Luego de tres semanas de lucha y de un enorme esfuerzo del activismo, la patronal logró quebrar la huelga por la reincorporación de diez activistas y delegados despedidos de esta metalúrgica. De entrada, este ataque de la patronal perseguía el objetivo de destruir la organización de fábrica y despedir a quienes organizaron la lucha por el pase a planta permanente en el 2013.
Frente a los despidos la respuesta de los trabajadores fue contundente. El paro de la fábrica en cada turno se extendió durante tres semanas. Se llevaron adelante reiterados piquetes en la fábrica y el ministerio de trabajo, marchas por el centro de la ciudad junto a organizaciones políticas. Sin embargo, este gran esfuerzo del activismo no alcanzó para imponer una victoria. En ese punto, el aislamiento de la lucha fue un factor clave en su desarrollo.
Por un lado, la burocracia de la UOM desde el comienzo desconoció a los delegados elegidos por los trabajadores. Durante el paro, torpedeó el conflicto a través de los medios de prensa. Se movilizó a la fiscalía de los tribunales provinciales reclamando la represión del conflicto, y organizó de forma práctica el quiebre del paro en abierta colaboración con la patronal: puso colectivos para ir a buscar a cada obrero a su casa, para que entren a trabajar.
Durante estas tres semanas, los funcionarios de Bonfatti audiencia tras audiencia, desmoralizaron a los trabajadores, colaborando con el desgaste del conflicto. Los ministerios de trabajo de la provincia y de la nación, se negaron a reconocer a esta lucha como un conflicto colectivo y en tanto fuera un litigio “plurindividual”, anunciaron no poder hacer nada al respecto.
La alineación entre los ministerios de trabajo y la burocracia de la UOM junto a la patronal, fue socavando el conflicto en una acción cotidiana de desangre. Esto, sumado a las posibilidades de sostener una lucha desde fuera de la planta, colocó en una situación cada vez más crítica al conflicto. Como fue planteado desde estas páginas, la vía para quebrar este aislamiento, hubiese sido la acción de la CGT San Lorenzo y la CTA Rosario, parando el cordón industrial, hospitales y la fábrica militar, como sucediera en la huelga triunfante de ICI o en el reciente paro frente al cierre de Petroquímica.
Ahora, se coloca como problema la condición en la cual quedan el resto de los trabajadores de la planta. Es necesario un trabajo de agrupamiento de los compañeros que han recorrido una experiencia con esta lucha. La patronal cargará contra los trabajadores para impedir cualquier intento de reorganización obrera, que tendrá que ponerse en marcha sobre la base de sacar las conclusiones de esta etapa.
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