Desde que se anunció el maridaje Scioli-Zannini, las encuestas comenzaron a darle la victoria al binomio, incluso en primera vuelta. Quienes recibieron la fórmula con más entusiasmo fueron los fanáticos del ‘modelo’, quienes habían dedicado lo mejor de su materia gris, hasta el momento, a denostar al gobernador. Es probable que nada atraiga más que la confirmación en un puesto ¿de trabajo? bien remunerado. A quienes habían apostado en su momento a un acuerdo entre Macri y Massa, como fue el caso del grupo Clarín, con la expectativa de lograr a un balotage que desaloje a los K, la incorporación del ‘chino’ a la vicepresidencia les cayó, por el contrario, como una piedra.
Los términos completos del acuerdo entre Scioli y CFK los conoceremos con el tiempo, o mejor dicho andando. Algunos observadores apresurados atribuyeron a este acuerdo la caída, en Wall Street, de las cotizaciones de empresas argentinas y bonos públicos. No se les ha ocurrido que, crisis griega, ucraniana, portorriqueña y petrolera mediante, la burbuja especulativa se encuentra al borde de un colapso, en especial si incorporamos a la Bolsa de Shangai, y no por desconfianza a Zannini. Ahora que el dólar se empina hacia los 14 pesos en las transacciones en la Bolsa de Buenos Aires, los comentaristas se están avivando que el desbarajuste financiero se debe a algo más que a Zannini. Si, como cuenta Carlos Burgueño en Ambito Financiero de la semana pasada, el ‘chino’ y el motonauta acordaron dedicar los primeros cien días de un eventual gobierno a arreglar con los buitres, la designación del consejero íntimo de CFK podría ser el gran espaldarazo para las Bolsas. Bien mirado, el problema ahora lo pasan a tener los fondos buitres, quienes deberán pensar dos veces antes de rechazar una oferta de Argentina, cuando los ‘mercados’ se sacuden como árboles bajo un tifón.
Estos problemas explican que se empiece a hablar, cada vez más, de una declaración de defol de la deuda regular (que Argentina no paga por el fallo de Griesa), para renegociar todo de nuevo, con la deuda de los buitres adentro del paquete. La fórmula bicéfala (dos cabezas) podría ‘homogeneizarse’ bajo la presión de la crisis y la necesidad de un nuevo rescate. El pasado martes 30, Scioli fue muy bien recibido por todas las ‘corpos’, adversarias supuestas del ‘modelo’ -con el cual han hecho, sin embargo, mucha plata.
Quienes ven un fortalecimiento del binomio del FpV apuntan al pasaje que anuncia el cordobés Schiaretti hacia el sciolismo, a lo cual aún no reaccionaron De la Sota ni Massa. El viraje de Schiaretti demostraría que la gran burguesía industrial y la extranjera se estarían volcando a la fórmula oficial. La ‘ventaja’ del oficialismo es que tiene alineada con él a la burocracia de los sindicatos, algo fundamental para un ajuste, como no la tienen ni Massa ni Macri. Llegado el caso, los jinetes del ajuste se empeñarán en un matrimonio de a tres para imponer su salida capitalista a los trabajadores. El planteo final de todos ellos es levantar el cepo, el arreglo con los buitres y el tarifazo.
De todos modos, las encuestas no son guías fiables, como se ha demostrado aquí y en otros países, y más aún cuando la volatilidad de la crisis se transmuta en una volatilidad del electorado. El domingo que viene despejará la incógnita sobre las posibilidades de Macri y Massa. No será suficiente que gane Larreta en la ciudad de Buenos Aires, deberá conseguir que no haya segunda vuelta; mientras en Córdoba el macrismo se encuentra en marcado retroceso.
Córdoba, la Ciudad y, en mucha menor medida, La Rioja ponen a prueba también las posibilidades del Frente de Izquierda con relación a las Paso. La expectativa es que obtengamos tres legisladores en Córdoba y dos en la Ciudad -lo cual reforzaría la posibilidad de una gran concurrencia de votantes a las Paso del Frente de Izquierda. Nuestro método político en las Paso es asegurar una votación en ascenso que le dé al Frente de Izquierda protagonismo en la elección general. Las Paso son de hecho una primera vuelta electoral.
La apreciación de las elecciones está condicionada por la marcha de la crisis mundial y su repercusión en Argentina -y por sobre todo en el movimiento obrero. Las elecciones no se desarrollan dentro de una torre de marfil, como imaginan los doctrinarios, sino en un marco de crisis y lucha de clases. Por eso, desde la lista Unidad del Frente de Izquierda nos vamos a esforzar para que se convoque a un congreso obrero político-sindical, que defina un programa propio en el momento de transición actual. La tarea de una campaña electoral es desarrollar una agenda obrera y socialista.
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