200 despidos y un 60% de reducción salarial
La asamblea de trabajadores de Siderar aprobó el acuerdo alcanzado entre la UOM, la empresa y el Ministerio de Trabajo. A partir de ahora, sólo trabajarán dos de cada cuatro semanas y cobrarán tres.
"No estamos enteramente felices, pero tenemos la tranquilidad de que los compañeros están adentro", justificaron los burócratas. Pero el deber del sindicato no es simplemente que los obreros sigan adentro sino que se respeten sus derechos.
La versión oficial es que los salarios sufrirán una reducción del 25 por ciento, pero lo cierto es que la patronal ha impuesto condiciones superleoninas, con la complicidad de la dirección sindical.
Los sueldos de bolsillo que los trabajadores venían cobrando, antes del conflicto, eran de alrededor de 4.000 pesos. Los compañeros de Siderar ya sufrieron una primera poda en noviembre del año pasado cuando la jornada laboral de 76 horas semanales pasó a 40. Ahora este acuerdo consagra una segundo recorte de modo que "de los 4.000 pesos mensuales que redondeaban muchos albañiles aprovechando la amplia oferta de horas extra y premios, ahora sus sueldos se aplastaran entre 1.200 y 1.700 pesos netos" (La Capital, 10/2). Es decir, que la poda real es del 60 y hasta el 70 por ciento. De un plumazo, los sueldos han quedado reducidos a ingresos de indigencia, por debajo de la línea de la pobreza. No es así como el sindicato debe defender que la crisis capitalista no la paguen los obreros.
La amenaza de que el gobierno estaría estudiando la "nacionalización de la empresa" resúltó un fraude periodístico de Verbitsky. Techint tiene sobradas condiciones para hacer absorber el parate industrial actual, culminar las obras de ampliación de los hornos o en todo caso hacerse cargo de los salarios obreros sin necesidad de reducción alguna. Siderar, específicamente, venia arrojando ganancias récord como se constata en sus últimos balances comerciales. En todo caso, si la crisis capitalista paraliza la producción de acero, ello se debe a que el gobierno no tiene un plan alternativo.
Techint, de acuerdo con lo que ha trascendido, utilizó de entrada la amenaza de la paralización de las obras y los despidos para forzar los buenos oficios del gobierno kirchnerista ante Chávez, acerca de Sidor. La patronal ha vuelto a reiterar que no "va a sacar los pies del freno" (en la construcción de los hornos) hasta tanto "Chávez pague".
Todo esto demuestra que este acuerdo está lejos de cerrar el conflicto. La patronal no respetará los puntos alcanzados. Por lo pronto, ya hay 200 compañeros de los 2.400 que han quedado afuera. "100 ya aceptaron el retiro voluntario y otros 100 no ingresan en el esquema" (Clarín, 9/2). En otras palabras, ya tenemos despidos en los hechos, aunque se los quiere presentar como voluntarios. Esta tendencia se va a acentuar. En otras palabras, este acuerdo no preserva los puestos de trabajo.
Que se repartan los horas de trabajo disponibles, sin afectar el salario. Si Techint pretende condiciones leoninas para su funcionamiento, hay que expropiarla y que funcione bajo el control de los trabajadores.
Pablo Heller
La asamblea de trabajadores de Siderar aprobó el acuerdo alcanzado entre la UOM, la empresa y el Ministerio de Trabajo. A partir de ahora, sólo trabajarán dos de cada cuatro semanas y cobrarán tres.
"No estamos enteramente felices, pero tenemos la tranquilidad de que los compañeros están adentro", justificaron los burócratas. Pero el deber del sindicato no es simplemente que los obreros sigan adentro sino que se respeten sus derechos.
La versión oficial es que los salarios sufrirán una reducción del 25 por ciento, pero lo cierto es que la patronal ha impuesto condiciones superleoninas, con la complicidad de la dirección sindical.
Los sueldos de bolsillo que los trabajadores venían cobrando, antes del conflicto, eran de alrededor de 4.000 pesos. Los compañeros de Siderar ya sufrieron una primera poda en noviembre del año pasado cuando la jornada laboral de 76 horas semanales pasó a 40. Ahora este acuerdo consagra una segundo recorte de modo que "de los 4.000 pesos mensuales que redondeaban muchos albañiles aprovechando la amplia oferta de horas extra y premios, ahora sus sueldos se aplastaran entre 1.200 y 1.700 pesos netos" (La Capital, 10/2). Es decir, que la poda real es del 60 y hasta el 70 por ciento. De un plumazo, los sueldos han quedado reducidos a ingresos de indigencia, por debajo de la línea de la pobreza. No es así como el sindicato debe defender que la crisis capitalista no la paguen los obreros.
La amenaza de que el gobierno estaría estudiando la "nacionalización de la empresa" resúltó un fraude periodístico de Verbitsky. Techint tiene sobradas condiciones para hacer absorber el parate industrial actual, culminar las obras de ampliación de los hornos o en todo caso hacerse cargo de los salarios obreros sin necesidad de reducción alguna. Siderar, específicamente, venia arrojando ganancias récord como se constata en sus últimos balances comerciales. En todo caso, si la crisis capitalista paraliza la producción de acero, ello se debe a que el gobierno no tiene un plan alternativo.
Techint, de acuerdo con lo que ha trascendido, utilizó de entrada la amenaza de la paralización de las obras y los despidos para forzar los buenos oficios del gobierno kirchnerista ante Chávez, acerca de Sidor. La patronal ha vuelto a reiterar que no "va a sacar los pies del freno" (en la construcción de los hornos) hasta tanto "Chávez pague".
Todo esto demuestra que este acuerdo está lejos de cerrar el conflicto. La patronal no respetará los puntos alcanzados. Por lo pronto, ya hay 200 compañeros de los 2.400 que han quedado afuera. "100 ya aceptaron el retiro voluntario y otros 100 no ingresan en el esquema" (Clarín, 9/2). En otras palabras, ya tenemos despidos en los hechos, aunque se los quiere presentar como voluntarios. Esta tendencia se va a acentuar. En otras palabras, este acuerdo no preserva los puestos de trabajo.
Que se repartan los horas de trabajo disponibles, sin afectar el salario. Si Techint pretende condiciones leoninas para su funcionamiento, hay que expropiarla y que funcione bajo el control de los trabajadores.
Pablo Heller
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