Frente de Izquierda el 27 tiene, en este cuadro, un significado preciso: dejará en claro que la declinación del kirchnerismo no tiene como única salida a los “Capriles” argentinos, y que, en cambio, se ha fisonomizado una izquierda combativa y anticapitalista como alternativa. Ello se expresaría, con toda su fuerza, si consagramos un bloque de diputados del Frente de Izquierda. Antes que nada, este señalamiento vale para la conquista del voto en estos días cruciales.
Junto a la batalla física y personal por el voto, los próximos días nos plantean dos fuertes tareas.
En primer lugar, las movilizaciones y actos por un nuevo aniversario del asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra, en el momento en que se intensifican las maniobras para aminorar las penas de Pedraza y su patota. Iremos a los tribunales con esta advertencia el viernes 18, y recordaremos a Mariano el mismo 20 en las calles de Barracas.
En segundo término, es necesario organizar, con una convocatoria y un rigor inusitados, la fiscalización de la elección, para que los votos alcanzados no nos sean birlados por la vía del fraude.
Con esta comprensión, nos metemos con todo en esta semana decisiva.

jueves, 3 de octubre de 2013

LA RECTA FINAL



conferencia de prensa fit octubre 2013 (1)
El Frente de Izquierda ingresó en la recta final de su campaña.
Presentamos nuestro manifiesto político-electoral y los primeros spots televisivos.
En ellos, desfilan las grandes cuestiones de la agenda popular.
La lucha por un salario mínimo que cubra el costo de la canasta familiar -hoy de 8.500 pesos, en un país donde en promedio se gana la mitad.
La batalla contra el trabajo precario y tercerizado, y para que la sangría de la deuda externa deje de llevarse los recursos de los jubilados, la educación y la salud.
En el telón de fondo de esta campaña, avanza una crisis que los trabajadores ya están pagando con impuestazos, carestía e incluso suspensiones.
Después de diez años de rescatar a banqueros y privatizadores, el “modelo” y sus opositores quieren otro rescate que favorezca esos mismos intereses.
La gran pregunta vuelve a ser: ¿quién va a pagar la crisis?
Detrás de las peleas de campaña, el kirchnerismo y la oposición tradicional ocultan una coincidencia de fondo: trasladarle los platos rotos a las masas después de octubre, através de una devaluación y un ajuste.
De cara a lo que se viene, ¡el voto al Frente de Izquierda tiene una importancia crucial!
Una sólida votación a la izquierda será el mayor pronunciamiento -y la mayor advertencia- contra ese ajuste. Y para que la crisis la paguen los capitalistas.
Un nuevo salto -a partir del millón de votos alcanzados en agosto- colocará en el Congreso una bancada del Frente de Izquierda.
Para defender la misma agenda que hoy presentamos ante millones de trabajadores:
• Salario igual a la canasta familiar;
• Derogación definitiva del impuesto al salario;
• 82% móvil para los jubilados. La Anses dirigida por trabajadores y jubilados electos;
• Terminar con la precarización laboral, a través de comisiones obreras electas en los lugares de trabajo.
• No pago de la deuda externa usuraria.
 ¡Vamos con el Frente de Izquierda!