El final de 2013 muestra dos realidades brutalmente contrapuestas.
De un lado, un gobierno y un régimen agotados, que pretende hacer de su derrumbe el de nuestras condiciones de vida.
Para probarlo, están la inflación galopante, los despidos y suspensiones en curso.
Y la condena a pagar, con la falta de luz y de agua, el vaciamiento energético que dejaron los privatizadores.
El gobierno y sus opositores han descubierto ahora a la “maldita policía”, la misma que protegieron y reforzaron desde siempre.
Naturalmente, no piensan tocar a los represores. Es sólo una excusa para atacar un reclamo que se extiende: el de un salario mínimo y vital que cubra el costo de la canasta familiar.
Naturalmente, no piensan tocar a los represores. Es sólo una excusa para atacar un reclamo que se extiende: el de un salario mínimo y vital que cubra el costo de la canasta familiar.
Pero del otro lado del país devastado por los capitalistas y sus gobiernos, emerge la fuerza de los trabajadores y de la juventud que lucha.
En las fábricas, hospitales, reparticiones y escuelas.
Para poner en pie a sus organizaciones, en defensa del salario y de todos los derechos amenazados.
Pero, principalmente, para levantar una alternativa política propia.
Todas las grandes crisis nacionales han sido parteras de virajes políticos de fondo.
En este 2013, un millón trescientos mil voluntades votaron al Frente de Izquierda.
A partir de allí, la ruta de 2014 tiene un rumbo claro: apoyémonos en esa conquista para avanzar en la organización de miles de trabajadores y jóvenes, con las banderas y el programa del socialismo revolucionario.
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