jueves, 21 de enero de 2010

El Pacto de Olivos de los Kirchner

O cuidado con las segundas partes

La Presidenta va a realizar su sueño (¿de piba?), que es repetir la historia como una farsa. La opinión pública lo intuyó cuando calificó a la crisis política del verano del bicentenario como “un culebrón”. Es que todos, oficialistas y opositores, coinciden en que hay que seguir pagando la deuda usuraria, y la mayoría de ellos está de acuerdo en hacerlo con un crédito de las reservas del Banco Central. Las páginas de Ámbito Financiero abundan con opiniones favorables por parte de consultores de grandes empresas y capitales. Lo reclaman los banqueros, los capitalistas, las entidades empresarias. El Fondo del Bicentenario lo inventó un agente de la banca internacional y candidato ‘in pectore’ del kirchnerismo, Mario Blejer, con dos décadas a cuestas como funcionario del FMI. Argentina ha retrocedido a tal extremo que, nuestros nacionales y populares no encuentran otras fuentes de inspiración. Ni siquiera Redrado se opone al manotazo, sólo pide que lo apruebe el Congreso y que en lugar de transferirlo al Tesoro el fondo se quede en el Central como garantía del pago de la deuda.
En torno a estas presiones se ha ido armando un acuerdo entre los K y la UCR, cuyo antecedente más próximo es el que alcanzaron por la reforma política proscriptiva. Los radicales están dispuestos a convalidar los decretos de necesidad y urgencia en el Congreso. Un lobbista de la Asociación de Bancos, Christian Colombo, oficia de enlace con la UCR en su condición de radical y ex mandamás en el gobierno de De la Rúa, para que salga el fondo bicentenario. Pero los K no pueden quedar agarrados de la UCR, si no obtienen la salida de Cobos. Por eso la Presidenta realizó el martes pasado una maniobra a dos puntas: por un lado, convocó a la bicameral que asesora sobre decretos de necesidad y urgencia, y decidió, por el otro, meter presión para que se vaya Cobos con el anuncio de que no viaja a China para no transferirle el mando. Todo indica que la bicameral (¡presidida por Cobos!) está dispuesta a convalidar el decreto contra Redrado, pero no sin antes citar a Redrado para que haga su descargo. Así, el culebrón continúa. Lo que queda por verse es si los K están dispuestos a ir a fondo en la apretada a la UCR, como sería convocar a un plebiscito para decidir si Cobos debe seguir en la vice-presidencia, esto en el caso que la comisión bicameral rechace el decreto que destituyó a Redrado, o que dé largas al asunto. Los K reclamarían, en la variante del plebiscito, que Macri, Carrió y una parte de la UCR apoye la salida de Cobos, como lo vienen haciendo en las declaraciones. Como se ve, la tentativa de armar un nuevo pacto de Olivos, recurriendo a la misma amenaza que utilizó Menem contra Alfonsín, o sea convocar a un plebiscito, podría acabar en un desastre. Es instructiva, por otro lado, que la Presidenta prefiera poner a examen, ante la bicameral, el decreto que echa a Redrado y no el que crea el Fondo del endeudamiento (no desendeudamiento), o sea que ya ha llegado a un acuerdo para cambiar algunos de sus términos (lo cual lo hace caduco).
El centroizquierdismo balconea la crisis desde afuera, refugiado en la consigna de que el Congreso forme una comisión para investigar la deuda externa. La UCR y Carrió respondieron que sí, y hasta el marido de la Presidenta desautorizó a su esposa coqueteando con una aprobación. Tendríamos en este caso la solución Perón: cajonear un reclamo formando comisiones. Los líderes de Proyecto Sur no asistieron a la conferencia de prensa que anunció una marcha para el vienes por el no pago de la deuda. O sea que le hurtan el bulto. ¿Qué conclusión sacarán los izquierdistas que se empeñaron en organizar la marcha por la expectativa de una presencia estelar de Solanas? Sea como fuere, Proyecto Sur continúa su trabajo de armar un frente con Binner, Juez e incluso Stolbizer –tres inconmovibles partidarios de pagar la usura. La transparencia del binomio Solanas-Lozano deja que desear. En la Convención Constituyente de 1994 Solanas votó la cláusula del Pacto de Olivos que estableció los decretos de necesidad y urgencia, sin condicionarlos a ninguna investigación de la deuda.
Las noticias del miércoles, dando cuenta de un déficit fiscal en 2009, que sería de 40 mil millones de pesos si se le descuentan los aportes de la Anses y las ganancias del Banco Central y se le suman los déficits de las provincias, demuestran que los K no tienen recursos para pagar la deuda externa sin recurrir a nuevas deudas, o sea a someterse a los mercados internacionales. Es lo que se llama una situación de cesación de pagos. El mismo panorama aparece si dejamos el Presupuesto y vamos al balance del Banco Central, esto porque sus reservas netas serían negativas si se computan los préstamos contraídos con la banca local y con el Banco de Basilea. Es cierto que los pronósticos hablan de un superávit comercial, para 2010, de 15 mil millones de dólares, lo mismo que hay que pagar por capital e intereses de la deuda pública. Pero la crisis fiscal que se extiende en Europa (Islandia acaba de aprobar la realización de un referendo para no pagar su deuda, que será ganado en forma abrumadora) hace prever una salida de capitales de los países emergentes. De lo que se concluye que no se sale de la crisis haciendo números sino poniendo fin a las condiciones sociales que han llevado a este derrumbe. Que Argentina haya entrado en la enésima crisis de la deuda y en una crisis política más del régimen construido para pagarla, es la prueba irrefutable de que la sociedad ha entrado en una contradicción irremediable con las condiciones existentes. Se trata de sacar las conclusiones políticas de esta evidencia.
Jorge Altamira

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