Resolución del Secretariado Internacional de la CRCI
La bancarrota capitalista mundial
La crisis capitalista mundial, reconocida universalmente como la peor de la historia, no ha terminado; estamos frente al meollo de su desarrollo. Al final de 2009, el espectro de los defaults soberanos desde Dubai y Grecia hasta Irlanda sacudió al conjunto de la Eurozona y la Unión Europea y reveló el impacto catastrófico de las montañas de deudas de los Estados capitalistas en todo el planeta, empezando por los propios Estados Unidos, desmintiendo las tempranas afirmaciones de recuperación.
La inyección de una masa de liquidez sin precedentes de parte de los gobiernos y bancos centrales -en particular después del pánico causado en 2008-2009 por la debacle de Lehman Brothers- con la intención de salvar al sistema financiero internacional en colapso fue una maniobra de contención; han dilatado la precipitación de la caída temporalmente, sin resolver las contradicciones sistémicas que explotaron en la crisis. Estas contradicciones fueron más bien exacerbadas y se produjeron nuevos problemas.
Más allá de la retórica, no hay recuperación de puestos de trabajo sino crecimiento de la desocupación; no hay recuperación sino constreñimiento del crédito inmobiliario y para pequeñas empresas; no hay recuperación del gasto en consumo sino sub-consumo; no se des-palanquean los bancos sobre-expuestos y sub-capitalizados. El océano de derivativos no ha retrocedido más que apenas. Su función, de todas maneras, es vital para el capitalismo contemporáneo y no puede ser abolida sin precipitar el colapso del sistema entero. Nuevas burbujas enormes de capital financiero se han formado cuando la liquidez disponible fue dirigida masivamente, una vez más, a actividades especulativas. Particularmente, el "carry trade" (inversiones financieras en países con altas tasas de interés que son financiadas por préstamos en otros países a baja tasas de interés) basado en el debilitamiento del dólar alimentó la especulación, mientras desvirtuó los efectos del paquete de estímulos y redirigió el flujo de dinero hacia fuera de los Estados Unidos. Los mercados financieros despegan, aunque en la esfera de la producción dominan la capacidad ociosa y una crisis de sobre-acumulación de capital, abriendo más aún las tijeras entre el capital ficticio y el productivo. Las burbujas en algún momento, más antes que después, deben reventar produciendo una recesión de doble caída.
La intervención estatal (mediante la puesta a disposición de cantidades abundantes de efectivo deliberadamente) estimula la especulación para salvar al capital financiero -dominante en nuestra época imperialista de decadencia capitalista- del colapso. Pero de esta manera, la misma deuda pública crece exponencialmente, sin tener una base sustentable en la esfera de producción de valor. Los bonos soberanos para financiar deudas y déficits públicos han ocupado el espacio que hasta recientemente tenía el mercado de hipotecas sub-prime que, con su colapso inescapable, disparó esta crisis. Comentando el caso de Grecia, directivos de grandes bancos occidentales prevén que "después de dos años de preocuparnos por los riesgos de las hipotecas y las corporaciones, el riesgo soberano va a ser el gran debate para el 2010 -tanto para los bancos, como para la comunidad inversora más extendida" (Financial Times, 21/12/09).
Tanto los países metropolitanos como periféricos son afectados por la quiebra de la globalización financiera. El centro del sistema mundial y, por ende, de la crisis está en Estados Unidos, el país más poderoso y sobre-endeudado del mundo, que trata de exportar su quiebra globalmente. Europa, Japón, Rusia y China son sacudidas por el huracán internacional y todos los antagonismos se acentúan.
La Unión Europea es particularmente golpeada. La bancarrota capitalista de Grecia no es un caso aislado, sino que está a la cabeza de una larga serie de países de la UE con déficits enormes y deudas aplastantes: Irlanda, España, Portugal, Italia y otros. Los defaults soberanos amenazan a los bancos que son prestamistas sobre-expuestos, así como también la sustentabilidad de la Unión Monetaria Europea y todo el proyecto imperialista de integración capitalista europea. Crecen las fuerzas centrífugas que sacuden todo el edificio de la UE.
