jueves, 9 de julio de 2009

UNA CLOACA

No se había secado la tinta de nuestra denuncia en Prensa Obrera de que la “campaña política” del PTS en Villa Constitución no era contra las patronales sino contra una de las grandes luchadoras del conflicto de Paraná Metal, cuando el PTS vuelve a atacarla. Esta vez, en un acto de miseria política incalificable.
Usando como señuelo a una militante del PTS disfrazada de periodista de la TEA (alertamos de paso a esa institución que esta secta utiliza su nombre como campo de todo tipo de intrigas en sus reportajes), se le formularon a Sandra preguntas semi-truchas donde le recuerdan un pasaje de su vida donde militó en Pro-vida, una organización que se pronuncia contra el aborto.
De ahí, la secta del PTS arma su segundo ataque de “campaña”: un ataque contra el Partido Obrero “demostrando” nada menos que el “carácter anti abortista” de nuestro partido y hasta en la mente de alguna delirante se desliza –por otra de las grandes cloacas de la Argentina, Indymedia– la “necesidad” de que Sandra renuncie a la candidatura de la única lista de la izquierda revolucionaria en Villa Constitución.
El ataque por las ideas pasadas de una trabajadora, además de ser una inmensa canallada, significa desconocer la figura de una mujer que ha sido, y es, símbolo de la resistencia obrera y de la resistencia de la mujer dentro de la lucha de los trabajadores en Paraná Metal. La “denuncia” del PTS se transforma así en un insulto a todas las mujeres que tanto dicen defender –y también a los trabajadores.
El problema del derecho al aborto es un viejo debate del movimiento obrero mundial. La Primera Internacional no lo defendía por entendibles razones, pues al defender el comunismo y luchar por tirar abajo la sociedad capitalista entendía como necesaria e imprescindible la libertad de tenencia de los hijos que se quisieran tener.
Las demás internacionales fueron tomando, revalorizando y profundizando el problema de la mujer (pero no plantearon el derecho al aborto); finalmente, la Cuarta y nosotros, los internacionalistas, defendemos el derecho al aborto en los términos de que en esta sociedad capitalista es necesario defender: el aborto legal para no morir y los anticonceptivos para no abortar.
Hemos escrito ríos de tinta sobre la posición del Partido Obrero al respecto. Hay manifiestos de nuestra organización –el Plenario de Trabajadoras–, volantes, declaraciones y miles de espacios en nuestro periódico sobre el tema.
Pero para que verdaderamente se escandalice el PTS y, por lo tanto, siga con su “campaña”: el Partido Obrero defiende el derecho de Sandra a mantener, no sólo en el pasado, sino también en el presente, una posición personal que cuestione el aborto, aceptando integrar un partido que lucha por ese derecho. Con la metodología de secta del PTS, la masa de los obreros argentinos jamás se acercaría a un partido revolucionario.
El ataque a Sandra pone de manifiesto una cuestión adicional: la inmensa farsa de la convocatoria del PTS a formar un “partido de trabajadores”, que excluye a los miles y miles de luchadores como Sandra.
Para el Partido Obrero la incorporación de una trabajadora, esposa de un metalúrgico, golpeada por la vida, con un hijo discapacitado y toda la carga emocional que esto significa, a la asimilación de las ideas revolucionarias, es un proceso a lo largo de la vida y de sus propias y riquísimas experiencias de lucha. Tenemos todo el tiempo del mundo para zanjar esta diferencia sobre la base de esas experiencias y de la lucha en común.
El trasfondo ideológico del debate del derecho al aborto tiene que ver con la influencia de la religión sobre la clase obrera. Una parte muy importante de los trabajadores que se incorporan al PO creen en Dios, fueron bautizados, han hecho la comunión, seguramente muchos de ellos se han casado por la iglesia y no le pedimos el ADN para su incorporación. Luchamos, sí, a partir de aquí, para elevar su conciencia de clase, transformarla en socialista y desarrollar una concepción científica (y no turística) del mundo.
Defendemos los derechos de independencia de pensamiento de ellos, por lo tanto también de Sandra. Nos enorgullece su candidatura a la que, repetimos (compañeras de Pan y Rosas): hay que llamar a votar a Sandra, pues la lista encabezada por Sandra es la única verdadera oposición de clase a los partidos patronales de Villa Constitución, por lo tanto la única que defenderá sin claudicación alguna, como lo hizo en la lucha de Paraná Metal, los derechos de la mujer. Todo lo demás son elucubraciones de una secta que no defiende los derechos de la mujer. Sólo arrastra penosamente su propia existencia.

Juan Ferro

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