Famatina y los riojanos han doblegado al monopolio minero y al gobierno mentiroso de La Rioja.
Es cierto que ahora viene la etapa más difícil, como ya ocurrió con Agua Rica y en Andalgalá (Catamarca), donde las mineras compraron los medios de comunicación y a la Universidad, mientras el Estado se asociaba con los dueños de La Alumbrera para imponer el proyecto.
Ahora, del mismo modo, los gobiernos nacional y provincial van a utilizar todas las astucias y corruptelas para rescatar la entrega del Famatina. Pero nosotros hemos ganado un terreno precioso para arrancar nuevas victorias -sea en San Juan, en Neuquén, en Salta, en Santa Cruz y, por sobre todo, en Catamarca.
Debemos destacar también la lucha contra la contaminación petrolera, que solamente será posible si la exploración y la explotación se ponen bajo el control y la gestión de los trabajadores, o contra el glifosato y el agotamiento del suelo por parte del saqueo sojero.
La victoria de Famatina es una victoria nacional, porque es un triunfo contra la tentativa de convertirnos en factoría minera colonial. Un triunfo arrancado, además, contra un gobierno que enarbola las banderas nacionales para arriarlas cuando se trata de apoyar al capitalismo.
No se le escapa a nadie que la epopeya de Famatina se encuentra favorecida por el desasosiego que el ajuste está provocando en el pueblo, así como por la crisis política en la cumbre del poder.
La pueblada de Famatima confirma el temor del gobierno de que el ajuste también provoque una rebelión popular.
La megaminería no es una vía de desarrollo para las mayorías (es un medio de destrucción del medio ambiente), sino la otra cara del ajuste -la entrega de los recursos naturales en gran escala, para pagar la deuda usurera internacional y financiar la fuga de capitales que ocasiona la crisis mundial.
Nuestra conclusión es la siguiente: es la oportunidad de repudiar el ajuste y rechazar el tarifazo, de que las privadas y el transporte abran sus libros y de que se establezca un control de los trabajadores sobre sus operaciones, para determinar los costos verdaderos de producción.
Asimismo, rechacemos cualquier tope o techo a las paritarias, pero no para que los burócratas decidan los reclamos a las patronales, sino para que los definan los trabajadores por medio de asambleas.
Contra el ajuste, el saqueo y la depredación: control obrero.
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