miércoles, 9 de abril de 2014

Los trabajadores dinamitan el ajuste

foto editorial docentes salta
La dimensión de la huelga del jueves 10 significa que el ajuste ha sido derrotado como instrumento de salida del capital contra los trabajadores. Es lo que había dejado planteado la huelga general de los docentes bonaerenses, cuyo relevo toman ahora las provincias, en especial Salta. El gobierno se encuentra ante el escollo insalvable de una enorme resistencia de los trabajadores, cuando aún debe abordar las etapas más catastróficas del Rodrigazo. Por eso, luego de todas las concesiones efectuadas por el gobierno a los monopolios exportadores, bancos locales, fondos buitre, Repsol y Chevron, el último informe del FMI dice que “las medidas adoptadas para gestionar los desequilibrios externos e internos, incluidos los controles de precios, tipos de cambio y comercio, están dañando todavía más la confianza y la actividad económica”.
Casi un obituario
El gobierno ha buscado menguar el paro del 10 con el expediente de apresurar el cierre de paritarias en los grandes gremios de la industria y los servicios. Los acuerdos firmados por las burocracias, sin embargo, terminaron colocando sobre la mesa otro volcán: el impuesto al salario. Después de las paritarias, la cifra de trabajadores afectados volverá a superar el millón y medio de trabajadores. Este mazazo ha reforzado la tendencia a la lucha de trabajadores, incluidos los tercerizados que son calificados de monotributistas. Mientras tanto, el tarifazo combinará un retiro de subsidios con la suba en el precio del gas -un aumento que podría llegar al 500%. El gobierno espera que pase el jueves 10 para anunciar lo propio con las tarifas eléctricas. El ‘relanzamiento’ de los ‘precios cuidados’ es sólo una coartada para consentir aumentos de hasta el 10% en esa lista “controlada”. Pero en los precios ‘no cuidados’, que representan el 98% de la canasta, los alimentos han subido más de un 20% en sólo tres meses. El Rodrigazo oficial ha derrumbado el consumo popular y agrava la recesión económica.
Impasse
La convocatoria a la huelga del 10 representa un intento de los Barrionuevo, Moyano, Maturano y Fernández por canalizar la progresiva rebelión popular hacia un recambio político en beneficio del arco político patronal opositor. Es lo que destaca la declaración votada por el plenario convocado por el sindicato del neumático de San Fernando, que reunió a más de cuatrocientos activistas, delegados y dirigentes obreros y de la izquierda. Es fácil ‘castigar’ con epítetos a la burocracia cuando es presa del inmovilismo; lo más importante es denunciar sus objetivos cuando finge que se pone al frente de los intereses de la clase obrera, para poder impedir que la lucha sea derrotada desde adentro. El ‘cuarteto’ de la burocracia que convocó al paro es consciente, ya desde enero pasado, de que las contradicciones del ajuste K llevan a una explosión -precisamente lo que se empeñan en negar aquellos de la izquierda que coquetean con el moyanismo.
El agravamiento de la parálisis económica ha instalado el debate del levantamiento del cepo -o sea la libertad para girar dividendos, intereses, utilidades y capitales al exterior. Esto equivaldría a convalidar una nueva megadevaluación del peso. En este caso, los ‘desequilibrios’ en energía, transporte, salarios, comercio exterior se acentuarían aún más. El reciente episodio del no pago del certificado de deuda de PBI (unos 3.500 millones de dólares), calificado por muchos financistas como un ‘defol’, ha dejado al descubierto la posibilidad de que esta deuda, de la que hay que pagar aún 18 mil millones de dólares, deba ser anulada, porque supera la capacidad financiera del país en los próximos años.
La misma conclusión emerge de las tasas de interés del 30% que paga el Banco Central, una remuneración usuraria que solamente consienten las economías en cesación de pagos. En una situación así, el crédito internacional solamente agrava la crisis -esto porque a la tasa más alta que reclama el acreedor, es necesario sumar la que habrá de recibir cuando los dólares se convierten en pesos. Argentina no tiene una crisis financiera externa, sino que atraviesa por un derrumbe del ahorro y del sistema financiero nacionales. La salida no es contraer más deuda externa, sino nacionalizar la banca y el comercio exterior, esto para que el ahorro nacional se convierta en la base financiera de la economía.
Salida
Como se ve, el impasse del gobierno y de la burguesía en general es abismal. Lo que ocurre en Ucrania debería ser aleccionador: el FMI y la Unión Europea condicionan cualquier rescate financiero a que el gobierno de facto en ejercicio proceda a un ajuste brutal, sin importar el agravamiento que produciría en la ya inmensa crisis política e internacional en la cual se encuentra Ucrania.
En este cuadro de conjunto, la confianza en la burocracia sindical equivale al suicidio político. Llamamos a reforzar la agitación por una huelga inmediata de 36 horas y una huelga general, rechazando cualquier respaldo político a la burocracia sindical, la cual opera como un ala patronal del capital y del Estado en el movimiento obrero.
Argentina atraviesa un momento histórico por la combinación de la bancarrota capitalista mundial y por el ascenso del activismo y de la izquierda. El XXII Congreso del Partido Obrero abordará, desde el jueves 17, esta etapa fundamental, con la mira puesta en la unión del movimiento obrero y la izquierda revolucionaria -una verdadera revolución política en la historia nacional.

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