martes, 30 de diciembre de 2008

Carta abierta a las mujeres

Comienza un nuevo año: una fecha en la que nos deseamos muchas alegrías, nuevas esperanzas. Esta vez, sin embargo, parece que brindáramos mientras el mundo se derrumba sobre nuestras cabezas. En los países más ricos, quiebran los bancos y las grandes empresas recortan millones de puestos de trabajo. Sólo en Estados Unidos, en un mes, 500 mil trabajadores fueron echados a la calle.
Los gobiernos deciden fabulosos planes de "rescate" de los banqueros y de las grandes empresas que son el símbolo del capitalismo. Sin embargo, ellos mismos reconocen que el sistema está en ruinas y que no saben ni cuánto durará ni cómo se sale de esta crisis. Cada día se anuncian nuevas quiebras y más empresas despiden o directamente cierran. Esos planes se financian con el presupuesto público, o sea con el dinero del pueblo. Los gobiernos están tirando el dinero del pueblo a la basura.
Los patrones, en todas partes, proponen la misma receta. Uno: que los Estados se hagan cargo de sus deudas y les transfieran fondos que deberían utilizarse para salud, vivienda, educación. Dos: echar trabajadores, precarizar aún más el empleo, congelar o reducir los salarios. Los que se enriquecieron durante décadas con nuestro trabajo afirman que tenemos que sacarles las papas de fuego con mayor sacrificio. En los países más ricos y en los países más pobres, crecen pavorosamente el desempleo, los desalojos, la miseria. En todo el mundo, también, los trabajadores y la juventud resisten esta masacre social.
El gobierno kirchnerista, al principio, dijo que la crisis no afectaría a la Argentina. Ahora inventa cada día un plan anticrisis. Ninguno protege a la familia trabajadora. Ni aumento de salarios, ni congelamiento de alquileres y prohibición de desalojos, ni prohibición de despedidos o suspensiones. Por el contrario, el gobierno asfixia a la población con aumentos de la luz, el gas y todos los servicios. Los planes de salvataje kirchneristas están diseñados para que la crisis se descargue sobre los que vivimos de nuestro trabajo. Los burócratas de la CGT y de la CTA son sus aliados. Moyano primero negó que hubiera despidos. Ahora negocian las suspensiones y quitas salariales. En un país donde la mitad de los trabajadores está precarizado, los burócratas dicen: "No despiden efectivos". Como si los contratados no fueran trabajadores. Como si no comieran. Como si no fuera sabido que los patrones empiezan por los precarizados y siguen por los efectivos. Las mujeres y los jóvenes somos los primeros en quedar en la calle, porque somos la mayoría del empleo precario.
El gobierno y la oposición saben que implantar esta política exige represión. Por eso endurecen las leyes e intentan bajar la edad de imputabilidad de los jóvenes. Por eso la burocracia sindical manda patotas contra los trabajadores en lucha. Y en las barriadas se intensifican el gatillo fácil y los crímenes policiales.
Otro gran aliado del capitalismo son las iglesias, porque pregonan la resignación y el sometimiento. Cada domingo, en cada iglesia, cada noche, en cada canal de televisión, un cura o un pastor nos repiten que nuestros problemas son castigo por nuestros pecados, que somos culpables de nuestras desgracias, que hay que saber sacrificarse, que seremos recompensados en la otra vida. Pretenden adormecernos, desalentar la voluntad de lucha. Como contraparte del pacto, el gobierno subsidia sus escuelas e instituciones y les entregó la ley de educación sexual, la ilegalidad del aborto, suspendió la entrega de anticonceptivos. Las mujeres y la juventud pagamos los acuerdos entre el gobierno, la oposición y la Iglesia con el embarazo adolescente, con las muertes por abortos clandestinos, con la extensión del VIH.
Las diferentes formas de descomposición social se agudizan: la policía y las mafias aumentan la distribución del paco, se promueve el alcoholismo, crece el tráfico de mujeres y chicos para explotación sexual. Intentan destruirnos porque temen la fuerza de nuestra reacción.
