¿Fin del bloqueo a Cuba?
Hace bastante tiempo que se encuentra en marcha un operativo internacional para levantar el veto político de los Estados Unidos contra Cuba. Tuvo traducciones concretas desde el primer gobierno de Clinton (principios de los '90) y no dejó de progresar, debajo de la superficie, durante el gobierno de Bush -en especial cuando el gobierno de Lula puso el tema en la agenda con el respaldo de sectores fundamentales del ‘establishment' norteamericano, a los cuales excita la perspectiva de producir etanol (bio-combustibles) a partir de la caña de azúcar de Cuba, con el apoyo de Brasil. La integración política de Cuba al sistema internacional de Estados se ha producido, hay que aclararlo, hace ya bastante tiempo, pero enfrentaba una ‘anomalía' de peso con el bloqueo económico y la hostilidad política del imperialismo yanqui. La llamada ‘normalización' de las relaciones con Cuba ofrecía una gran oportunidad económica para el capital norteamericano, pues podría convertirla en otra China o Vietnam a solamente 90 millas del principal mercado del mundo. Cuba tiene una fuerza de trabajo altamente formada, al menos en ciertas ramas de la producción y de la tecnología, que se cotiza a uno de los precios más bajos en el mercado mundial.
"Guerra fría" y crisis mundial
Un ala de los abogados de la ‘normalización' (Juan Gabriel Tokatlian) alega que es hora de poner fin en América Latina a la ‘guerra fría', que cesó hace ya veinte años en el resto del mundo con la disolución de la Unión Soviética y la absorción de Alemania del este por el Estado germano occidental. El paquete supone, en este enfoque, un objetivo más general, que permitiría terminar con la guerra en Colombia y cambiar la confrontación con la Venezuela bolivariana. Se trata, sin embargo, de una posición que llega tarde. Ocurre que el panorama mundial ha cambiado en forma más o menos radical desde aquellos ‘viejos' tiempos. El mundo ya no se encuentra en la situación en que las trompetas de la ‘sociedad de consumo' abatían el muro de Berlín del ‘racionamiento'; por el contrario, los cañones de la crisis capitalista mundial amenazan con llevar a los ex ‘países socialistas' a situaciones de convulsión y revoluciones, las cuales, a término, podrán cuestionar la propia restauración capitalista.
Luego de dos décadas en que una guerra ha llevado a la otra, el imperialismo se encuentra empantanado en el plano político-militar en Asia (y hasta más allá), pero sobre todo quebrado económicamente. El ‘unilateralismo' se ve forzado a dar paso a la ‘multilateralidad' para salvar las papas, o dicho de otro modo, el imperialismo norteamericano extorsiona al conjunto de las potencias capitalistas para que se sumen al rescate (económico e internacional) de los Estados Unidos, para evitar ser arrastradas ellas mismas al derrumbe. Obama va a Trinidad y Tobago, el próximo fin de semana, a buscar un ‘concierto' con los gobernantes patronales de América Latina, para ‘gestionar' la salida al enfrentamiento con Cuba y a la violenta crisis social y política que enfrenta América Latina. Es que este ‘anacronismo' conspira contra la política mundial del capital para hacer frente a la bancarrota mundial, por un lado, y a la emergencia de situaciones revolucionarias, por el otro. Los socios en esta empresa acaban de verse las caras en Londres, en la reunión del G-20, donde los Calderón, los Lula y los Kirchner no tuvieron otra salida que dar su apoyo a la resurrección del FMI.
¡Qué viraje ‘radical' frente a la agenda "contra la globalización" que estos mismos personajes protagonizaron hace tres años en Mar del Plata, en otra Cumbre de las Américas!
Foro de Sao Paulo
El frente político que pretende hacerse cargo de esta ‘reconciliación internacional' tiene recorrido un camino muy largo. Bastaría con señalar que ya se encontraba en actividad cuando todos sus integrantes revestían como opositores a sus gobiernos y se agrupaban en el Foro de Sao Paulo, la entidad de izquierdistas formada en 1990. Las ex guerrillas, en Centroamérica, se habían reconvertido a la ‘pacificación democrática', mientras el resto buscaba sondear las señales que debía ofrecer para que el imperialismo yanqui tolerara su llegada al gobierno. Ya en aquel entonces Lula era el piloto de pruebas de la operación, intercambiando opiniones con Fidel Castro, más la compañía de ruta de varios otros, en especial el fallecido Shafik Handal, dirigente del PC de El Salvador, criticado en una reunión del Foro (1994), en La Habana, por estar ‘exagerando' sus contactos con el partido demócrata de Estados Unidos. Un poco más tarde, el presidente de la Bolsa de Nueva York se reunía en la selva con el guerrillero Marulanda, para estudiar un plan de sustitución de la coca en el agro colombiano.
