Con gran destaque, el PCR defiende en tres páginas de su periódico el supuesto acto de "unidad de obreros y chacareros" realizado en Villa Constitución. El PCR fuerza los hechos y le da a la maniobra de Piccinini, de llevar a los obreros a un acto con la Mesa de Enlace de la soja, un "alcance histórico". En realidad, tiene menos vuelo que un tractor.
"La única política que tiene futuro, hoy, es la que mostró Villa Constitución, confluyendo en la lucha, con las multisectoriales, haciendo avanzar la unidad obrera y popular, patriótica (sic) y democrática, por el camino del Argentinazo y la rebelión agraria, para imponer una política y un gobierno que le hagan pagar la crisis a los que se llenaron los bolsillos con el hambre y la entrega" (Editorial, Hoy, 21/1).
A pesar de esta pomposa sentencia, lo que dice el PCR es pura fantasía. Como ya informáramos en Prensa Obrera, la propuesta de "unidad con la mesa de enlace" no se había votado en ninguna asamblea, desconocía el "acto programado" por los trabajadores y los oradores invitados al mismo.
La directiva de la UOM de Villa Constitución decidió ligar en forma inconsulta los reclamos obreros a los reclamos de los capitalistas del campo. Pero los trabajadores se resistieron desde el comienzo de la jornada a que se les cambiara un corte de varias horas contra los despidos, las suspensiones y las rebajas salariales, por un acto con la patronal agraria, que en definitiva tiene, desde el punto de vista económico, el mismo reclamo que las grandes patronales: eliminar retenciones a la soja y devaluar el peso.
La iniciativa propiciada por Piccinini e idealizada por el PCR pretendió llevar a sectores obreros a la rastra de la patronal enfrentada con el gobierno, pero enseguida Piccinini se convirtió en agente de la extorsión del gobierno para imponer "diez puntos" de despidos, suspensiones y rebaja de sueldos. No se había secado la tinta del editorial del PCR cuando el "inventor" de la movida de de "unidad popular patriótica y democrática en el camino del argentinazo y la rebelión agraria" estaba sentado con Calo, Brunelli y Tomada, aceptando un acta extorsión que desconocía convenios, aceptaba rebajas salariales, dejaba afuera a los contratados y a las cooperativas y firmaba suspensiones rotativas sin fecha de terminación ni especificaba cantidad de suspendidos. El acta y las intenciones del gobierno eran tan truchas que ya hay nuevos cortes de ruta contra ellos.
Los charlatanes del cachivache obrero-campesino fingen que los que "se enriquecieron con la crisis" no son también los sojeros de la Mesa de Enlace que tienen retenidas 8 millones de toneladas de soja, por lo menos, mientras 'aprietan' para que se les quite las retenciones y devalúen el peso.
Esa mezcla policlasista ha arrimado al PCR a la oposición gorila de la Carrió, al antichavismo rabioso, que le ha endulzado los oídos con la promesa de una candidatura parlamentaria para una de sus figuras en la tercera sección, que incluye a La Matanza, el lugar al que llevaron a los Kirchner, cuando hacían negocios con el matrimonio.
Mirándolo desapasionadamente, preferimos toda la vida que el PCR siga una política abstencionista en materia electoral. Es siempre menos mala que cuando deciden votar. La última vez que lo hicieron fue por Menem.
Juan Ferro
"La única política que tiene futuro, hoy, es la que mostró Villa Constitución, confluyendo en la lucha, con las multisectoriales, haciendo avanzar la unidad obrera y popular, patriótica (sic) y democrática, por el camino del Argentinazo y la rebelión agraria, para imponer una política y un gobierno que le hagan pagar la crisis a los que se llenaron los bolsillos con el hambre y la entrega" (Editorial, Hoy, 21/1).
A pesar de esta pomposa sentencia, lo que dice el PCR es pura fantasía. Como ya informáramos en Prensa Obrera, la propuesta de "unidad con la mesa de enlace" no se había votado en ninguna asamblea, desconocía el "acto programado" por los trabajadores y los oradores invitados al mismo.
La directiva de la UOM de Villa Constitución decidió ligar en forma inconsulta los reclamos obreros a los reclamos de los capitalistas del campo. Pero los trabajadores se resistieron desde el comienzo de la jornada a que se les cambiara un corte de varias horas contra los despidos, las suspensiones y las rebajas salariales, por un acto con la patronal agraria, que en definitiva tiene, desde el punto de vista económico, el mismo reclamo que las grandes patronales: eliminar retenciones a la soja y devaluar el peso.
La iniciativa propiciada por Piccinini e idealizada por el PCR pretendió llevar a sectores obreros a la rastra de la patronal enfrentada con el gobierno, pero enseguida Piccinini se convirtió en agente de la extorsión del gobierno para imponer "diez puntos" de despidos, suspensiones y rebaja de sueldos. No se había secado la tinta del editorial del PCR cuando el "inventor" de la movida de de "unidad popular patriótica y democrática en el camino del argentinazo y la rebelión agraria" estaba sentado con Calo, Brunelli y Tomada, aceptando un acta extorsión que desconocía convenios, aceptaba rebajas salariales, dejaba afuera a los contratados y a las cooperativas y firmaba suspensiones rotativas sin fecha de terminación ni especificaba cantidad de suspendidos. El acta y las intenciones del gobierno eran tan truchas que ya hay nuevos cortes de ruta contra ellos.
Los charlatanes del cachivache obrero-campesino fingen que los que "se enriquecieron con la crisis" no son también los sojeros de la Mesa de Enlace que tienen retenidas 8 millones de toneladas de soja, por lo menos, mientras 'aprietan' para que se les quite las retenciones y devalúen el peso.
Esa mezcla policlasista ha arrimado al PCR a la oposición gorila de la Carrió, al antichavismo rabioso, que le ha endulzado los oídos con la promesa de una candidatura parlamentaria para una de sus figuras en la tercera sección, que incluye a La Matanza, el lugar al que llevaron a los Kirchner, cuando hacían negocios con el matrimonio.
Mirándolo desapasionadamente, preferimos toda la vida que el PCR siga una política abstencionista en materia electoral. Es siempre menos mala que cuando deciden votar. La última vez que lo hicieron fue por Menem.
Juan Ferro
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