Después de haber denunciado tantas conspiraciones “de la derecha”, el gobierno kirchnerista no ha encontrado mejor remedio que parecerse a ella.
Es sabido que detrás de la inseguridad cotidiana está la unión entre el delito organizado y los aparatos policiales, los punteros y sus jefes políticos.
Pues bien: en nombre de la inseguridad, el gobierno ha decidido reforzar esos mismos aparatos sospechados y nefastos.
Es la receta de los Blumberg, De Narváez, Macri… o Massa.
Un partidario de la “mano dura”, el intendente Granados, ha sido colocado al frente de la seguridad bonaerense.
Insaurralde, el candidato kirchnerista en el distrito, quiere someter al régimen penal carcelario a los jóvenes desde los catorce años.
Ello, cuando todos sabemos que el actual sistema carcelario es una verdadera escuela del delito.
¿Dónde quedaron los “derechos humanos”?
Los “garantistas” del gobierno miran para otro lado.
Dejarán que Insaurralde y Scioli avancen con sus planteos derechistas.
Le han entregado a ellos -los hijos políticos de Menem, Duhalde y la Ucedé- la sucesión del “modelo”.
Para que no queden dudas, uno de los grandes patoteros del conurbano y de la burocracia sindical, Hugo Curto, celebró en estas horas el uso de las armas.
Es claro que, en nombre de combatir el delito, la “mano dura” habilitará a otras licencias: amedrentar al movimiento popular con represión y con patotas.
La entrega de la seguridad a verdaderos matones es una demostración más de la bancarrota política del kirchnerismo.
El pueblo que ha defendido con enormes luchas el derecho a expresarse y a luchar, la juventud que quiere un futuro y trabajo -no palos ni gatillo fácil- tienen que deliberar y pronunciarse.
Abajo la “mano dura” y la criminalización de los jóvenes.
La inseguridad viene de arriba: por el desmantelamiento de las redes de trata y de narcotráfico, por la investigación de sus vínculos con todo el aparato estatal.
Basta de represión, zonas liberadas y “gatillo fácil”.
La lucha por las libertades democráticas y por el derecho de organización tiene en octubre una clara alternativa: el voto al Frente de Izquierda.
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