Ingresamos en una etapa crucial de luchas, como consecuencia de la crisis industrial, el ajuste y la carestía.
El gobierno se está valiendo de la recesión para hacer pasar este ataque.
Pero, como en Brasil en vísperas del Mundial de fútbol, asistimos a una gran resistencia nacional.
Tras el paro activo de la UOM Córdoba, están en lucha los siderúrgicos, Gestamp, Cables Lear y la línea Sarmiento.
Huelga de los ingenios en Salta, paro nacional bancario, paritarias sin arreglo en colectivos, aluminio, camioneros, alimentación, neumáticos, lucha contra el impuesto al salario en Aluar.
Mientras todo esto ocurre, los Caló y los Moyano miran para otro lado. El dirigente camionero bajó la cortina luego del parazo del 10 de abril.
El empeño de las burocracias de todos los colores por acompañar el ajuste capitalista choca, sin embargo, con la envergadura de la crisis.
El ajuste K ha terminado en un gran desajuste.
El Banco Central, de donde vienen saliendo los fondos para subsidios y para pagar la deuda usuraria, se encuentra en quiebra.
El gobierno se aferra desesperadamente a un socorro del exterior.
Pero el capital internacional exige previamente un ajustazo todavía mayor: una gran devaluación del peso, nuevos tarifazos y el levantamiento del cepo cambiario.
Se viene un nuevo capítulo del Rodrigazo K.
Al mismo tiempo, la ola de luchas en curso demuestra que el movimiento obrero está en condiciones de enfrentarlo y que cuenta con los recursos para hacerlo.
Iniciemos una campaña por la huelga general en defensa del salario y los puestos de trabajo. Reclamemos un paro de advertencia de 24 horas para frenar las suspensiones y despidos, y ajustar los salarios, mensualmente, según la inflación.
Impulsemos un Congreso de delegados del conjunto del movimiento obrero, con mandatos de asamblea, para organizar la lucha nacional, discutir un programa de reivindicaciones y derrotar el ajustazo. Que la crisis la paguen los capitalistas.
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