De norte a sur, la clase obrera está juntando motivos de sobra para una respuesta de conjunto. Los aumentos en las paritarias están lejos de alcanzar a la inflación.
Además, terminan siendo “rebanados” por el impuesto al salario.
Cada vez menos trabajadores cobran las asignaciones familiares.
Hasta la Asignación Universal por Hijo no es actualizada.
En muchas provincias se perfila un horizonte negro en materia de aguinaldo.
La crisis industrial se está cobrando suspensiones y también despidos.
Los escasos aumentos de salarios y la desaceleración de la recaudación de impuestos anuncian aumentos muy pobres de las ya bajas jubilaciones.
Hay claras razones para una huelga general.
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