El mensaje en cadena de la Presidenta, el miércoles último, fue literalmente una farsa.
Al lado de un discurso manipulador semejante, Clarín, TN y La Nación son niños de pecho.
La Presidenta anticipó el anuncio de la movilidad jubilatoria, que se aplicará recién en septiembre, con la finalidad de ofrecer razones para vetar el proyecto de 82% móvil sobre el salario mínimo que se encuentra tanto en Diputados como el Senado.
No anunció un avance social sino una advertencia contra la intención de avanzar hacia el 82%.
Año contra año, luego del anuncio del miércoles, el promedio anual de las jubilaciones aumentarán poco más del 20% –no el 26% que sumó alegremente la Presidenta.
En el mismo tiempo, muchos sindicatos con salarios achatados arrancaron aumentos del 35%.
Después de los aumentos anunciados, y del que decidirá el Consejo del Salario, la jubilación mínima seguirá por debajo del 60% del salario mínimo.
La Presidenta observó que el aumento no debe afectar a los precios porque la plata sale toda de la Anses.
Lo que dijo en realidad es otra cosa: que los capitalistas no ponen nada, a pesar de los beneficios fabulosos que están sacando en la actualidad.
Lo que dijo es que el aumento es una redistribución entre los pobres –una medida conservadora de los intereses dominantes.
Lo que ocultó con lo que dijo es que los precios seguirán aumentando, porque al capital, que controla el mercado, no le importa de dónde sale la plata sino aprovechar cualquier aumento del consumo.
En la misma línea conservadora, la Presidenta llamó a Moyano y a Yasky a actuar ‘con responsabilidad’ ante la convocatoria del Consejo del Salario –no sea que un aumento aquí sí afecte a los capitalistas y sí ‘justifique’ que estos capitalistas aumenten los precios.
Calificó de privilegiados a los obreros en blanco, porque los contrapuso con los que son más pobres que ellos, no con los capitalistas que fugaron 54 mil millones de dólares en cuatro años.
¡Fugaron siete veces lo que cuesta financiar el 82% sobre el salario mínimo!
Hasta elogió esta fuga, a la que llamó ¡inversiones en el exterior!, las cuales están cercanas a cero, sin explicar por qué a los argentinos eso nos conviene; es lo que las petroleras vienen haciendo desde hace años, con el resultado de que se secaron las reservas de petróleo y de gas.
Dijo que, a diferencia de lo que ocurre en Europa, los K no ‘ajustan’, pero nadie gana en Europa jubilaciones de 250 dólares –aquí lo recibe el ¡85%! de los jubilados; los salarios aún no llegaron a los niveles menemistas.
Rechacemos esta trampa –y aún la peor que está preparando la oposición, que ya eliminó de su proyecto la indexación de las jubilaciones de acuerdo con la evolución de los salarios y la generalización del fallo Badaro a los centenares de miles que fueron perjudicados por el congelamiento de Cavallo, desde 1994, y por Duhalde-Kirchner, de 2003 a 2006, para las jubilaciones que estaban arriba del mínimo.
El 4 de agosto vayamos al Congreso para que se apruebe el proyecto del 82% sin mutilaciones.
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