jueves, 25 de octubre de 2012

Binner, Bonfatti… Tognolli



El arresto del jefe de Policía de Santa Fe, acusado de vinculaciones directas con el narcotráfico, no debería sorprender: desde el inicio de la “gestión socialista”, en 2007, han “renunciado” otros tres jefes policiales y se cambió cuatro veces el ministro de Seguridad.
En 2010, en Rosario -según cifras oficiales- se registraron 119 asesinatos. En 2011 subieron a 170, y este año subiría aun más. Según el gobierno provincial, 74 asesinatos fueron provocados por ajustes de cuentas, pero otras fuentes suben a 140 las víctimas de las guerras entre bandas.
La delimitación territorial del delito está claramente establecida en la zona sur. Las “cocinas de drogas”, en complicidad con la policía provincial, son ampliamente conocidas por el vecindario. Se conocen hasta las ganancias de los grupos narcos, sin necesidad de que intervengan “los sabuesos de la DGI”.
Un puesto de droga deja al narco 10.000 pesos por semana. De ese dinero, tiene “que descontar entre 2.000 y 3.000 pesos que debe pagarle a la policía” (La Nación). El continuo patrullaje policial en la zona no es para parar el accionar de los narcos, sino las escaramuzas que espantan a los “clientes”.
Dos elementos desataron la batalla campal actual entre narcotraficantes. Una -ya lo dijimos hace dos años en Prensa Obrera- fue el asesinato de Roberto Camino, alias “Pimpi” -comandó la barra brava de Newell’s durante una década-, que dejó vacante el liderazgo del grupo más violento de hinchas y produjo un desequilibrio de fuerzas entre las bandas.
“La muerte de Camino fue aprovechada por menores delincuentes que quisieron disputarse el territorio para vender droga. Esos chicos son los que se están matando ahora. Varias de las víctimas tienen entre 17 y 18 años, y se las conoce por sus alias, que representan a personajes de series infantiles debido a que ingresaron en el mundo del delito cuando eran chicos” (La Capital).
El otro elemento que desató una crisis fue el asesinato de tres chicos vinculados con la Darío Santillán. La trascendencia política de este hecho puso en el centro de la mira a Hugo Tognolli, el jefe de policía de Santa Fe.
El dato más significativo de Tognolli es que antes había sido jefe, durante cuatro años, de la Dirección General de Prevención y Control de Adicciones. Fue en esos años que empezó el auge del narcotráfico en Rosario. La ONG Madres de Adictos en Recuperación venía denunciando -sin éxito- la abierta complicidad de Tognolli con el narcotráfico.
Tognolli conoce al dedillo la complicidad policial y política con el narcotráfico. Bonfatti y Binner hacen gala de una enorme hipocresía cuando alegan que no estaban al corriente de lo que sucedía con “su” jefe policial.

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