En su visita a España, la Presidenta criticó “las recetas recesivas” en Europa, pero no mencionó que acaba de votar, en el FMI, a favor del ajuste para Grecia (ver Prensa Obrera Nº 1.129). Pero antes de salir para Europa, la Presidenta ya sabía que la crisis mundial estaba golpeando de nuevo a Argentina –luego de la salida de 40 mil millones de dólares que se produjo entre mediados de 2007 y finales de 2009, y de la caída del 4% del producto interno en 2009. Es mentira que Argentina sorteará la crisis que se manifiesta en Europa, que es el segundo comprador de las exportaciones nacionales. Menos aún cuando a esa crisis ya se ha incorporado Brasil, el primer mercado extranjero de la producción argentina, cuya Bolsa se ha derrumbado en la última semana.
“Canje” inútil
Estos acontecimientos golpearon a la baja a los bonos de la deuda pública de Argentina que, de este modo, quedaron en una posición aún más vulnerable que los títulos de Grecia –que ya no tienen compradores en el mercado mundial. Es así que dejó tambaleando el nuevo canje de deuda con el que los K pretenden reanudar el endeudamiento nacional y, por esta vía, dar oxígeno a un supuesto plan de reactivación. El gobierno tuvo que resignar la pretensión de que los bancos que gestionan el canje consigan un préstamo inmediato por mil millones de dólares. Pero hasta el propio canje podría concluir en un fracaso –y con esto la intención de cerrar un acuerdo con el Club de París.
Adicionalmente, la crisis europea está por voltear los precios internacionales del petróleo o los cereales, sobre los que se basa el pronóstico de un superávit comercial elevado.
Desesperación
Todo este nuevo panorama explica la acentuación de las medidas de protección contra la producción extranjera adoptadas en las últimas semanas. El derrumbe del euro y la caída del real describen una perspectiva de guerra comercial. Pero Argentina no puede devaluar el peso sin desatar el peligro de la hiperinflación. Del mismo modo, las devaluaciones del euro y del real postergan por tiempo indefinido la posibilidad de que China revalorice su moneda, el yuan, y facilite de este modo las ventas de Argentina. Al revés: China se ha puesto a la cabeza del pelotón que busca derribar los precios internacionales de las materias primas que adquiere, y además industrializar en su país los productos que se elaboran con esas materias primas. Mientras Kirchner y Macri pelean por endilgarse la copa del mundo del espionaje y la conspiración, la crisis mundial le mueve el piso a los dos –como una danza en el Titanic. Solamente en las últimas dos semanas, Brasil ha visto como se le evaporaban 12 mil millones de dólares de sus reservas como consecuencia de la fuga de capitales. Los K deberían poner sus barbas en remojo.
La clase obrera frente al Bicentenario
La clase obrera no celebra el Bicentenario con slogans patrioteros sino con una vigorosa lucha sindical. La pelea de las fábricas de la Alimentación de Córdoba ha desarrollado un nuevo foco de reagrupamiento independiente de los trabajadores. La transición histórica del régimen de sindicalismo estatizado, por medio de una burocracia, hacia un sindicalismo de clase va ganado nuevos espacios sociales y geográficos –y, por supuesto, nuevos reclutas.
Lo ocurrido en los últimos meses en la Alimentación se va a reproducir entre los trabajadores de Supermercados y, dentro de poco, entre los trabajadores de Smata y de nuevo en metalúrgicos. El 25 de Mayo de 1810 fue un producto distorsionado y manipulado de los grandes levantamientos que acogieron a las Invasiones Inglesas –y del otro lado del océano, del levantamiento nacional español del 2 de Mayo de 1808. La irrupción nacional en las Provincias Unidas estuvo determinada por una crisis mundial excepcional y por la aparición de situaciones revolucionarias en las colonias americanas y en la metrópoli española. A doscientos años de distancia, nos enfrentamos a una crisis mundial un millón de veces más grande y al desarrollo de luchas populares y crisis políticas que conducen a situaciones revolucionarias. El lugar del pueblo raso, a principios del siglo XIX, lo debe ocupar el proletariado. Los focos de lucha clasista que se desarrollan en el país deben servir para colocar a la clase obrera a la cabeza de una nueva revolución –que para ser auténticamente nacional deberá tener un carácter socialista. Una revolución que ponga en pie una Federación socialista de América Latina y se proyecte hacia una República Socialista internacional.
Jorge Altamira
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