El ejército israelí lanzó la "tercera fase" del ataque contra Gaza. Después de los brutales bombardeos aéreos y marítimos, después del ingreso de las divisiones blindadas y el bombardeo de barrios, casas, escuelas, hospitales y mezquitas, la "tercera fase" significará el ingreso de las tropas y los blindados a las zonas más densamente pobladas y el comienzo de operativos casa por casa. Para la operación, el alto mando ya hizo ingresar en Gaza a las divisiones de reservistas, que se suman a los 10.000 soldados que ya están operando en la Franja.
El número de víctimas civiles -hasta el momento 1.000 muertos y 4.000 heridos; un tercio de ellos niños; la inmensa mayoría civiles indefensos- crecerá enormemente en los próximos días.
Los propios militares sionistas lo anticipan. "Estamos utilizando un enorme poder de fuego (y) tácticas muy agresivas en las áreas urbanas (...) que están causando una gran destrucción de la infraestructura civil (...) somos muy violentos", reconoció un oficial israelí (Haaretz, 7/1). Un ejemplo de estas "tácticas agresivas" es el bombardeo de tres escuelas en uno solo día; los cincuenta muertos fueron civiles.
El lanzamiento de la "tercera fase" puso fin a las divergencias existentes en gabinete israelí. Según la prensa, se enfrentaban tres posiciones. El ministro de Defensa Ehud Barak y la canciller Tipzi Livni eran partidarios de un retiro inmediato; Barak con un acuerdo internacional, Livni sin firmar ningún acuerdo. El primer ministro Olmert, en cambio, era partidario de continuar la operación "hasta alcanzar los objetivos". Si estas divergencias efectivamente existían, se impuso la que empuja a llevar la masacre del pueblo palestino hasta el final. Representa un punto de vista ampliamente compartido en la dirección del ejército y los organismos de seguridad. "El general israelí Jair Galant advirtió sobre un ‘error histórico' si la ofensiva se frena en estos momentos y se pronunció a favor de reconquistar parte de la Franja de Gaza en el marco de la ‘fase tres'..." (Ambito Financiero, 12/1).
El lanzamiento de la "fase tres" desmiente que la matanza sea, meramente, una aspecto de la campaña electoral israelí.
La resolución es llevar el operativo a una acción casa por casa y de producir pérdidas civiles mucho más elevadas que las registradas hasta el presente. La operación tiene el objetivo definido hace unos años por el general Moshe Yaalon, jefe del Estado Mayor israelí: "A los palestinos hay que hacerles entender en lo más profundo de su conciencia que son un pueblo derrotado" (El País, 11/1). La masacre de Gaza tendría, pues, una función "didáctica".
Alcanzar nuestros objetivos "puede tomar mucho tiempo", dijo a la prensa el primer ministro Olmert. Pero, precisamente, tiempo no es lo que les sobra a los sionistas. La operación debería concluirse antes de que Obama se haga cargo de la presidencia norteamericana. Para lograrlo, los generales están obligados a acelerar el ritmo de la masacre.
"Cese del fuego"
El lanzamiento de la "fase tres" explica, también, las razones del fracaso de las distintas tentativas de "cese del fuego" discutidas por los diplomáticos internacionales. Israel no está dispuesta a dar por finalizada la operación militar hasta tanto logre sus objetivos políticos en la Franja; en estas condiciones, sólo aceptaría un ‘cese del fuego' que significara una rendición incondicional de la resistencia palestina.
La resolución de ‘cese del fuego' votada en la ONU no establece el fin de la ocupación militar israelí (sino su ‘retiro progresivo') ni la apertura de las fronteras (sino el ingreso de ‘ayuda humanitaria'). Israel la rechazó porque significaría la continuidad de Hamas en el gobierno de Gaza.
El gobierno norteamericano se abstuvo, lo que significa que avaló en la práctica el rechazo israelí y la continuidad del operativo militar.
También fracasó el ‘cese del fuego' que negociaban Egipto y Francia en El Cairo. "No es suficiente para Israel", declaró un vocero diplomático. Las negociaciones, se sinceró un diplomático europeo, no van a ningún lado" (Financial Times, 9/1). El fracaso de las negociaciones abrió una crisis política entre Israel y Egipto.
