
¿Qué discuten?
Cómo ponerle un freno al reclamo salarial que sube desde las bases.
El que impuso, desde los piquetes de las fábricas cordobesas, un aumento del 35% para los obreros de la alimentación.
“No se preocupen, no pretendemos tanto para Camioneros”, le dijo Moyano a la Unión Industrial.
No sólo es un anuncio: es también una confesión. La burocracia nunca quiso arrancar un aumento que compensara, siquiera, el avance galopante de la inflación.
“No podemos reclamar más”, se justifican la CGT y la CTA.
Pero los patrones han obtenido todos sus “reclamos”. Desde la liberación de sus precios a la plata del Banco Central y la Anses para financiar sus negociados.
Mientras tanto, a los jubilados les imponen una jubilación mínima que no llega a la mitad de la “canasta de pobreza”.
Pero los patrones y el gobierno sí tienen motivos para preocuparse.
En la lucha de la alimentación, en los estatales del interior, en la juventud de los call centers y supermercados, en Luz y Fuerza, en los telefónicos, la marea sube.
La bronca también resuena entre los jubilados docentes – un sentimiento que recorre a todos los jubilados.
Ni Moyano ni Yasky pueden decidir por nosotros.
En todas las fábricas, talleres y reparticiones, deliberemos para imponer el 35% de aumento mínimo, la reapertura de paritarias de los que firmaron por menos y la indexación salarial acorde a la inflación; la jubilación mínima de 1.600 pesos y la vigencia real del 82% móvil.
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