jueves, 19 de marzo de 2009

A 35 años del Villazo

Lecciones actuales de una huelga histórica

A comienzos de marzo de 1974, la burocracia de la Unión Obrera Metalúrgica en todas sus fracciones (su secretario general, Lorenzo Miguel; el ministro de Trabajo, Ricardo Otero, y el gobernador de Buenos Aires, Victorio Calabró) se había puesto de acuerdo para que las elecciones del gremio, que comenzaban el lunes 4, tuvieran lista única en todas las seccionales.
Sólo hubo una excepción: Villa Constitución, Santa Fe.
Allí, los obreros de Acindar, Metcon y Marathon sostenían el proceso fortísimo de recuperación de las organizaciones sindicales ,acelerado a partir del Cordobazo. La seccional de Villa se encontraba intervenida por el secretariado nacional y, ante la segura victoria de la oposición, las elecciones se postergaron.
La burocracia estaba obligada a ejecutar ese tipo de maniobras, porque "la seccional que pasare a la dirección de una corriente combativa se iba a transformar, inevitablemente, en un polo de reagrupamiento más vasto de todo el activismo clasista y antiburocrático y, por sobre todas las cosas, en un poderoso canal por donde se expresarían las aspiraciones obreras contra el pacto social" (Política Obrera 187, 16/3/1974).
El 7 de marzo, la burocracia se jugó todo en una maniobra fallida. Ese día, los interventores recorrieron Acindar para convencer a los obreros de que debían destituir a la CI "porque son comunistas y hay que poner una interna peronista".
Los trabajadores los echaron de mala manera, pero la empresa -telegrama de la UOM en mano-, convocó a los delegados para comunicarles que ya no les reconocería esa condición porque el sindicato los había destituido. El que los citó fue el gerente de Personal, Pedro Aznarez, un tipo de múltiples vínculos con la Triple A como se vería al año siguiente.
En definitiva, la patronal del pulpo siderúrgico, su gerente José Alfredo Martínez de Hoz, el gobierno del general Perón, Lorenzo Miguel y la Triple A se unían en una política represiva común y coordinada contra los obreros de Acindar.
Entonces empezó una huelga histórica.
Esa misma tarde, una asamblea masiva decidió el paro y no sólo el paro: "La extraordinaria ocupación de fábrica de Acindar... se extendió a Marathon, a Metcon, y la huelga general abrazó no sólo al conjunto del proletariado de la zona sino a la totalidad de la población... la huelga se ha extendido a poblaciones vecinas, donde viven obreros de Acindar. Las asambleas en la fábrica ocupada se realizan con la participación de los familiares de los trabajadores... se acaban de anunciar movimientos huelguísticos en fábricas de ATE de Rosario. Una sola seccional metalúrgica se ha transformado en eje de la lucha nacional, en un Sitrac-Sitram. Por eso los Calabró, Miguel y Otero proscribieron en toda la línea, con el aval de Perón y de las patronales" (ídem).
Los viejos métodos, la gran victoria
Difícilmente aquellos trabajadores habrían podido hacer frente solos a la coalición que los agredía, pero - como queda dicho- , rápidamente el conflicto se extendió a Metcon (destituyó en asamblea a la interna burocrática) y a Marathon. Comenzaron las asambleas conjuntas, en principio de los obreros pero enseguida también de sus familiares y luego de los pobladores. Esto es: surgían organismos asamblearios de todo el pueblo, dirigidos por la clase obrera. El paro se amplió a toda Villa, incluido el comercio. Villa Constitución entera estaba en huelga.
La lucha, no obstante, no se circunscribió a Villa. Se extendió a otras ciudades de la zona y a otros gremios: aceiteros, portuarios, maestros santafecinos, bancarios y transportistas, entre otros. En Villa Constitución, la decisión obrera de pelear a fondo se advertía en los modos de organización de los huelguistas: hubo barricadas internas en las fábricas y control estricto de las entradas, piquetes en los ingresos de la ciudad y vagones ferroviarios cruzados en las vías, además de tanques con solventes y materiales explosivos, listos para ser detonados en cuanto fuera necesario (razonablemente, los obreros se preparaban para un muy posible asalto de la patota burocrática y de la policía).
El sábado 16, cuando el movimiento estudiantil llevaba la lucha de Villa Constitución al centro de Rosario y el conflicto se transformaba rápidamente en cuestión nacional, el gobierno, la empresa y la burocracia tuvieron que rendirse, al menos por el momento.Ese día se firmó un acta por la cual el secretariado de la UOM se comprometía a normalizar la seccional en seis meses y a elegir comisiones internas y delegados en 45 días. La huelga había vencido y en la tarde de aquel sábado casi 12 mil personas -todo el pueblo- marcharon desde las fábricas hasta la plaza principal.
La victoria se había obtenido con los métodos históricos de la clase obrera: huelga, ocupación, asambleas, toma de rehenes, piquetes, brigadas de autodefensa, control físico de las plantas y de los puntos clave de la localidad, barricadas, asambleas populares y, sobre todo, la decisión política de ir a fondo y de extender la lucha.
"Lo de Villa Constitución ha significado la derrota de una de las burocracias sindicales más fuertes, represivas y fraudulentas de todo el movimiento obrero argentino. Villa Constitución logró detener, a través de los métodos clasistas de las ocupaciones fabriles y de la democracia obrera, una ofensiva de la burocracia de la UOM que tuvo sus manifestaciones en todo el país. En este caso, una lucha que comenzó siendo defensiva (contra la expulsión del sindicato de varios delegados de Acindar), se convirtió en una victoria que hizo retroceder a la burocracia hasta más allá de sus posiciones iniciales" (Política Obrera 188, 23/3/1974).
Por supuesto, Villa no podía sostenerse aislada, independientemente del curso general de las luchas obreras; y era para toda la patronal el gran punto a apuntar. Ya se vería eso en la represión brutal que se descargó allí el año siguiente.
Pero la huelga de marzo de 1974 deja su enseñanza más importante: la victoria era posible.
Alejandro Guerrero
Publicado en Prensa Obrera nº 1075

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