jueves, 4 de febrero de 2010

Los nuevos albores de un sindicalismo clasista

Quién dijo que el tema más importante de la semana o la quincena fue el ‘voto positivo’ de Cobos en la bicameral, o las alternativas de la crisis constitucional desatada por la incapacidad del gobierno para pagar la deuda pública y reanudar una política de endeudamiento internacional (en nombre, claro está, del “desendeudamiento”)? Esta crisis no cesará de profundizarse, por cierto, porque está condicionada por una situación mundial que se ha agravado con la amenaza de quiebra de cinco Estados de la Unión Europea –inminente en Grecia (3% del PBI de la UE), pero más grave aún en España (20%). Pero lo más importante es lo que pasa en la clase obrera, que debe enfrentar esta crisis y derrotar la política capitalista so pena de sufrirla hasta el extremo. La huelga general en Turquía o las huelgas contra el cierre de empresas en Italia son los mojones de un proceso que conocerá nuevos ascensos. Lo mismo vale para Argentina, en la víspera de las paritarias de 2010, en un marco de transición histórica en el movimiento sindical.

De nuevo, UTA
El ataque de la patota de la UTA contra los delegados que representan al sindicato de choferes (Ucra), ligado a la CTA, volvió a colocar en el tapete la cuestión de los sindicatos “simplemente inscriptos” –o sea, que no están habilitados para negociar convenios y acuerdos con las patronales– en la cuestión fundamental del método para acabar con la burocracia sindical. Con independencia del grado de representatividad u organización de la Ucra, se trata de una manifestación de oposición dentro del movimiento desencadenado por el Cuerpo de Delegados del Subte contra la burocracia de la UTA –un sindicato decisivo dentro del movimiento sindical.
La cuestión de la “simple inscripción gremial” se actualizó luego del fallo de la Corte que establece una protección legal para los delegados que son electos con independencia de que pertenezcan o no a una organización con personería gremial. El fallo tiene actualidad política a partir de que en los lugares de trabajo se ha producido un desarrollo creciente de activistas que se organizan para pelear la dirección a la burocracia. Por otro lado, la elección de delegados de sindicatos no reconocidos es impulsada por una parte de la CTA para compensar la negativa a su propio reconocimiento gremial por parte del gobierno. Se conjuga así un proceso desde abajo y una crisis parcial por arriba, para conformar un período de transición en el movimiento obrero y, al mismo tiempo, una lucha política por el destino de esta transición. La crisis en la CGT se manifiesta en la división política de su burocracia y en el desarrollo de oposiciones importantes, como ocurre en el sindicato de la Alimentación, en los supermercados afiliados a Comercio o en la Asociación Minera Argentina. Algunos responsables laborales de las patronales están observando, en forma repetida, que el atornillamiento de la misma burocracia durante cuatro décadas constituye un ‘modelo’ agotado. La ‘paz social’ necesita ser asegurada por medio de una nueva metodología. En función de esto, aparece la posibilidad de un reconocimiento de la personería gremial de la CTA en una forma disfrazada dentro de un Consejo Económico y Social, que sirva de marco para un pacto CGT-CTA.
Esto, obviamente, aceleraría la crisis en desarrollo en la cúpula de la CTA. No hay que olvidar, ni por un instante, que el ‘modelo’ agotado incluye a los sindicatos reconocidos que pertenecen a la CTA –como Ctera, ATE o Neumáticos. Estos han actuado en los conflictos con la misma política que siguen los sindicatos de la CGT.
La UTA es uno de los centros de la crisis, porque el desafío a la burocracia no se confina al Subte o a un sector de trabajadores de larga distancia, sino a numerosos cuerpos de delegados y a sindicatos del interior. Roberto Fernández, el secretario general que vino a reemplazar al atornillado Palacios convertido en terrateniente, es un lobbysta hecho y derecho de las grandes transportistas que continúan concentrando el negocio a costa del cierre de líneas y de constantes despidos. En Chaco, la oposición en la UTA –que debe enfrentar cotidianamente palizas y aprietes de la burocracia– se ha planteado la creación de un nuevo sindicato. Lo mismo ocurre en Salta; en Córdoba hay un activo movimiento opositor.

