El vaciamiento de la última sesión de Diputados puso de manifiesto la incapacidad de oficialistas y opositores para hacer funcionar las instituciones de su propio Estado. En los días previos se engrupieron mutuamente con la promesa de dar quórum para tratar la reforma del impuesto al cheque y la sanción del matrimonio homosexual. A la hora convenida, los K y sus aliados de izquierda boicotearon la cuestión del impuesto, mientras que el ala clerical de la oposición y del oficialismo saboteaba la cuestión civil. Sabbatella y Vilma Ibarra privilegiaron los intereses de la camarilla oficial –a la que sirven cada vez con menos decoro– al tratamiento del proyecto civil que ellos mismos presentaron. Carrió ya había anticipado su retiro de la sesión al momento en que se tratara la ley matrimonial. El jefe del bloque radical, Aguad, también sumó su “rechazo categórico”. En el Senado, mientras tanto, los K le metieron un perro a la ley que los autoriza a usar las reservas del Banco Central para pagar la deuda pública, para poder conservar la vigencia de los DNU de igual propósito. El rechazo al entuerto impidió tratar el proyecto que ya tenía mayoría para su media sanción. De todos modos, la Presidenta ya avisó que vetaría cualquier ley que no fuera del agrado oficial.
“Gobernando” sobre el desgobierno
Sobre este vacío, el kirchnerismo va haciendo pasar el canje de la deuda fraudulenta, el uso de las reservas y, con la ayuda de Moyano y la CTA, echa lastre para cerrar algunas paritarias mientras dilata otras. Los K procuran clausurar los frentes de tormenta con la clase obrera, por un lado, y con el capital financiero, por el otro. Depositan sus expectativas en las promesas de que Argentina podría volver a crecer a ‘tasas chinas’ de aquí a las elecciones –como si con ello pudieran resolver los conflictos sociales que se agudizaron con su mandato y con la bancarrota capitalista mundial. Pretenden lograrlo, para colmo, con un nuevo ciclo de ‘plata dulce’ –o sea dólar barato– que provocaría una burbuja de consumo interno asentada en el endeudamiento. Los ‘inversores’ ya ven a Argentina como un lugar privilegiado para la especulación financiera. Pero como el déficit fiscal no cesa de crecer, la inflación se enardece, acicateada además por los altos precios internacionales que aún se pagan por las exportaciones de alimentos. De todos modos, lo ocurrido el martes pasado con la crisis griega debería prender las señales de alerta, porque todos los países emergentes reaccionaron con fugas de capitales hacia el dólar –o sea con una tendencia a la crisis financiera. En Argentina, el default griego acicateó a los especuladores al canje para salir lo más rápido de la deuda argentina que aún se encuentra en default. A esta altura, no es un secreto para nadie que el presupuesto nacional es un dibujo, lo que esconde un quebranto que en ningún caso sería inferior a los 55.000 millones de pesos – que el ‘espía’ Larosa descubrió en los placares del Ministerio de Economía. Con la crisis mundial ingresando en la fase de los defaults soberanos (estatales), las reservas acumuladas de los países emergentes ya no podrán ser garantía de nuevas bicicletas.
Desgobierno y capital
La causa última de la crisis de régimen que atraviesa Argentina reside en la incapacidad del capitalismo para arreglar sus propios desequilibrios. Por eso, las crisis políticas son un fenómeno mundial, como también lo es la tendencia de las masas a protagonizar luchas por su subsistencia y por sus reclamos inmediatos, con un alcance cada vez más amplio.
Marcelo Ramal
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