jueves, 28 de mayo de 2015

El 5 de junio, a Ferro con el Frente de Izquierda

Movilización obrera del plenario del Sutna San Fernando. El kirchnerismo y la oposición tradicional quieren valerse del peso del Estado y de la burocracia sindical para impedir la irrupción de la clase obrera en la crisis. 
 
 
Cristina Kirchner no dudó en usar la tribuna de la Plaza para atacar a las huelgas obreras que buscan romper el techo oficial a las paritarias. La Presidenta desafió a los sindicatos a ‘hacerle al próximo gobierno huelgas por paritarias libres’, como si no fuera este gobierno el que está eliminando de hecho las paritarias al imponer mediante el Estado un techo a los acuerdos salariales. Cristina, de este modo, marca el camino que continuará su sucesor. Daniel Scioli, rápido de reflejos, reiteró en estos días la posibilidad de retener a Kicillof en el gobierno, y entre los elogios prodigados, figura justamente "la manera en que está manejando las paritarias" (sic). 
 
Cristina Kirchner quiso presentar en la plaza un discurso de "despedida", pero la camarilla oficial ya se ha mimetizado con la liga pejotista que se postula a sucederla -Scioli, Anibal Fernández, Randazzo. Unos días antes de invocar la bandera de la soberanía, los diputados y asesores económicos del kirchnerismo se confundían en Washington con los de Massa y el macrismo, prometiendo el mismo rumbo para después del 10 de diciembre: arreglo con los fondos buitre, aumento de tarifas y devaluación, para abrirle paso a un nuevo reendeudamiento con el capital financiero internacional. Mientras en la tribuna de la Plaza se invocaban los derechos humanos, los actos del 25 subrayaron el protagonismo político que el kirchnerismo le ha devuelto a las fuerzas armadas, bajo el mando del represor Milani. Este rumbo del gobierno está vaciando al "poskirchnerismo" de Massa: los Othacehé y otros barones del conurbano aceleran su regreso a las listas del gobierno. 
 
Con la fiesta del 25, el kirchnerismo también encubrió el carácter agudo de la bancarrota económica, cuyo estallido el gobierno quiere postergar a costa de agravar los desequilibrios preexistentes. Kicillof financia la quiebra del Estado central tomando deuda a verdaderas tasas de default y el panorama es aún más grave para los distritos. La condición de ese nuevo rescate estatal a los capitalistas es un ajuste monumental contra salarios y jubilaciones. 
 
Contra la clase obrera 
 
Es esta perspectiva lo que explica la reacción oficial contra la clase obrera que desafía la regimentación salarial. Al día siguiente del 25, el país se desayunaba con la continuidad de la gran huelga aceitera, que el gobierno intentó liquidar sin éxito a través del Ministerio de Trabajo. Mientras tanto, el paro bancario de 48 horas arrancaba con una enorme movilización en el centro porteño. La advertencia del kirchnerista Depetri, para "no lamentar otro Mariano Ferreyra en el paro del 9", no sólo reitera el relato oficial en el crimen de Barracas -que convierte a la víctima en victimario. Apunta, además, contra el clasismo y la izquierda, que luchará por imprimirle a la jornada del 9 un programa y una perspectiva -o sea, lo que no han hecho los Moyano y Barrionuevo, que conciben un paro aislado, para seguir negociando bajo cuerda con los candidatos patronales que se anotan para la sucesión. Con ese propósito, un gran plenario convocado por el Sutna debatirá, este sábado 30, la intervención del clasismo en el paro nacional. 
 
La hostilidad hacia la clase obrera que desafía el cepo a las paritarias une a los Macri, Massa y Scioli, y por razones políticas de fondo: las luchas obreras introducen en la campaña electoral una agenda antagónica a la que manejan los tres, y cuyos términos se redactan en Washington o en los pasillos de la Unión Industrial. Es un desafío, por lo tanto, al intento del gran capital y sus partidos por monopolizar el desenlace de esta transición política. La campaña presidencial del Frente de Izquierda arranca jugándose a fondo por la victoria de la lucha aceitera y de todas las huelgas, por un paro nacional activo y de 36 horas, por paritarias libres, por la abolición del impuesto al salario y la prohibición de suspensiones y despidos. El kirchnerismo y la oposición tradicional quieren valerse del peso del Estado y de la burocracia sindical para impedir la irrupción de la clase obrera en la crisis. Apoyémonos en las poderosas tendencias de lucha para reforzar la batalla por una alternativa política de los trabajadores. 

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