jueves, 24 de junio de 2010

Un recambio de camarilla

Cuando todavía celebraban el levantamiento del corte de Gualeguaychú, a los Kirchner les estalló en las manos una nueva crisis de gabinete. El renunciante Taiana había ‘sacado los pies del plato’ al reunirse con los periodistas de los diarios destituyentes para informar que el monitoreo “conjunto” prometido a la asamblea entrerriana no será sobre la planta de Botnia, sino sobre el río Uruguay, y que además participaría Brasil. La infidencia de Taiana no solamente hizo peligrar el levantamiento del corte, sino que dejó al desnudo una falta de ‘lealtad’ a la hora del embate final contra el ‘monopolio’ y, lo que es más, cuando comienza la guerra con vistas a las elecciones de 2011. Con el reemplazo en la persona de Timerman, el gobierno toma todavía más la forma de una asociación privada que busca acaparar todos los resortes del Estado.
De todos modos, Gualeguaychú fue sólo el detonante de una crisis de alcance mayor. El despido de Taiana es el resultado final de una larga lucha de la camarilla contra la Cancillería, que se manifestó con toda claridad cuando Moreno y De Vido tomaron a su cargo las relaciones económicas internacionales – en especial en lo que hace a las importaciones desde China. Por la mirilla de la crisis de gabinete, se deja ver otro episodio de la descomposición del kirchnerismo.
Quién entra
Un especialista en asuntos externos, el derechista Carlos Escudé, acaba de destacar que Timerman se identifica con “una decisión clave de nuestra política exterior” (La Nación, 20/6): el apoyo de los Kirchner a la campaña norteamericana contra Irán y a la del sionismo dirigida a encubrir a los reales responsables del atentado contra la Amia. No se debe olvidar nunca que el comisario Palacios, uno de los principales encubridores, fue premiado por el Estado de Israel. En la reciente cumbre internacional de seguridad nuclear, Cristina selló un acercamiento decisivo con Obama cuando apoyó el control norteamericano sobre todas las formas de desarrollo nuclear. Los K están seguros de que si quieren ganar en 2011, deben neutralizar la oposición de los yanquis, quienes rechazan la alianza coimera con la camarilla de Chávez.
La presencia de Timerman en la Cancillería aleja cualquier sospecha de un lazo político consecuente con Venezuela. De todos modos, el nuevo canciller no va a interferir en la diplomacia paralela que anuda a la “bolibuguesía” chavista con los patrones argentinos, kirchneristas o no, en las operaciones que tienen como comisionistas menores a los De Vido o Uberti. Por eso, el “enemigo de Irán” instruyó convenientemente al ex embajador Sadous para que “guarde reserva” de esos negocios en la interpelación que le espera en el Congreso.
Clarín
El nuevo ministro es uno de los abanderados en la cruzada oficial contra el pulpo Clarín. Ha tomado con la pasión de un converso la causa por la identidad de los hijos de Noble, porque sería la expiación de su alianza con la dictadura en el momento fundamental de su asentamiento en el poder. Si el caso se extiende a una reestatización de Papel Prensa, apropiada bajo el peso de la tortura, una crisis política será inevitable; pero los K son cuidadosos en este punto y buscarán negociar una salida con capitalistas amigos. El mismo procedimiento, con Telecom, hasta ahora ha fracasado. Si de medios se trata, recordemos que la reciente visita de Clinton a la Argentina, en la que desplegó un verdadero discurso de campaña en favor de Cristina, fue piloteada por el empresario “K” Werthein, un K que se quiere apropiar de Telecom y entrar con fuerza en el negocio del “triple play” junto con otros pulpos ligados al gobierno. En los embates a Clarín, que suenan impactantes, los Kirchner actúan junto a los socios de Obama; o sea, a cuenta de intereses sociales y políticos tan reaccionarios como los que dicen combatir.

Marcelo Ramal

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