sábado, 17 de octubre de 2015

El escenario político, a diez días de las elecciones

A pocos días del domingo 25, la incapacidad de los tres candidatos a la sucesión presidencial para alterar las intenciones de voto revela una impasse política que supera a la propia elección. Detrás del “voto congelado”, según señalan algunos, o del “poco entusiasmo” de los votantes, según otros, subyace un fermento de desconfianza popular. La concreción de un balotaje terminaría delatando dos debilidades: la de un Scioli que no logró ganar en primera vuelta y la de un Macri que, en cualquier caso, no logró polarizar la elección. En este cuadro, se entiende por qué algunos connotados opositores al kirchnerismo -como La Nación- incitan a Scioli a conquistar “los puntos que le faltan para ganar en primera vuelta”. La burguesía demanda autoridad política, de cara a la crisis política y económica de fondo que caracteriza a esta transición presidencial. 
 
Buitres y “gradualismo”
 
Para lograr estos favores, Scioli ha dado señales muy claras. El santo y seña de quienes son nominados como sus futuros ministros es declarar la voluntad de arreglar con los fondos buitre. Así ocurrió con el misionero Maurice Clos, y antes con Urtubey. Algunos consideran que Scioli sería el más furioso defensor de un arreglo inmediato con los fondos especulativos, en la expectativa de promover un rápido ingreso de capitales y, por esa vía, “graduar” el ajuste y la devaluación. Pero el reendeudamiento que tramitan sólo servirá para afrontar las viejas deudas: el Banco Central llegará a fin de año sin los recursos para pagar los vencimientos de 2016, que superan los 7.000 millones. La situación podría asemejarse demasiado a los “blindajes” del gobierno de la Alianza, que financiaron la huida de capitales que precedió a la bancarrota de 2001. Nada menos que el economista jefe de Standard and Poor’s se atrevió a pronosticar esta secuencia: “gradualismo, colapso y luego un sinceramiento que lleve a que en un año se materialice el verdadero ajuste” (La Nación, 12/10). Pero en previsión de ello, los usureros internacionales podrían exigir que el megajuste preceda a cualquier rescate financiero y liquidar la tentativa “gradualista” con una corrida. El impasse electoral de los Scioli, Macri y Massa sólo se equipara con la que deberán enfrentar después de diciembre. 
 
La demolición K y el “voto útil” 
 
La consolidación del sciolismo ha sido acompañada por un trabajo de demolición del cristinismo y de la camarilla presidencial. Un amplio arco de funcionarios y diputados ha anunciado su pasaje al sciolismo, incluyendo a los ex piqueteros del movimiento Evita. El cerco podría extenderse a Santa Cruz, donde, según algunos, el radical Costa contaría con el apoyo de Scioli para derrotar a los Kirchner en su provincia. En el plano de la Justicia se acaba de “congelar” la tentativa oficial de acelerar el nombramiento de jueces adictos (subrogancias). Kicillof ha salido a criticar las declaraciones de los sciolistas en torno de un arreglo con los buitres. Pero el candidato de La Cámpora está bebiendo de su propia medicina: el pago en cuotas -o a través de la emisión de un nuevo bono- que tramitan los economistas de Scioli en favor de los buitres es un calco del resarcimiento de Kicillof en beneficio de Repsol. Después de haber pagado 145.000 millones de dólares de deuda en diez años, los “enojos” de la camarilla oficial hacia el sciolismo no pasan de una impostura electoral. 
 
Del lado de la oposición, Macri ha salido a una campaña por el “voto útil”. Sus términos han sido expresados crudamente por Carrió, quien llamó a votarlo con la nariz tapada -o sea, a pesar de Niembro o del desfinanciamiento de los hospitales porteños. Hasta ahora, nada de esto le sirvió para acortar distancias con Scioli. Pero sí para demostrar la miseria de algunos “PROgresistas” (Stolbizer), que llaman a posponer el voto a Macri… para el momento del balotaje. 
 
La campaña del Frente de Izquierda 
 
A pesar de la fortísima presión en favor de una polarización, el Frente de Izquierda ha defendido su votación de las Paso y registra en las últimas semanas una tendencia ascendente. Es una expresión de desconfianza hacia los “jinetes del ajuste”. El pronunciamiento de dirigentes obreros (que publicamos en esta edición) da cuenta de la repercusión de nuestra campaña en las grandes concentraciones de trabajadores. En el reciente Encuentro de la Mujer, el FIT expresó a la corriente que batalla consecuentemente contra una violencia de género que hunde sus raíces en la explotación social y en el régimen político que la sustenta. La gran tarea de estos diez días es convertir a esta inquietud popular en una convicción positiva, en favor del voto al Frente de Izquierda. 
 
De cara a la enorme crisis nacional que se configura, la presencia de un sólido bloque del Frente de Izquierda en el Congreso representaría una descomunal conquista política para los explotados.
 
¡A la conquista del voto y de miles de fiscales! Vamos por más Frente de Izquierda, en el Congreso y en el país.

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