"Ninguna potencia extranjera puede dictar a Israel las condiciones de su seguridad", declaró Olmert al rechazar el ‘cese del fuego' votado en la ONU. Israel boicoteó las negociaciones para quedar con las manos libres para llevar la ofensiva hasta el final.
Obama ya está ‘trabajando'
Para lanzar la ofensiva, el Estado sionista ha contado con el respaldo de todo el arco político israelí e internacional. Pero ni esto ni el inmenso poder de fuego de su ejército habrían alcanzado sin el respaldo incondicional de Barack Obama, que a todos los efectos prácticos actúa como el verdadero presidente norteamericano.
Obama no sólo ha realizado declaraciones a favor de Israel durante toda la campaña electoral; no sólo ha llenado su gobierno de reconocidos sionistas -su vicepresidente, Joseph Biden, es un decidido sionista, al igual que su canciller Hillary Clinton; el jefe de gabinete es Emmanuel Rahm, ciudadano israelí y veterano del ejército sionista; su enviado a Medio Oriente es Dennis Ross, otro firme defensor del sionismo. Lo central es que los hombres de Obama ya están actuando a favor de Israel.
El hombre que designó al frente del Pentágono, Robert Gates, ya está en funciones porque es el secretario de Defensa de Bush.
Como consejero de Seguridad Nacional designó a Jim Jones, un general de los marines en retiro. El hombre tiene una vasta experiencia en el Medio Oriente ya que fue enviado por el gobierno de Bush para entrenar y encuadrar a las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas. "Los israelíes esperan que la continuidad diplomática venga con Jim Jones", señala un corresponsal (Corriere della Sera, 10/1). Más directo, Amir Oren, periodista de Haaretz, señala que "durante esta semana, la voz que se oye es la de (Condoleezza) Rice pero las manos que se mueven son las de Jones. La estrategia ya está coordinada con la nueva administración" (ídem). En otras palabras, la política de respaldo incondicional de Estados Unidos a la masacre sionista en Gaza la dicta, directamente, Barack Obama.
"Dieciocho meses de tranquilidad en el sur es un logro que puede darle a Israel el tiempo para tratar con desafíos estratégicos mucho más complejos que el planteado por Hamas", escribe Ari Shavit (Haaretz, 8/1). Se refiere, claro, a Irán. Recientemente, el gobierno norteamericano hizo saber que había rechazado el pedido de Israel de bombas "anti-bunker" para atacar las instalaciones nucleares iraníes y que le había negado permiso para sobrevolar el espacio iraqui con destino a Irán. Israel tiene su propia "agenda" frente a Irán, que no coincide con la que Obama hizo pública: comenzar negociaciones diplomáticas directas con Irán.
Con el respaldo incondicional a Israel en su ataque a Gaza, Obama puede estar hipotecando su propia presidencia.
Crisis mundial
Israel lanzó su ofensiva cuando un sinnúmero de conflictos internacionales están abiertos y el imperialismo no logra resolverlos. A los pantanos de Irak y, sobre todo, de Afganistán, se ha sumado la crisis entre la India y Pakistán, que amenaza con desestabilizar a toda la región. La crisis en el Caucaso -que llevó a la guerra de Rusia contra Georgia- sigue abierta. El imperialismo norteamericano debe penar con una serie de gobiernos nacionalistas en América Latina a los que no consigue encorsetar.
Israel está en guerra contra el pueblo palestino desde 1948. Pero un Estado que sólo puede existir mediante la guerra y las masacres permanentes, es un Estado inviable.
Crimen contra la humanidad
La ofensiva lanzada por Israel contra la Franja de Gaza es un castigo colectivo contra el pueblo palestino, un crimen contra la humanidad. La infraestructura civil de Gaza -plantas de energía, de distribución de agua, el sistema cloacal, escuelas, universidades, ministerios, mezquitas, viviendas- fue destruida sin misericordia. "Llevará muchas décadas reconstruirla", se ufanó un comandante israelí (Haaretz, 7/1). Los métodos utilizados por el ejército sionista son bárbaros: bombas de fósforo blanco, municiones de uranio empobrecido, bombas de tungsteno que producen grandes amputaciones en las víctimas, bombas de fragmentación. Todo esto se dispara contra la población civil desarmada que se hacina en la Franja.