¿Nuevo ‘modelo’ o sindicatos de clase?
Aunque la Ucra cuenta con varios años de inscripción, el estallido con los choferes se produjo en torno de una reivindicación que las patronales vienen postergando desde hace tres años: el pago de un plus a los choferes de larga distancia, a pesar de haber recibido subsidios del Estado para ello. Fernández arregló que el pago del plus se hiciera en seis cuotas. La reacción de los choferes contra esta entregada fue canalizada por los activistas y delegados del sindicato “sólo inscripto”. No bien los delegados de Ucra resolvieron impulsar este reclamo, la burocracia salió a cruzarlos brutalmente.
Ucra defiende el reclamo obrero. La presencia de delegados electos, aunque no reconocidos por las patronales, ha servido a ese propósito. Estos delegados electos son una suerte de activistas sindicales que gozan de protección legal y, por lo tanto, de la libertad de propaganda, agitación y organización que no tienen los activistas –que apenas son ‘descubiertos’ resultan despedidos. La estrategia que guía a la CTA con la inscripción de sindicatos se limita a poner en pie un nuevo ‘modelo’ sindical de carácter ‘competitivo’ o, para decirlo con sus palabras, “pluralista”. El objetivo estratégico es la coexistencia de dos regímenes sindicales, igualmente partidarios de la colaboración de clases y de la unidad nacional –terreno en el cual se ubican declaradamente las dos fracciones dirigentes de la CTA. Pero será muy difícil que un desmantelamiento del ‘modelo’ actual de unicato sindical pueda ser simplemente refaccionado, ni qué decir desmontado por piezas, sin provocar la amenaza de la caída de todo el régimen sindical dependiente del Estado, practicante del colaboracionismo de clases e igualmente adversario de la democracia sindical –o sea de la soberanía de las asambleas generales de las bases.
El enfrentamiento de los choferes con la burocracia de la UTA supera potencialmente el marco del “pluralismo” o la “diversidad sindical”. El Subte ha demostrado, por ejemplo, que la derrota de la burocracia de la UTA no ha dado paso a una coexistencia sindical, sino al predominio aplastante del sindicato que pretende ser reconocido como inscripto. Cualquier margen que se conceda a la burocracia para armar su espacio reforzará su política de provocaciones con vistas a destruir las posibilidades del nuevo sindicato creado a partir del cuerpo de delegados. Otra lección, de las más importantes, acaba de dar la lucha en Barrick Gold, donde no solamente hubo una defensa tenaz, que resultó victoriosa, de los delegados de oposición a la burocracia de Aoma: lo más importante es que, a la hora de discutir el convenio de trabajo, esos delegados fueron elegidos para la paritaria por una asamblea, en una proporción de 8 a 2 frente a la burocracia. El ‘modelo plural’ de coexistencia quedó sepultado por la unidad de clase frente a la patronal minera a partir de una asamblea general. En definitiva, la única estrategia realista en esta nueva etapa debe apuntar a la expulsión de la burocracia de los sindicatos y al desarrollo de sindicatos de clase –que no solamente son independientes del Estado y practicantes de la democracia sindical, sino que están animados por el principio de lucha de clases y el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado.
Entre los trabajadores docentes (o también en los estatales) puede verse, en cambio, cómo funciona el ¿nuevo? ‘modelo’ llamado plural. Las burocracias de Suteba, FEB y otras menores se conciertan para mejor traicionar las reivindicaciones de la docencia –que luego, cuando necesitan echar lastre, ‘ratifican’ en asambleas que solamente ellas controlan. Es un ‘modelo’ de rechazo a la democracia sindical, como quedó demostrado en las elecciones en Suteba La Plata, donde la burocracia utilizó su condición de kirchnerista para que el Ministerio de Trabajo legalice su prepotencia, en una clonación de lo ocurrido en el sindicato de Aeronavegantes, que los tribunales tuvieron que dar vuelta.
La lucha de los delegados –‘inscriptos’ o no– contra la burocracia plantea la lucha por un sindicalismo independiente del Estado y de los capitalistas, que asuma integralmente la representación obrera en los lugares de trabajo. Para alcanzar ese objetivo, no hay otra alternativa que la expulsión de la burocracia de los sindicatos.

Paritarias y delegados
La emergencia de las paritarias otorga una actualidad a todas estas cuestiones, porque plantea en forma concreta la representación obrera ante la patronal en la negociación colectiva. Se da aquí el ejemplo de los mineros de la Barrick, o sea que los delegados paritarios sean elegidos en asamblea. Es que, por otro lado, en las paritarias se van a manifestar las implicancias de la crisis constitucional desatada por el Fondo del Bicentenario. Incluso si es aprobado, lo cual está en duda, es claro que las patronales presionan para poner los aumentos de salarios bien por debajo de la inflación, que promete ser más alta. Además, han prometido que reclamarán una acentuación de la flexibilidad laboral. Concretamente, proponemos que todos los delegados ‘inscriptos’ y sus sindicatos, las corrientes que los apoyan y el conjunto de las tendencias de oposición a la burocracia sindical organicemos una campaña por paritarios electos y pliegos de reivindicaciones votados en asamblea. Hay que empezar por Ctera, que ya está negociando. En muchos casos se plantea la defensa de la continuidad laboral y la prohibición de despidos (Paraná Metal, Tenaris Valentín Alsina, Stefani Neuquén). En Buenos Aires, Suteba ha modificado sus estatutos para que los paritarios se elijan en “listas sábana”. Tampoco hay representantes electos en el Neumático, con excepción de la seccional San Fernando (que está en la oposición a la conducción de la CTA), donde una asamblea eligió veedores para controlar a los paritarios del sindicato.
Una campaña para que los paritarios se elijan en asamblea serviría para apoyar a los nuevos delegados y las organizaciones no inscriptas en el terreno concreto de los convenios de trabajo. Plantea también un terreno de acción común con los delegados y activistas ‘no inscriptos’ que militan contra la burocracia dentro de los sindicatos que ella dirige. Nos comprometemos a impulsar plenarios y debates para organizar una campaña común por paritarios electos, por el pliego a levantar, por la expulsión de la burocracia y por sindicatos independientes del Estado y los capitalistas.

Jorge Altamira

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