Los intentos de los capitalistas y sus gobiernos de forzar a los trabajadores a pagar por la crisis producen resistencias sociales y una intensificación de la lucha de clases. Se han impuesto medidas draconianas sobre Irlanda y un programa aún peor, en línea con el aplicado en Letonia, es presentado por las instituciones de la UE como ultimátum a Grecia. La "alternativa" de girar al FMI en busca de su "ayuda" es igualmente destructiva para las masas populares. La revuelta de diciembre de 2008 en Grecia y la brutalidad policial, un año después, contra los manifestantes que conmemoraban ese evento -incluyendo el ataque asesino de la Fuerza Especial Delta contra los trotskistas del EEK-, las detenciones masivas y los procesos judiciales manifiestan el creciente malestar social, especialmente entre la juventud rebelada, abrumadoramente desocupada o superexplotada en trabajos flexibilizados. Estas batallas son las primeras manifestaciones de un proceso político revolucionario, que puede y debe expandirse a una escala continental europea e internacional. Grecia es el espejo del desarrollo histórico mundial.
A pesar de las ilusiones esparcidas por los economistas dominantes y los medios masivos, China no es la solución a la crisis mundial, sino una parte crucial del problema.
El tremendo crecimiento de la economía china y la aceleración de la restauración capitalista fueron alimentadas por la expansión de dinero barato de los Estados Unidos, un boom en el consumo norteamericano y en exportaciones chinas basadas en una sobreproducción de capital ficticio sin precedentes.
La inyección a la economía, por parte de las autoridades del Estado chino, de un inmenso paquete de estímulo de 4 billones de yuanes el último año no se superpuso a la crisis de capacidad ociosa (por ejemplo, la capacidad ociosa en la siderurgia ya era, en 2005, de 120 millones de toneladas, más que la producción anual de Japón, el segundo productor mundial). Llevó a la formación de nuevas burbujas en la Bolsa y de especulación inmobiliaria. Las razones son estructurales. La gigantesca desproporción entre una economía dirigida a la exportación y un mercado interno inadecuado y subdesarrollado en una formación social económica todavía híbrida, ahora enfrentada a una caída internacional a la depresión, destruye cualquier intento del ala dirigente de la burocracia restauracionista del Partido-Estado chino a establecer un momentáneo equilibrio social entre clases, así como entre el campo y los centros industriales. Las tensiones y luchas sociales crecen exponiendo la falacia de una supuesta "sociedad armoniosa con un socialismo de mercado de características chinas".
Al mismo tiempo crecen las presiones del capital internacional en China, buscando una salida a su bancarrota. Las exigencias de una revaluación del renminbi de China (yuan) tienen el objetivo final de abrir los mercados financieros chinos, la expansión de un mercado interno dominado por el capital extranjero y, finalmente, la transformación de este vasto país en una semicolonia del capital norteamericano, europeo y japonés. Obviamente, tal objetivo nunca podría lograrse sin un proceso violento y prolongado de intervenciones imperialistas, presiones económicas y guerras -y sin producir una feroz resistencia y conmociones revolucionarias dentro de la propia China.
Rusia también está sometida a tremendas presiones por la actual crisis mundial, que llevó a su primera recesión seria en la década, una devaluación del rublo del 30%, la quiebra de una cantidad de empresas, la caída de oligarcas rescatados por el Kremlin y una importante caída de las reservas estatales. Después de la era Yeltsin, con la "terapia de electro-shock" del FMI, el saqueo en masa de la propiedad pública en los 90 y la centralización de la riqueza en manos de los oligarcas que llevó al default en 1998, el actual huracán internacional dio un golpe letal a la era Putin de estabilización y renovado control estatal. La elite dominante está dividida y una fracción considerable que responde al presidente Medvedev gira nuevamente a otro ciclo de privatizaciones y apertura al capital extranjero.
Los imperialismos norteamericano y europeo en sus crisis son llevados a relanzar un esfuerzo de re-colonización del amplio espacio de Europa Oriental a Rusia y China, buscando una salida a la crisis sistémica. La humanidad ha entrado en un periodo de convulsiones violentas, con un resultado incierto que se decidirá por la lucha viva entre fuerzas vitales en una escala mundial.
