La finalidad política de la barbarie que está acometiendo Israel en Gaza es sepultar para siempre la resistencia nacional y reducir a la población a un conglomerado sin identidad política ni nacional. Política y humanamente, es un genocidio.
Para llevar hasta el final una tesis fundacional del sionismo -darle "las tierras sin pueblo (el palestino) al pueblo sin tierras (el israelí)"- es necesario suprimir a ese pueblo y confiscar su territorio.
Todas las propuestas de tregua o de cese del fuego en danza han sido rechazadas por Israel (y por su mandante, Estados Unidos) en función de esa premisa: los palestinos solamente tendrán derecho a sobrevivir (y a conmemorar a sus familiares salvajemente asesinados) si abandonan toda resistencia a la ocupación militar, a la confiscación de tierras y viviendas, por la libertad personal y, claro, por la autonomía política.
Israel dice que pelea por el reconocimiento de su derecho a la existencia -que casi todos los Estados, sin embargo, han consagrado- y que por la misma razón aplasta al pueblo palestino -cuyo derecho a la existencia nacional ningún Estado, sin embargo, acepta.
La masacre de Gaza es una tentativa de imponer la solución final a la cuestión palestina.Esta solución final apunta a consolidar el orden internacional armado por el imperialismo contra sus clases trabajadoras y las naciones más débiles y sometidas.
Por eso recibe el apoyo de todos los Estados, en especial de los regímenes árabes, y más aun cuando la bancarrota internacional amenaza al conjunto del capitalismo.
Se trata, sin embargo, de una fantasía reaccionaria y bárbara, que deberá fracasar en forma incluso más contundente que la tentativa de solución final que el hitlerismo intentó contra el pueblo judío.
En primer lugar, porque deberá enfrentar una resistencia nacional que no disminuirá sino que crecerá, como ha ocurrido en las últimas siete décadas y, por sobre todo, en envergadura y calidad.
En segundo lugar, porque deberá enfrentar el derrumbe del capitalismo mundial y del inestable orden político actual, y la lucha popular que este derrumbe desencadenará en el mundo entero.La atrocidad de lo que está ocurriendo en Palestina echa una nueva luz sobre ‘nuestra' política local -pues desde los Kirchner hasta los Macri, Reutemann, Carrió o Binner se ha formado una santa alianza de encubrimiento de la masacre de Gaza.
Pero por sobre todo ha echado una luz definitiva sobre los Solanas, Lozano, De Gennaro, Ibarra, Bonasso, Luis Juez y sus símiles, quienes han decidido que la mejor opinión es el silencio.
Los cómplices políticos o vergonzantes de estos crímenes contra los derechos nacionales y los humanos más elementales no serán capaces nunca de levantar un meñique por la defensa de nuestros derechos nacionales y de la lucha de los trabajadores - como no fueron capaces de hacerlo nunca en el pasado.
Trabajadores de todos los países, unámonos contra la barbarie imperialista.
Para llevar hasta el final una tesis fundacional del sionismo -darle "las tierras sin pueblo (el palestino) al pueblo sin tierras (el israelí)"- es necesario suprimir a ese pueblo y confiscar su territorio.
Todas las propuestas de tregua o de cese del fuego en danza han sido rechazadas por Israel (y por su mandante, Estados Unidos) en función de esa premisa: los palestinos solamente tendrán derecho a sobrevivir (y a conmemorar a sus familiares salvajemente asesinados) si abandonan toda resistencia a la ocupación militar, a la confiscación de tierras y viviendas, por la libertad personal y, claro, por la autonomía política.
Israel dice que pelea por el reconocimiento de su derecho a la existencia -que casi todos los Estados, sin embargo, han consagrado- y que por la misma razón aplasta al pueblo palestino -cuyo derecho a la existencia nacional ningún Estado, sin embargo, acepta.
La masacre de Gaza es una tentativa de imponer la solución final a la cuestión palestina.Esta solución final apunta a consolidar el orden internacional armado por el imperialismo contra sus clases trabajadoras y las naciones más débiles y sometidas.
Por eso recibe el apoyo de todos los Estados, en especial de los regímenes árabes, y más aun cuando la bancarrota internacional amenaza al conjunto del capitalismo.
Se trata, sin embargo, de una fantasía reaccionaria y bárbara, que deberá fracasar en forma incluso más contundente que la tentativa de solución final que el hitlerismo intentó contra el pueblo judío.
En primer lugar, porque deberá enfrentar una resistencia nacional que no disminuirá sino que crecerá, como ha ocurrido en las últimas siete décadas y, por sobre todo, en envergadura y calidad.
En segundo lugar, porque deberá enfrentar el derrumbe del capitalismo mundial y del inestable orden político actual, y la lucha popular que este derrumbe desencadenará en el mundo entero.La atrocidad de lo que está ocurriendo en Palestina echa una nueva luz sobre ‘nuestra' política local -pues desde los Kirchner hasta los Macri, Reutemann, Carrió o Binner se ha formado una santa alianza de encubrimiento de la masacre de Gaza.
Pero por sobre todo ha echado una luz definitiva sobre los Solanas, Lozano, De Gennaro, Ibarra, Bonasso, Luis Juez y sus símiles, quienes han decidido que la mejor opinión es el silencio.
Los cómplices políticos o vergonzantes de estos crímenes contra los derechos nacionales y los humanos más elementales no serán capaces nunca de levantar un meñique por la defensa de nuestros derechos nacionales y de la lucha de los trabajadores - como no fueron capaces de hacerlo nunca en el pasado.
Trabajadores de todos los países, unámonos contra la barbarie imperialista.
Publicado en Prensa Obrera nº 1069
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