El largo período bushista no canceló estas tendencias. Más recientemente, la reunión, en Santo Domingo, que abrió las vías a los acuerdos entre Uribe y Chávez, luego de la masacre contra un campamento de las Farc, ofreció nuevas posibilidades. Estos acuerdos han permitido habilitar uno de los objetivos mayores de Brasil: la formación de la Unasur y los acuerdos para la integración de una industria militar latinoamericana bajo el comando yanqui-brasileño. Por un camino lateral se estaba dando vida a un proyecto que, si supera las enormes contradicciones que enfrenta en el camino, podría operar como una jubilación generosa para el ‘plan Colombia'. Lula insiste en que el desarrollo industrial-militar en América Latina deberá ser uno de los principales puntos de la agenda del fin de semana. Brasil se ha convertido, sin la menor objeción norteamericana, en el principal inversor extranjero en Cuba, o sea en un puente de plata para el capital internacional, que sortea de este modo los conflictos políticos que provoca en Estados Unidos un aflojamiento del bloqueo a Cuba. Pero el padre de la criatura sigue estando en USA: la Cámara de Comercio de Estados Unidos ha vuelto a reclamar el aflojamiento de las restricciones al comercio e incluso la eliminación de lo que llaman el "embargo". Lo mismo han hecho jefes políticos importantes del partido republicano, y hasta la cueva de gusanos comandada por Mas Canosa. Incluso doce jefes militares aseguran que normalizar las relaciones con Cuba hace a la seguridad estratégica de Estados Unidos (La Nación, 15/4) - una forma de plantear una "alianza de las Américas" con el pretexto de la "lucha contra el narcotráfico". La cuestión del narcotráfico en México se ha transformado en el principal problema de seguridad y militar del gobierno Obama. El sistema judicial norteamericano también pone lo suyo, al rechazar las "mentiras" judiciales del gusano Posadas Carriles, el agente de la CIA que hizo volar un avión de pasajeros y provocó la muerte de todos sus pasajeros.
La historia por el retrovisor
La mayoría de los observadores asegura que estamos lejos, sin embargo, de un levantamiento del bloqueo a Cuba. Es probable, sin embargo, que estén mirando la historia por el retrovisor; no solamente las revoluciones aceleran la historia: también lo hacen las bancarrotas mundiales. Es cierto que el levantamiento del bloqueo sería una victoria histórica de Cuba - doblegó el sabotaje imperialista, incluso pagando para ello un precio muy alto. Obama no podría llevar la operación hasta el final si fracasara en contener la bancarrota económica de Estados Unidos. Pero ese levantamiento forma parte de un acuerdo internacional que apunta a resolver las contradicciones del desarrollo de Cuba por medio de la restauración de la dominación del capital. La economía cubana ha tenido una evolución altamente parasitaria, pues financia un déficit comercial del orden del 80% con ingresos de los servicios, en especial el turismo. Los planes oficiales apuntan a desarrollar todavía más esta tendencia, con el aporte de un turismo de origen norteamericano, lo cual encajaría con las relaciones históricas de Estados Unidos y Cuba anteriores a la revolución. La posibilidad de una reactivación de la economía agro-industrial se encuentra bloqueada por una completa falta de inversiones en el campo y en la industria. En estas condiciones, no sería posible aprovechar una apertura comercial del mercado norteamericano. La evidente necesidad de capital choca, sin embargo, con un sistema político que sería incapaz de arbitrar, por su carácter burocrático extremo, los conflictos que generaría una inversión extranjera, en especial una diferenciación social aun mayor que ya se encuentra en desarrollo. La cuestión es ¿quién orienta el intercambio que necesita la economía de Cuba con la economía mundial, la burocracia o los obreros del campo y la ciudad? Lo cual nos lleva a la cuestión aún más decisiva: ¿quién debe decidir sobre la crisis histórica de las relaciones de opresión entre Estados Unidos y América Latina: los gobiernos pequeños burgueses del capital o la alianza de los obreros y los campesinos?
Cuba y la revolución socialista
La crisis mundial ha puesto sobre la mesa todas las relaciones históricas entre el imperialismo yanqui y América Latina. Están reunidas las condiciones históricas para la abolición del sometimiento semi-colonial. Pero esta abolición afecta los intereses de las clases capitalistas nativas y de una fracción de la pequeña burguesía, que da por supuesto que ha logrado resolver sus aspiraciones sociales. Los principales lugares en la mesa de Trinidad y Tobago los ocuparán un afroamericano y un nordestino brasileño, que justifican su rol responsabilizando por la crisis a "los rubios de ojos azules" en lugar del capitalismo y los Estados capitalistas. Las burguesías latinoamericanas se han puesto al frente de una operación de rescate de esa relación semicolonial, a través de sus gobiernos de centro-izquierda. En un plazo más o menos breve este operativo deberá fracasar: la autonomía nacional mínima que esgrimen los gobiernos latinoamericanos deberá ser barrida por la crisis mundial o por las tentativas del imperialismo yanqui para reconvertirse en el eje contrarrevolucionario de la salida a esta crisis. El destino de la Revolución Cubana está en manos de la revolución socialista latinoamericana.
Jorge Altamira
La crisis mundial ha puesto sobre la mesa todas las relaciones históricas entre el imperialismo yanqui y América Latina. Están reunidas las condiciones históricas para la abolición del sometimiento semi-colonial. Pero esta abolición afecta los intereses de las clases capitalistas nativas y de una fracción de la pequeña burguesía, que da por supuesto que ha logrado resolver sus aspiraciones sociales. Los principales lugares en la mesa de Trinidad y Tobago los ocuparán un afroamericano y un nordestino brasileño, que justifican su rol responsabilizando por la crisis a "los rubios de ojos azules" en lugar del capitalismo y los Estados capitalistas. Las burguesías latinoamericanas se han puesto al frente de una operación de rescate de esa relación semicolonial, a través de sus gobiernos de centro-izquierda. En un plazo más o menos breve este operativo deberá fracasar: la autonomía nacional mínima que esgrimen los gobiernos latinoamericanos deberá ser barrida por la crisis mundial o por las tentativas del imperialismo yanqui para reconvertirse en el eje contrarrevolucionario de la salida a esta crisis. El destino de la Revolución Cubana está en manos de la revolución socialista latinoamericana.
Jorge Altamira
Publicado en Prensa Obrera nº 1079 (16/4/2009)
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