La derrota de la invasión sionista está en el interés de todos los pueblos del mundo.
Luis Oviedo
Publicado por Prensa Obrera digital nº 3
El número de víctimas civiles -hasta el momento 1.000 muertos y 4.000 heridos; un tercio de ellos niños; la inmensa mayoría civiles indefensos- crecerá enormemente en los próximos días.
Los propios militares sionistas lo anticipan. "Estamos utilizando un enorme poder de fuego (y) tácticas muy agresivas en las áreas urbanas (...) que están causando una gran destrucción de la infraestructura civil (...) somos muy violentos", reconoció un oficial israelí (Haaretz, 7/1). Un ejemplo de estas "tácticas agresivas" es el bombardeo de tres escuelas en uno solo día; los cincuenta muertos fueron civiles.
El lanzamiento de la "tercera fase" puso fin a las divergencias existentes en gabinete israelí. Según la prensa, se enfrentaban tres posiciones. El ministro de Defensa Ehud Barak y la canciller Tipzi Livni eran partidarios de un retiro inmediato; Barak con un acuerdo internacional, Livni sin firmar ningún acuerdo. El primer ministro Olmert, en cambio, era partidario de continuar la operación "hasta alcanzar los objetivos". Si estas divergencias efectivamente existían, se impuso la que empuja a llevar la masacre del pueblo palestino hasta el final. Representa un punto de vista ampliamente compartido en la dirección del ejército y los organismos de seguridad. "El general israelí Jair Galant advirtió sobre un ‘error histórico' si la ofensiva se frena en estos momentos y se pronunció a favor de reconquistar parte de la Franja de Gaza en el marco de la ‘fase tres'..." (Ambito Financiero, 12/1).
El lanzamiento de la "fase tres" desmiente que la matanza sea, meramente, una aspecto de la campaña electoral israelí.
La resolución es llevar el operativo a una acción casa por casa y de producir pérdidas civiles mucho más elevadas que las registradas hasta el presente. La operación tiene el objetivo definido hace unos años por el general Moshe Yaalon, jefe del Estado Mayor israelí: "A los palestinos hay que hacerles entender en lo más profundo de su conciencia que son un pueblo derrotado" (El País, 11/1). La masacre de Gaza tendría, pues, una función "didáctica".
Alcanzar nuestros objetivos "puede tomar mucho tiempo", dijo a la prensa el primer ministro Olmert. Pero, precisamente, tiempo no es lo que les sobra a los sionistas. La operación debería concluirse antes de que Obama se haga cargo de la presidencia norteamericana. Para lograrlo, los generales están obligados a acelerar el ritmo de la masacre.
"Cese del fuego"
El lanzamiento de la "fase tres" explica, también, las razones del fracaso de las distintas tentativas de "cese del fuego" discutidas por los diplomáticos internacionales. Israel no está dispuesta a dar por finalizada la operación militar hasta tanto logre sus objetivos políticos en la Franja; en estas condiciones, sólo aceptaría un ‘cese del fuego' que significara una rendición incondicional de la resistencia palestina.
La resolución de ‘cese del fuego' votada en la ONU no establece el fin de la ocupación militar israelí (sino su ‘retiro progresivo') ni la apertura de las fronteras (sino el ingreso de ‘ayuda humanitaria'). Israel la rechazó porque significaría la continuidad de Hamas en el gobierno de Gaza.
El gobierno norteamericano se abstuvo, lo que significa que avaló en la práctica el rechazo israelí y la continuidad del operativo militar.
También fracasó el ‘cese del fuego' que negociaban Egipto y Francia en El Cairo. "No es suficiente para Israel", declaró un vocero diplomático. Las negociaciones, se sinceró un diplomático europeo, no van a ningún lado" (Financial Times, 9/1). El fracaso de las negociaciones abrió una crisis política entre Israel y Egipto.
"Ninguna potencia extranjera puede dictar a Israel las condiciones de su seguridad", declaró Olmert al rechazar el ‘cese del fuego' votado en la ONU. Israel boicoteó las negociaciones para quedar con las manos libres para llevar la ofensiva hasta el final.
