La crónica de los medios, unos con menos distorsiones que la mayoría de ellos, ya han dado cuenta de las características del operativo que desarrollaron los comandos de las fuerzas armadas de Israel, que concluyó en el asesinato de un número aún no determinado de activistas humanitarios que transportaban provisiones para el asediado pueblo de Gaza. En el convoy de naves viajaban distintas personalidades de Europa, Estados Unidos y Asia –incluida una sobreviviente de la Shoa (término que alude a la tentativa de exterminación de los judíos de Europa por parte del nazismo). La presencia de esta mujer es una fuerte expresión del distanciamiento de miles de judíos del mundo entero con un Estado que pretende justificar su existencia en la necesidad de una protección estatal contra el antisemitismo.
Fracaso
La calificación de crimen para lo ocurrido es rigurosamente adecuada. Aunque la intención de los comandos no haya sido la de asesinar a los activistas humanitarios, no hay duda de que se trataba del “plan B”. Así lo dijo en forma descarada Tzipi Livni, ex canciller, ex Mossad y ex candidata a Primera Ministra, que se encuentra ahora en la oposición al gobierno que ordenó el operativo: “(...) en el Medio Oriente la elección es entre opciones malas. La otra (opción) era aceptar que Gaza sea controlada por Hamas y la de no ser capaces de parar la nave” (Corriere della Sera, 1/6). La entrevista lleva el título encomillado siguiente: “Daño político, pero se ha elegido el mal menor”. Es claro que por ‘menor’ entiende a los asesinatos, pues una operación ‘limpia’ no hubiera sido cuestionada por ningún gobierno. Esta mujer, sin embargo, representa, en la política israelí, a la tendencia que apoya las “conversaciones de paz” con la Autoridad Palestina y hasta el congelamiento de los asentamientos en Cisjordania – claro que después de haber desatado la agresión al Líbano y apoyar la masacre contra Gaza. Se la considera la partidaria de ‘la línea Obama’.
Es obvio que los comandos israelíes fracasaron en desviar el convoy de su dirección en forma indolora. Pocos han notado que se trata de un fracaso más de quienes tienen la reputación de ser los más eficaces del planeta: no pudieron derrotar a Hizbollah en la guerra del Libano; no pudieron obtener la rendición de Gaza, el año pasado, luego de un bombardeo tan criminal como implacable; no lograron ahora reducir a una tripulación desarmada sin provocar una masacre.
Tres fracasos al hilo desnudan que el régimen político de Israel está socavado por una crisis descomunal. El gobierno sionista sigue convencido de que puede superar mediante las armas sus insuperables limitaciones, no ya políticas, sino históricas. Cuando el imperialismo enfrenta como problema sobresaliente la acción dislocadora de su propia bancarrota mundial y la tendencia a la rebelión de la clase obrera de cada uno de sus países, el ‘establishment’ sionista y los colonos fascistizantes, dirigidos por una mafia de delincuentes rusos (a la cual pertenece su ministro de Relaciones Exteriores) y evangélicos norteamericanos (históricamente antisemitas) actúan convencidos de que están protegidos por el escudo de las armas y un arsenal atómico. Los Netanhayu y compañía no quieren tomar nota de que los yanquis siguen empantanados en Irak, están perdiendo en Afganistán, enfrentan una crisis francamente decisiva con Pakistan –o incluso que el Presidente de Alemania se ha visto obligado a renunciar por haber justificado los crímenes de las tropas alemanas en Afganistán.
