Entre la asunción del Papa y Semana Santa, los pulpos financieros e industriales se han lanzado a la faena (nada santa) de correr contra el peso.
El dólar paralelo trepó, en menos de lo que canta un gallo, hasta superar en un 80% al cambio oficial.
La devaluación que quieren arrancar tiene sus beneficiarios.
Los que fugaron dólares durante los últimos años, incluidos los amigos del gobierno y bajo sus propias barbas.
Los monopolios exportadores, que esperan reducir el valor de los salarios que pagan en “moneda dura”.
Las mineras y petroleras, que quieren multiplicar los beneficios de la expoliación del suelo.
La corrida deja ver la impotencia del gobierno y sus aparentes “controles”.
¡Pero los K también esperan sacar lo suyo con un derrumbe de la moneda!
Desvalorizando los salarios y gastos sociales.
Sacando tajada impositiva de la carestía, a través del IVA y otras cargas.
Licuando la deuda pública en pesos, que acumulan la Anses y los bancos oficiales.
En la ‘puja distributiva’, la devaluación del peso inclina la balanza en contra de los trabajadores.
Una devaluación aumentaría los beneficios de los capitalistas, a costa de los que trabajan.
Ninguna devaluación.
Nacionalizar la banca y el comercio exterior.
Investigación y no pago de la deuda usuraria.
Apertura de los libros de las empresas y control de los trabajadores.
Salario mínimo de 7500 pesos, ajustable por la inflación. Ningún tarifazo.
Que las CGT y las CTA convoquen a asambleas en todos los lugares de trabajo, por un plan de lucha para impedir el ‘Rodrigazo’ y arrancar nuestras reivindicaciones.
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