La crisis capitalista mundial, reconocida universalmente como la peor de la historia, no ha terminado; estamos frente al meollo de su desarrollo. Al final de 2009, el espectro de los defaults soberanos desde Dubai y Grecia hasta Irlanda sacudió al conjunto de la Eurozona y la Unión Europea y reveló el impacto catastrófico de las montañas de deudas de los Estados capitalistas en todo el planeta, empezando por los propios Estados Unidos, desmintiendo las tempranas afirmaciones de recuperación.
La inyección de una masa de liquidez sin precedentes de parte de los gobiernos y bancos centrales -en particular después del pánico causado en 2008-2009 por la debacle de Lehman Brothers- con la intención de salvar al sistema financiero internacional en colapso fue una maniobra de contención; han dilatado la precipitación de la caída temporalmente, sin resolver las contradicciones sistémicas que explotaron en la crisis. Estas contradicciones fueron más bien exacerbadas y se produjeron nuevos problemas.
Más allá de la retórica, no hay recuperación de puestos de trabajo sino crecimiento de la desocupación; no hay recuperación sino constreñimiento del crédito inmobiliario y para pequeñas empresas; no hay recuperación del gasto en consumo sino sub-consumo; no se des-palanquean los bancos sobre-expuestos y sub-capitalizados. El océano de derivativos no ha retrocedido más que apenas. Su función, de todas maneras, es vital para el capitalismo contemporáneo y no puede ser abolida sin precipitar el colapso del sistema entero. Nuevas burbujas enormes de capital financiero se han formado cuando la liquidez disponible fue dirigida masivamente, una vez más, a actividades especulativas. Particularmente, el "carry trade" (inversiones financieras en países con altas tasas de interés que son financiadas por préstamos en otros países a baja tasas de interés) basado en el debilitamiento del dólar alimentó la especulación, mientras desvirtuó los efectos del paquete de estímulos y redirigió el flujo de dinero hacia fuera de los Estados Unidos. Los mercados financieros despegan, aunque en la esfera de la producción dominan la capacidad ociosa y una crisis de sobre-acumulación de capital, abriendo más aún las tijeras entre el capital ficticio y el productivo. Las burbujas en algún momento, más antes que después, deben reventar produciendo una recesión de doble caída.
La intervención estatal (mediante la puesta a disposición de cantidades abundantes de efectivo deliberadamente) estimula la especulación para salvar al capital financiero -dominante en nuestra época imperialista de decadencia capitalista- del colapso. Pero de esta manera, la misma deuda pública crece exponencialmente, sin tener una base sustentable en la esfera de producción de valor. Los bonos soberanos para financiar deudas y déficits públicos han ocupado el espacio que hasta recientemente tenía el mercado de hipotecas sub-prime que, con su colapso inescapable, disparó esta crisis. Comentando el caso de Grecia, directivos de grandes bancos occidentales prevén que "después de dos años de preocuparnos por los riesgos de las hipotecas y las corporaciones, el riesgo soberano va a ser el gran debate para el 2010 -tanto para los bancos, como para la comunidad inversora más extendida" (Financial Times, 21/12/09).
Tanto los países metropolitanos como periféricos son afectados por la quiebra de la globalización financiera. El centro del sistema mundial y, por ende, de la crisis está en Estados Unidos, el país más poderoso y sobre-endeudado del mundo, que trata de exportar su quiebra globalmente. Europa, Japón, Rusia y China son sacudidas por el huracán internacional y todos los antagonismos se acentúan.
La Unión Europea es particularmente golpeada. La bancarrota capitalista de Grecia no es un caso aislado, sino que está a la cabeza de una larga serie de países de la UE con déficits enormes y deudas aplastantes: Irlanda, España, Portugal, Italia y otros. Los defaults soberanos amenazan a los bancos que son prestamistas sobre-expuestos, así como también la sustentabilidad de la Unión Monetaria Europea y todo el proyecto imperialista de integración capitalista europea. Crecen las fuerzas centrífugas que sacuden todo el edificio de la UE.
