El senador Roberto Giustiniani justificó su voto a favor de la Ley de Medios “porque se abren aspectos que los socialistas siempre planteamos”, como “por ejemplo, el ingreso de las cooperativas” (El Cronista, 12/10). El punto no tiene desperdicio o es, en sí mismo, un desperdicio.
En primer lugar, porque la declarada “posición histórica” del Partido Socialista de “reemplazar una ley de la dictadura” (ídem) se fundamenta en las posibilidades que se le abrirían al cooperativismo mediante una ley aprobada en 1973... bajo otra dictadura, la del general Lanusse (ley 20.337). Se olvidó Giustiniani de recordar que el Partido Socialista apoyó en su momento “histórico” a todas las dictaduras.
Pero, además, la defensa “socialista” de las cooperativas de luz y de agua, que ahora “van a tener medios de comunicación”, es un escándalo y un encubrimiento de un formidable negocio en dos escalas.
Por un lado, porque tales empresas cooperativas son en muchos casos un negocio de camarillas capitalistas que negrean a sus trabajadores, pagan salarios de miseria y castigan con sus tarifas a los usuarios del interior, encima con la provisión de un servicio limitado (hasta tienen cronogramas diarios de cortes). En eso se resume el aporte “a la solidaridad de la comunidad” de estas pymes.
Por el otro, porque el acceso a la televisión por cable de las cooperativas del interior se dará a través del alquiler de la infraestructura que concentran los monopolios de las telefónicas. Es decir que, en defensa del pequeño propietario, Giustiniani vota por garantizar el negocio de los grandes (todo parecido con el apoyo al “pequeño productor rural” y a la patronal agraria no es mera coincidencia).
Giustiniani dice que con esta ley ni “se alcanza el paraíso mediático” ni “se termina la libertad de expresión”. El “ninismo” de su definición es una coartada para disimular su voto por una ley capitalista de medios.
Santiago Gándara
En primer lugar, porque la declarada “posición histórica” del Partido Socialista de “reemplazar una ley de la dictadura” (ídem) se fundamenta en las posibilidades que se le abrirían al cooperativismo mediante una ley aprobada en 1973... bajo otra dictadura, la del general Lanusse (ley 20.337). Se olvidó Giustiniani de recordar que el Partido Socialista apoyó en su momento “histórico” a todas las dictaduras.
Pero, además, la defensa “socialista” de las cooperativas de luz y de agua, que ahora “van a tener medios de comunicación”, es un escándalo y un encubrimiento de un formidable negocio en dos escalas.
Por un lado, porque tales empresas cooperativas son en muchos casos un negocio de camarillas capitalistas que negrean a sus trabajadores, pagan salarios de miseria y castigan con sus tarifas a los usuarios del interior, encima con la provisión de un servicio limitado (hasta tienen cronogramas diarios de cortes). En eso se resume el aporte “a la solidaridad de la comunidad” de estas pymes.
Por el otro, porque el acceso a la televisión por cable de las cooperativas del interior se dará a través del alquiler de la infraestructura que concentran los monopolios de las telefónicas. Es decir que, en defensa del pequeño propietario, Giustiniani vota por garantizar el negocio de los grandes (todo parecido con el apoyo al “pequeño productor rural” y a la patronal agraria no es mera coincidencia).
Giustiniani dice que con esta ley ni “se alcanza el paraíso mediático” ni “se termina la libertad de expresión”. El “ninismo” de su definición es una coartada para disimular su voto por una ley capitalista de medios.
Santiago Gándara
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