jueves, 1 de abril de 2010

El pago de la deuda externa ‘reanima’ a los K

El kirchnerismo festejó la resolución judicial que libera las reservas para pagar la deuda como si se tratara del pasaje a la final del próximo mundial de Sudáfrica. Con igual ímpetu, los funcionarios celebran el nuevo canje de la deuda. Los diarios oficialistas hablan de un “renacimiento” del gobierno. El tubo de oxígeno para el gobierno “nac & pop” habría sido suministrado por los banqueros y los fondos buitres.
Bicicleta
Aunque la palabra “desendeudamiento” sea la más usada en el diccionario oficial, la “alegría” de funcionarios y especuladores tiene que ver con lo contrario, o sea con la expectativa de abrir una nueva escalada de endeudamiento. “Volvimos al mundo” tituló el oficialista Crónica la noticia de la liberación de las reservas por parte del poder judicial. El banco Barclays, coordinador del nuevo canje, ha salido a recomendar la compra de títulos argentinos en pesos indexados, en los que la combinación de un “tipo de cambio relativamente estable” y la inflación brindaría rendimientos de hasta el 15% anual. El “reacomodamiento de precios” es funcional a este “festival de bonos”. No sorprende, entonces, que los fondos especulativos se estén “sacando de las manos” los títulos de deuda celeste y blanca en las mesas de dinero de las principales plazas del mundo. Los nacionalistas “K” están construyendo una bicicleta financiera que enrojecería de envidia a Martínez de Hoz, Walter Klein o Cavallo.
La oposición
Paradójicamente, el primero en aprovechar esta “vuelta a los mercados” fue el odiado Mauricio Macri, que salió a colocar 500 millones de dólares a la usuaria tasa del 12,5% anual. Los bonos de Macri serán una referencia para el pelotón de gobernadores de provincias en quiebra. La bancarrota en ciernes de las provincias está sirviendo para montar un gigantesco negocio especulativo. El endeudamiento de los opositores revela porqué el congreso es incapaz de frenar el manoteo oficial de las reservas. Todos los partidos capitalistas, con su pelotón de gobernadores y parlamentarios, quieren colgarse del “festival de bonos”.
Pero los “mercados” ya alertaron que el canje no será suficiente. El gobierno debería pasar por el Club de París y pagar una deuda estatizada por la dictadura militar. Precisamente, esto es lo que acaba de anunciar el ministro Randazzo.
Presupuesto “de excepción”
Con semejante montaña de facturas a pagar, no sólo las reservas deberán ser hipotecadas. Todo el presupuesto nacional es un instrumento de pago de la vieja y nueva deuda externa. La amenaza de derogar el impuesto al cheque, o de vetar su reparto a las provincias, apunta a gobernar por medio de un “estado de excepción”. El gobierno estudia “no aprobar el próximo presupuesto (en el Congreso) y trabajar con el esquema fiscal vigente en este 2010” (Ámbito, 30/3). Raúl Alfonsín apeló al mismo recurso de emergencia. Con estas extorsiones, los Kirchner quieren forzar a la UCR y a una parte del peronismo disidente a un acuerdo político que les permita llegar hasta el 2011. O sea a colaborar con un régimen de gobierno por decreto.
La vida por Repsol
El salvoconducto que tramitan los Kirchner para llegar a 2011 es todavía más amplio. Los Kirchner acaban de beneficiar a Repsol con un nuevo acuerdo para la compra de gas a Bolivia, por un lado, y con la extensión de los contratos petroleros en Santa Cruz hasta el año 2027, por el otro. En lo que dura un relámpago, el patrimonio de Repsol se valorizó varias veces para impedir que pueda ser absorbido por un competidor, o para permitir que sus accionistas madrileños –que se encuentran en quiebra debido al derrumbe del mercado inmobiliario- puedan acceder a financiación gracias a que tienen mayores garantías. Esta política anuncia una mayor liberalización del mercado petrolero argentino (aumento de precios).
Los K buscan salvarse por medio del “reendeudamiento tardío”, o sea, mientras en todo el mundo la deuda quiebra a los Estados. El canje aumentará en más de 10 mil millones de dólares la deuda, pero más significativa será la nueva carga de intereses, que no admite alargamiento de plazos. Este reforzamiento de la hipoteca nacional es incompatible con la mejora social de los trabajadores, jubilados y desocupados. La lucha por un aumento real de salarios en las paritarias y por su ajuste por inflación choca de frente con la política oficial y plantea de un modo objetivo la necesidad de una alternativa de conjunto.

Marcelo Ramal

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