Los intentos de los capitalistas y sus gobiernos de forzar a los trabajadores a pagar por la crisis producen resistencias sociales y una intensificación de la lucha de clases. Se han impuesto medidas draconianas sobre Irlanda y un programa aún peor, en línea con el aplicado en Letonia, es presentado por las instituciones de la UE como ultimátum a Grecia. La "alternativa" de girar al FMI en busca de su "ayuda" es igualmente destructiva para las masas populares. La revuelta de diciembre de 2008 en Grecia y la brutalidad policial, un año después, contra los manifestantes que conmemoraban ese evento -incluyendo el ataque asesino de la Fuerza Especial Delta contra los trotskistas del EEK-, las detenciones masivas y los procesos judiciales manifiestan el creciente malestar social, especialmente entre la juventud rebelada, abrumadoramente desocupada o superexplotada en trabajos flexibilizados. Estas batallas son las primeras manifestaciones de un proceso político revolucionario, que puede y debe expandirse a una escala continental europea e internacional. Grecia es el espejo del desarrollo histórico mundial.
A pesar de las ilusiones esparcidas por los economistas dominantes y los medios masivos, China no es la solución a la crisis mundial, sino una parte crucial del problema.
El tremendo crecimiento de la economía china y la aceleración de la restauración capitalista fueron alimentadas por la expansión de dinero barato de los Estados Unidos, un boom en el consumo norteamericano y en exportaciones chinas basadas en una sobreproducción de capital ficticio sin precedentes.
La inyección a la economía, por parte de las autoridades del Estado chino, de un inmenso paquete de estímulo de 4 billones de yuanes el último año no se superpuso a la crisis de capacidad ociosa (por ejemplo, la capacidad ociosa en la siderurgia ya era, en 2005, de 120 millones de toneladas, más que la producción anual de Japón, el segundo productor mundial). Llevó a la formación de nuevas burbujas en la Bolsa y de especulación inmobiliaria. Las razones son estructurales. La gigantesca desproporción entre una economía dirigida a la exportación y un mercado interno inadecuado y subdesarrollado en una formación social económica todavía híbrida, ahora enfrentada a una caída internacional a la depresión, destruye cualquier intento del ala dirigente de la burocracia restauracionista del Partido-Estado chino a establecer un momentáneo equilibrio social entre clases, así como entre el campo y los centros industriales. Las tensiones y luchas sociales crecen exponiendo la falacia de una supuesta "sociedad armoniosa con un socialismo de mercado de características chinas".
Al mismo tiempo crecen las presiones del capital internacional en China, buscando una salida a su bancarrota. Las exigencias de una revaluación del renminbi de China (yuan) tienen el objetivo final de abrir los mercados financieros chinos, la expansión de un mercado interno dominado por el capital extranjero y, finalmente, la transformación de este vasto país en una semicolonia del capital norteamericano, europeo y japonés. Obviamente, tal objetivo nunca podría lograrse sin un proceso violento y prolongado de intervenciones imperialistas, presiones económicas y guerras -y sin producir una feroz resistencia y conmociones revolucionarias dentro de la propia China.
Rusia también está sometida a tremendas presiones por la actual crisis mundial, que llevó a su primera recesión seria en la década, una devaluación del rublo del 30%, la quiebra de una cantidad de empresas, la caída de oligarcas rescatados por el Kremlin y una importante caída de las reservas estatales. Después de la era Yeltsin, con la "terapia de electro-shock" del FMI, el saqueo en masa de la propiedad pública en los 90 y la centralización de la riqueza en manos de los oligarcas que llevó al default en 1998, el actual huracán internacional dio un golpe letal a la era Putin de estabilización y renovado control estatal. La elite dominante está dividida y una fracción considerable que responde al presidente Medvedev gira nuevamente a otro ciclo de privatizaciones y apertura al capital extranjero.