Así como las patronales se ensañan contra los sectores más débiles de la clase obrera -los trabajadores precarizados-, la descomposición social se ensaña con los más oprimidos: aumentan el abuso sexual y las violaciones, aumentan el maltrato en el hogar a las mujeres y a los chicos.
El Plenario de Trabajadoras llama a hombres y mujeres a discutir que la violencia doméstica contra las mujeres sólo beneficia a los responsables políticos y económicos de esta situación. La familia obrera puede ser y es muchas veces un baluarte contra la opresión. Pero para que así sea es necesario que se base en lazos de solidaridad, respeto e igualdad entre ambos sexos. La violencia contra las mujeres es funcional al capitalismo: a una mujer vencida y humillada le resulta doblemente difícil pelear por sus derechos. Las mujeres y las niñas respetadas en su familia saben plantarse contra otros atropellos.
En todo el mundo, los trabajadores están resistiendo los embates del capital. En Córdoba, los obreros de Iveco rechazaron los subsidios de la patronal: quieren seguir trabajando. En la Capital, los gráficos de Indugraf han ocupado la planta ante la fuga del patrón. En Santa Fe, a pesar del Smata, los obreros ocuparon General Motors. En Villa Constitución, un acto de 5.000 personas rechazó los despidos en Paraná Metal y Malbe. Más de 70 esposas y compañeras de los trabajadores de Paraná Metal se han organizado para sostener la lucha: buscan alimentos para mantener la carpa, reparten volantes, difunden el conflicto. Una de ellas habló en el acto: "El día que vino mi hijo y mi esposo a decirme que la empresa estaba por cerrar, me dije si yo me muero, acá nos morimos todos. Por eso cuando mi hijo me dijo que se iba a la carpa, yo le dije me voy al sindicato. Fui a la radio a convocar a todas las mujeres para una reunión; pensé que vendrían diez, pero tuvimos que cambiar el lugar porque vinieron un montón. Les quiero decir a los compañeros que vamos a luchar, no vamos a dejar que ustedes se caigan porque nosotras vamos a apuntalar esta lucha".
Para el Plenario de Trabajadoras, ése es el ejemplo. Las mujeres tenemos infinitas experiencias de lucha. Podemos organizarnos para pelear por nuestros derechos como trabajadoras y como mujeres. Por el trabajo, la salud, la educación, la vivienda, contra el gatillo fácil, las mafias de la droga y la prostitución. Por el aborto legal, contra la violencia hacia las mujeres y los chicos.
Este sistema es incapaz de asegurar lo más elemental al pueblo y amenaza llevar la humanidad a la barbarie. Es preciso no confiar ni en el gobierno, ni en los patrones ni en los curas ni en los partidos que los representan. Los hombres y mujeres de las clases explotadas podemos construir otro régimen social, sin explotados ni explotadores. Una alternativa obrera y socialista. Pero es fundamental que hombres y mujeres peleemos juntos. En cada barrio, en cada lugar de trabajo, en cada centro de estudio. Y también en nuestro propio hogar.
Contra toda violencia hacia las mujeres y los chicos. Cárcel a los violadores.
Contra la destrucción del sistema de salud. Acceso universal a la anticoncepción gratuita y el aborto legal.
Prohibición de los desalojos. Congelamiento de los alquileres.
Contra la represión a los luchadores. Basta de perseguir a la juventud. Castigo a los asesinos del gatillo fácil.
Contra las mafias de las drogas y la prostitución. Cárcel a rufianes y traficantes, y a sus cómplices del poder político, la justicia y las fuerzas de seguridad.
Ni un despido ni una suspensión. Reparto de las horas de trabajo sin tocar el salario.
Salario igual a la canasta familiar.
Que la crisis la paguen los patrones.
Plenario de Trabajadoras - Partido Obrero - Polo Obrero
Publicado en Prensa Obrera digital nº 2

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