Lógica
El acto de piratería cometido en el Mediterráneo (porque lo ocurrido responde en buena parte a una estrategia deliberada) tiene, sin embargo, una lógica. La caravana humanitaria se había puesto en marcha sin enfrentar contratiempos de parte de los gobiernos de Estados Unidos, Europa y, en la región, de Turquía. Netanhayu enfrentaba una acción ‘destituyente’. Permitir que la caravana perforara el bloqueo de Gaza equivalía a una sentencia política de muerte. En lugar de esto, el gobierno israelí ha llevado la crisis a los Estados Unidos, donde el incidente deberá polarizar aún más las divergencias dentro del ‘establishment’ capitalista acerca del manejo de la crisis capitalista mundial y las guerras en Asia. El crimen del Mediterráneo ha pulverizado la posibilidad de las “negociaciones por proximidad” entre Israel y la Autoridad Palestina. De este modo, la banda de Netanhayu torpedea con cargas de profundidad la sobrevivencia de un gobierno palestino cuyas fuerzas de seguridad, sin embargo, están organizadas y dirigidas por la CIA y cuyo gabinete sigue las orientaciones de Washington. Con este apoyo, la Autoridad Palestina se había comprometido a proclamar el Estado Palestino, en forma unilateral, en 2011, y reclamar un descontado reconocimiento internacional. Todo esto ha volado por los aires; el ‘establishment’ norteamericano deberá resolver su propio impasse antes de rearmar su posición en Medio Oriente. Para las elecciones de noviembre próximo en Estados Unidos, se ha formado ya una fracción fascistizante en el partido Republicano, que ha tenido avances en las primarias y que ha logrado votar una ley racista en Arizona –aunque lo más probable sea que, a corto plazo, estos avances disloquen aun más a los republicanos antes que reestructurar a este partido alrededor de una política nueva. Obama, sin embargo, aún domina el centro del escenario porque la crisis económica no ha desatado aún el inevitable estallido social. Sin embargo, una muestra incuestionable de la pérdida de comando de Obama es su desautorización del acuerdo logrado por Turquía y Brasil con Irán sobre el enriquecimiento de uranio, a pesar de que sus términos son una copia fiel de las instrucciones que le envió por escrito a Lula. Obama tuvo que recular por la presión del llamado ‘lobby sionista’.
El ‘daño colateral’ mayor que ha provocado este crimen de lesa humanidad tiene que ver con la ruptura que se ha producido entre Israel y Turquía – un país clave en la estructura de la Otan y un aliado político y militar de Israel. El gobierno turco fue el único que condenó como “terrorismo de Estado” la acción israelí –el resto, incluidos los K, se limitaron a “lamentar” lo ocurrido y reclamar “una investigación”. La mayor parte de los asesinados son ciudadanos turcos. Aunque desde hace tiempo se viene desarrollando un distanciamiento entre los dos gobiernos, provocado por la cuestión palestina, en las vísperas del acto criminal estaban previstas operaciones conjuntas de entrenamiento militar, las que tuvieron que ser suspendidas. El gobierno islámico de Turquía le está ganando la partida en las fuerzas armadas al ala kemalista que tiene vínculos estrechos con Israel. Orientado hacia los negocios en Medio Oriente y el Asia turcómana (en especial, la ex soviética), el gobierno turco ha ido realineando su política, pero sin nunca romper con Israel. Se trata de un realineamiento obligado, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos, ante el fracaso de su ingreso a la Unión Europea. Pero al gobierno de Obama, todo esto le ha creado un problema fenomenal por la vecindad geográfica y política de Turquía con Irak. Queda flotando el interrogante de si Netanhayu y sus secuaces, junto a un sector del ‘establisment’ norteamericano, no están apostando a un golpe militar en Turquía –que, creemos, sería una acción de desesperación y traería como consecuencia un desastre para el imperialismo y la creación de una situación revolucionaria.
Homenaje
Queremos rendir nuestro homenaje a todos los voluntarios del convoy humanitario a Gaza y a sus mártires, y asociarnos a su decisión de armar otra caravana similar. Solamente una minoría terriblemente pequeña de personalidades y activistas de la izquierda sionista ha condenado el crimen y se ha solidarizado, desde el comienzo, con la caravana. La próxima vez deberán estar arriba de los buques.
• Levantamiento incondicional del bloqueo de Gaza.
• Retiro de las fuerzas de ocupación de Cisjordania.
• Libertad a los miles de presos palestinos en las cárceles sionistas.
• Que el Congreso rechace el acuerdo de libre comercio Israel-Mercosur.
• Derecho al retorno de todos los palestinos expulsados de sus tierras.
Jorge Altamira
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