Obama ya está ‘trabajando'
Para lanzar la ofensiva, el Estado sionista ha contado con el respaldo de todo el arco político israelí e internacional. Pero ni esto ni el inmenso poder de fuego de su ejército habrían alcanzado sin el respaldo incondicional de Barack Obama, que a todos los efectos prácticos actúa como el verdadero presidente norteamericano.
Obama no sólo ha realizado declaraciones a favor de Israel durante toda la campaña electoral; no sólo ha llenado su gobierno de reconocidos sionistas -su vicepresidente, Joseph Biden, es un decidido sionista, al igual que su canciller Hillary Clinton; el jefe de gabinete es Emmanuel Rahm, ciudadano israelí y veterano del ejército sionista; su enviado a Medio Oriente es Dennis Ross, otro firme defensor del sionismo. Lo central es que los hombres de Obama ya están actuando a favor de Israel.
El hombre que designó al frente del Pentágono, Robert Gates, ya está en funciones porque es el secretario de Defensa de Bush.
Como consejero de Seguridad Nacional designó a Jim Jones, un general de los marines en retiro. El hombre tiene una vasta experiencia en el Medio Oriente ya que fue enviado por el gobierno de Bush para entrenar y encuadrar a las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas. "Los israelíes esperan que la continuidad diplomática venga con Jim Jones", señala un corresponsal (Corriere della Sera, 10/1). Más directo, Amir Oren, periodista de Haaretz, señala que "durante esta semana, la voz que se oye es la de (Condoleezza) Rice pero las manos que se mueven son las de Jones. La estrategia ya está coordinada con la nueva administración" (ídem). En otras palabras, la política de respaldo incondicional de Estados Unidos a la masacre sionista en Gaza la dicta, directamente, Barack Obama.
"Dieciocho meses de tranquilidad en el sur es un logro que puede darle a Israel el tiempo para tratar con desafíos estratégicos mucho más complejos que el planteado por Hamas", escribe Ari Shavit (Haaretz, 8/1). Se refiere, claro, a Irán. Recientemente, el gobierno norteamericano hizo saber que había rechazado el pedido de Israel de bombas "anti-bunker" para atacar las instalaciones nucleares iraníes y que le había negado permiso para sobrevolar el espacio iraqui con destino a Irán. Israel tiene su propia "agenda" frente a Irán, que no coincide con la que Obama hizo pública: comenzar negociaciones diplomáticas directas con Irán.
Con el respaldo incondicional a Israel en su ataque a Gaza, Obama puede estar hipotecando su propia presidencia.
Crisis mundial
Israel lanzó su ofensiva cuando un sinnúmero de conflictos internacionales están abiertos y el imperialismo no logra resolverlos. A los pantanos de Irak y, sobre todo, de Afganistán, se ha sumado la crisis entre la India y Pakistán, que amenaza con desestabilizar a toda la región. La crisis en el Caucaso -que llevó a la guerra de Rusia contra Georgia- sigue abierta. El imperialismo norteamericano debe penar con una serie de gobiernos nacionalistas en América Latina a los que no consigue encorsetar.
Israel está en guerra contra el pueblo palestino desde 1948. Pero un Estado que sólo puede existir mediante la guerra y las masacres permanentes, es un Estado inviable.
Crimen contra la humanidad
La ofensiva lanzada por Israel contra la Franja de Gaza es un castigo colectivo contra el pueblo palestino, un crimen contra la humanidad. La infraestructura civil de Gaza -plantas de energía, de distribución de agua, el sistema cloacal, escuelas, universidades, ministerios, mezquitas, viviendas- fue destruida sin misericordia. "Llevará muchas décadas reconstruirla", se ufanó un comandante israelí (Haaretz, 7/1). Los métodos utilizados por el ejército sionista son bárbaros: bombas de fósforo blanco, municiones de uranio empobrecido, bombas de tungsteno que producen grandes amputaciones en las víctimas, bombas de fragmentación. Todo esto se dispara contra la población civil desarmada que se hacina en la Franja.
La derrota de la invasión sionista está en el interés de todos los pueblos del mundo.
Luis Oviedo
Publicado por Prensa Obrera digital nº 3
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