Los imperialismos norteamericano y europeo en sus crisis son llevados a relanzar un esfuerzo de re-colonización del amplio espacio de Europa Oriental a Rusia y China, buscando una salida a la crisis sistémica. La humanidad ha entrado en un periodo de convulsiones violentas, con un resultado incierto que se decidirá por la lucha viva entre fuerzas vitales en una escala mundial.
La guerra de Obama
Los Estados Unidos ocupan el centro no sólo de la crisis económica mundial sino también de la crisis política.
La escalada del esfuerzo bélico en Afganistán decidida por la administración Obama manifiesta tanto la continuidad como el fracaso externo de la llamada "guerra contra el terror", comenzada por la administración Bush, contra quien Obama fue votado en su momento. La "obamanía" y todas las ilusiones que rodearon al ganador del Premio Nobel de la Paz y señor de la guerra en Afganistán recibieron un golpe mortal. Es absolutamente necesario y urgente para la clase obrera norteamericana y mundial sacar un balance de esta bancarrota política.
Obama fue presentado como un opositor a las políticas de guerra en el extranjero de Bush, aunque sosteniendo a la favorita del lobby sionista, Hillary Clinton, y los tonos belicosos y la ideología imperialista del Partido Demócrata. Ahora, resucita la falacia imperial agustiniana de la "guerra justa" para justificar la continuidad de los crímenes contra la humanidad en Afganistán, Pakistán e Irak.
El nuevo Presidente fue promocionado como un nuevo Roosevelt que introduciría un nuevo New Deal keynesiano. En las condiciones de hoy, donde no sólo el neoliberalismo sino el keynesianismo que lo precedió han fracasado, esto es imposible: un nuevo Roosevelt no puede reencarnar en Obama en la Casa Blanca. El empobrecimiento en masa de los hogares norteamericanos después del desastre del mercado inmobiliario, el desempleo masivo y el fracaso seguro de la reforma de salud muestran que la administración Obama enfrenta desastres, no sólo en los frentes bélicos en Asia Central sino en el frente social en su hogar.
El imperialismo norteamericano, impulsado por el colapso de su equilibrio interno, no puede sino marchar a la guerra por el reestablecimiento sobre nuevas bases de su supremacía mundial y su "misión" imperial. Esto conlleva más guerras bárbaras y convulsiones, particularmente en Asia Central, Irán y el Medio Oriente.
Turquía juega un rol importante en los planes del imperialismo en esa región. Debemos combatir resueltamente este rol, así como la opresión del pueblo kurdo. El CRCI condena el veredicto dictatorial de la Corte Suprema y el "estado profundo" de Turquía para ilegalizar al DTP kurdo.
El esquema para una falsa solución imperialista al problema palestino ha colapsado. El gobierno más derechista en la historia de Israel continúa su salvaje opresión del pueblo palestino desposeído, el bloqueo de Gaza la instalación de nuevos asentamientos en Cisjordania. A pesar de la traición de la dirección Abbas-OLP, el pueblo palestino, aunque sin dirección, no cesó en su resistencia a la ocupación.
Se intensifican las amenazas de guerra de Israel y Estados Unidos sobre Irán, bajo el pretexto del programa nuclear iraní. Los sucesos en el país que conoció la mayor revolución popular de Medio Oriente, en 1979, han llegado a un punto crucial. El impasse y desintegración del régimen clerical, las movilizaciones después de la elección de junio de 2008, el rol de las fuerzas burguesas pro-imperialistas en la dirección de la oposición, así como las legítimas quejas de estudiantes y mujeres contra un régimen opresivo y oscurantista han cambiado dramáticamente el paisaje político de Irán. El CRCI debe seguir cuidadosamente y analizar cada paso de los sucesos para procesar y lograr una comprensión revolucionaria y una línea de intervención.
El pacifismo en el centro y el nacionalismo burgués y/o fundamentalismo religioso en la periferia son totalmente incapaces de enfrentar los peligros de la guerra y todos los desafíos de la actual situación mundial. Una movilización internacional de la clase obrera y las fuerzas populares anti-imperialistas es necesaria en la perspectiva de la revolución permanente contra la guerra permanente.
