La protección a la banda narcotraficante de Los Monos por parte del Poder Judicial y del Ejecutivo de la provincia de Santa Fe es ahora explícita. Formalmente, los fiscales Camparini, Rubiolo y Fernández Bussy leyeron, en un acto público, el acuerdo al que llegaron con los defensores de esa organización para acotarles las penas, en un juicio abreviado, e incluso para cambiar la carátula del expediente. Enrique Font, criminólogo y docente de la Universidad Nacional de Rosario, dijo sin tapujos que ese acuerdo fue "un chiquero judicial". El especialista añadió: "Desde un principio fue una operación del Poder Ejecutivo provincial para desbaratar una investigación del fiscal federal Juan Murray, que estaba llegando a las conexiones policiales con el tráfico de drogas" (La Capital, 14/4).
¿Qué intentan encubrir?
Por ejemplo, las escuchas telefónicas ordenadas en su momento por el juez federal Vera Barros cuando investigaba a Los Monos. En una de ellas, el policía Germán Almirón, de la división Judiciales, detenido luego por ayudar a fugarse a un sicario de Los Monos de la jefatura policial, llamó a su amigo Arón "Ojudo" Treves, acusado por homicidio y tráfico de drogas. Ambos hablaron del atentado a la casa del gobernador Antonio Bonfatti, en octubre de 2013, y de los aportes económicos de los narcos al gobierno provincial. También de los problemas que derivaron en la balacera contra la casa del jefe de gobierno.
Esta gente ha perdido hasta el pudor. El juez Vienna, a cargo del armado de toda la causa de Los Monos y artífice del actual acuerdo, debió apartarse cuando se descubrió que pasaba sus vacaciones en el palacete del padre de un narcotraficante muerto. Ahora, imprudentemente, en vez de callar salió a festejar el "chiquero judicial".
Ahora se sabe, además, que este acuerdo se negoció durante dos años para que no quedaran cabos sueltos. Así, todo termina con una pena de nueve años de prisión -en la práctica serán muchos menos- para el jefe de una organización que confesó haber consumado asesinatos a balazos, haber extorsionado gente y reclutado jóvenes masivamente para vender droga, generado contactos policiales y acumulado un arsenal para asegurar el territorio de sus operaciones.
Todo esto sucede ante la llamativa pasividad de toda la oposición patronal. Más allá de algunas declaraciones formales, nadie ha levantado la voz para denunciar el escándalo.
En verdad, Los Monos son sólo la faceta más visible del negocio del narcotráfico. Aun los llamados "señores de la droga" son apenas sicarios venidos a más, en su mayoría muertos violentamente antes de cumplir 40 años. Las suyas son fortunas fugaces, al punto que en casi ningún caso logran siquiera traspasarlas a sus familias. El verdadero dueño del negocio es el sistema financiero, los bancos que lavan el dinero y, como ha explicado en su momento Kieran Beer, funcionaria del Tesoro norteamericano durante el gobierno de Bill Clinton, los capitales generados por el narcotráfico y el tráfico de armas salvan a los bancos de la quiebra.
En Santa Fe hay 21 puertos privados. Por ellos se exporta no sólo la soja. Esos puertos se han convertido en centros de distribución de la droga que parte hacia Europa. Los grandes carteles que manejan ese negocio les pagan en especies a sus operadores locales, que les aseguran la logística. En ese tramo intervienen bandas como Los Monos, amparadas por la policía y la Justicia. La droga que reciben en pago por sus servicios se comercializa en el mercado interno y provoca guerras por el control del territorio. Por eso en Rosario hay, en promedio, un asesinato por día.
La podredumbre del sistema político argentino está a la vista, con instituciones tomadas literalmente por bandas delictivas. Esto se corta de cuajo con la nacionalización bajo control obrero del sistema financiero y del comercio exterior, para que los puertos argentinos, entre otras cosas, dejen de servir al narcotráfico internacional.
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