Una huelga contundente y consecuente enseña sobre la situación política mucho más que las escaramuzas parlamentarias.
El paro general del Subte, el martes 10, marcó una derrota sin atenuantes del gobierno kirchnerista. El gobierno se había jugado resueltamente contra el paro y contra la reivindicación de un sindicato propio de los obreros del Subte, sin importarle las leyes y fallos judiciales que respaldan a los trabajadores. La prioridad para el gobierno es la burocracia sindical de los Moyano y compañía, que sirven al Estado y a las patronales para enfrentar a los trabajadores. Un ejemplo: por los mismos días el burócrata de la UOM, Caló, explicaba por qué la CGT no reclamaría aumentos salariales en el final del año, mientras las ganancias, los bonos y la Bolsa no paran de subir. Esta burocracia avaló la declaración de ‘servicio esencial’ para el subte, a sabiendas de que se trata de un arma contra el derecho de huelga y que tiene su origen en las dictaduras militares. La determinación de los obreros de Metrovías desnudó la falacia del gobierno que se pavonea con los pobres y “excluidos”. La huelga del Subte es la segunda derrota del gobierno y de la burocracia en un breve período de tiempo, luego del fracaso en la tentativa de hacer firmar la ‘paz social’ a los obreros de Kraft. En la derrota quedó también arrastrada la burocracia de la CTA, la cual, como ocurriera en Kraft, no movió ni la décima parte del aparato que jugó para apoyar a Milagro Sala. Los voceros de la CTA en el subte evitaron las luminarias de la TV, porque han sido arrastrados a esta lucha como consecuencia del fracaso de las maniobras del ministerio para conseguir la ‘simple inscripción gremial’ (no confundir con la personería sindical).
El paro general del Subte, el martes 10, marcó una derrota sin atenuantes del gobierno kirchnerista. El gobierno se había jugado resueltamente contra el paro y contra la reivindicación de un sindicato propio de los obreros del Subte, sin importarle las leyes y fallos judiciales que respaldan a los trabajadores. La prioridad para el gobierno es la burocracia sindical de los Moyano y compañía, que sirven al Estado y a las patronales para enfrentar a los trabajadores. Un ejemplo: por los mismos días el burócrata de la UOM, Caló, explicaba por qué la CGT no reclamaría aumentos salariales en el final del año, mientras las ganancias, los bonos y la Bolsa no paran de subir. Esta burocracia avaló la declaración de ‘servicio esencial’ para el subte, a sabiendas de que se trata de un arma contra el derecho de huelga y que tiene su origen en las dictaduras militares. La determinación de los obreros de Metrovías desnudó la falacia del gobierno que se pavonea con los pobres y “excluidos”. La huelga del Subte es la segunda derrota del gobierno y de la burocracia en un breve período de tiempo, luego del fracaso en la tentativa de hacer firmar la ‘paz social’ a los obreros de Kraft. En la derrota quedó también arrastrada la burocracia de la CTA, la cual, como ocurriera en Kraft, no movió ni la décima parte del aparato que jugó para apoyar a Milagro Sala. Los voceros de la CTA en el subte evitaron las luminarias de la TV, porque han sido arrastrados a esta lucha como consecuencia del fracaso de las maniobras del ministerio para conseguir la ‘simple inscripción gremial’ (no confundir con la personería sindical).
La ‘gran Perón’
Las luchas que impulsan y dirigen los activistas sindicales que se oponen a la burocracia, y las movilizaciones masivas que emprende el movimiento de trabajadores desocupados, ponen de manifiesto por dónde pasa el proceso político que permite a los trabajadores enfrentar la crisis del capitalismo. Semejante evolución de las masas coloca al gobierno ‘nac & pop’ ante la madre de todas las encrucijadas: el cuestionamiento a su gestión desde la izquierda, desde los explotados. La utopía reaccionaria de volver a establecer un frente nacional, donde la burguesía maneje la batuta y se lleve la plata y los obreros deban someterse a los caudillos nacionalistas, ha sufrido duros golpes. Es a la luz de esto que debe entenderse el renunciamiento a la renuncia al PJ, por parte de Kirchner, y la convocatoria de Moyano a un acto ‘anti-golpista’ – al que seguramente llevará al ex presidente pingüino. El oficialismo necesita con desesperación aparatear el proceso político, en especial cuando a la crisis económica se le agrega la pérdida de su mayoría parlamentaria.
La convocatoria de Moyano hace recordar a la que llamó Perón el 12 de junio de 1974, también contra un golpe inexistente, luego que expulsara a la JP de la Plaza el 1º de Mayo de ese año. Los comentaristas de la época y la propia JP interpretaron la movida de Perón como un guiño a la izquierda luego del volantazo hacia la derecha que significó la entrega de las llaves del gobierno a la camarilla de López Rega y el golpe policial en Córdoba (‘navarrazo’) contra el gobierno de la izquierda peronista. También en aquel año se enseñoreaba la crisis mundial y el derrumbe del pacto social – luego de dos años de disparada de los precios de exportación. La tentativa de Perón de desviar la línea fundamental de su gobierno con un ropaje antiimperialista fracasó sin atenuantes. En menos de un año estallarían el rodrigazo y la huelga general de junio-julio. Lo que la pareja Kirchner-Moyano pretende hacer ahora empalidece como una jugarreta; tampoco la polarización política ha llegado a los extremos de aquellos años. Pero si el ritmo no es el mismo, la dirección de los acontecimientos es inconfundible. Hugo Moyano vuelve a sus orígenes, aunque esto no sea ya estrictamente posible, luego de haber intentado promover una renovación de la burocracia sindical peronista desde mediados del gobierno de Menem – recordemos, junto a la CTA y la CCC.
Sí me importa tu pasado
Hace 35 años, llevamos adelante una campaña bastante exitosa para boicotear la convocatoria de Perón. Tuvimos razón, pues ese gobierno era el nido de las serpientes. Ahora las cosas son menos complejas y las posibilidades son mayores: hay que plantear, claro y alto, la lucha por la autonomía política de la clase obrera frente al nacionalismo, sea burgués o pequeño burgués. El nacionalismo se ha convertido en una teta estéril a fuerza del uso y abuso de ella por parte de los enemigos del proletariado y del socialismo. La autonomía política del proletariado es la tarea común fundamental en toda América Latina, donde los ‘socialismos’ de distinto signo (indígena, igualitario, bolivariano), que apenas disimulan el nacionalismo de contenido burgués, enfrentan crisis terminales en grado diferente. Lo único que puede impedir un retorno del gorilaje adornado con derechos humanos y transparencia es un movimiento político dirigido por la clase obrera.
Precisamente será ese el eje político de la Conferencia Sindical del Partido Obrero que tendrá lugar el fin de semana próximo.
Jorge Altamira
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