Tendencias dentro de la clase obrera y sus tareas políticas
Europa presenta en forma condensada todas las tendencias principales que se desarrollan en la clase obrera en lucha.
Huelgas de masas, movilizaciones masivas, ocupaciones de fábricas, toma de rehenes de patrones por trabajadores, revueltas de jóvenes y obreros en una cantidad de países en Europa (Francia, Italia, Grecia, Irlanda, pero también Rumania, Serbia, etc.) muestran la creciente bronca y combatividad del proletariado bajo la presión del desempleo masivo, la flexibilización laboral, las reducciones salariales, la destrucción de derechos jubilatorios, la represión estatal, etc.
El desarrollo de las luchas y la conciencia social es no lineal, distinto de país a país, contradictorio. Los partidos revolucionarios deben seguir cuidadosamente cada paso y estudiar sus tendencias internas y desarrollo mediante la intervención en las luchas con un programa de demandas transicionales, que conecte el momento presente con la lucha por el poder obrero, preparando así su victoria.
Hemos ingresado en una etapa de organización y preparación cuidadosa, metódica, sistemática, para las situaciones revolucionarias venideras.
Cualquier frente o formación partidaria "anti-capitalista" (la perspectiva sostenida por el NPA de Francia; el Bloque de Izquierda en Portugal, Syriza; y en una versión más izquierdista Antarsya en Grecia; el SWP británico y sus seguidores internacionalmente), que pretende combatir el capitalismo dentro del marco del sistema capitalista "para derrotar las políticas anti-obreras y anti-populares de sus gobiernos y de la UE" sin derrocarlos, es un fraude reaccionario.
Luchamos por el derrocamiento de todos los gobiernos capitalistas y de la imperialista UE que ha declarado una guerra de clase con sus draconianas medidas de austeridad contra todos los explotados y ha transformado al continente en la "Fortaleza Europa" contra los inmigrantes; por la derrota del empuje de los imperialistas europeos para re-colonizar Europa Oriental, los Balcanes y, más aún, la propia Rusia; para unificar sobre una base socialista a todos los pueblos europeos, desde el Atlántico al Pacífico, en unos Estados Unidos Socialistas de Europa.
Cambio climático
La Cumbre de Copenhague sobre cambio climático impulsado por la ONU fue un fiasco total e inescapable. Los líderes capitalistas del mundo demostraron que son totalmente reacios a dar el más pequeño paso a la reducción del peligro de una catástrofe ecológica, pero están preparados para desatar una represión policial bárbara contra aquellos que luchan contra este peligro mediante la acción directa en la calle, como los manifestantes que protestaban en la capital danesa.
El falso "acuerdo" final recauchutado entre Estados Unidos, China, India, Brasil y Sudáfrica es meramente una expresión vacía de objetivos vagos, sin compromiso, aparte del compromiso implícito de defender las ganancias empresariales. Pero incluso este pedazo de papel sin valor fue roto inmediatamente por Brasil y Sudáfrica, dos de los "co-firmantes".
El capitalismo mundial decadente en crisis, más codicioso de ganancias que nunca, amenaza con una catástrofe ecológica a la humanidad, a todos los seres vivientes, a la Naturaleza como "cuerpo inorgánico" de los seres humanos. No son las fuerzas productivas mismas -o sea el desarrollo de la capacidad material y mental de la humanidad para sobrepasar los límites naturales-sociales- que causan el cambio climático y los desastres ambientales, sino su mal uso, estrangulación y distorsión en manos de las relaciones sociales de producción capitalistas históricamente agotadas. El llamado "desarrollo verde" bajo el capitalismo es una forma demagógica, engañosa, de encontrar nuevas salidas para el capital excedente, sin realmente preocuparse por el medio ambiente y la supervivencia del planeta entero. Esta supervivencia y la civilización humana toda dependen ahora de una reorganización de la economía mundial sobre nuevas bases sociales de acuerdo con las necesidades de la vida y no de las ganancias de un puñado de magnates.
¡Exigimos la expropiación de toda industria contaminante sin compensación bajo control obrero!
Exigimos nuestro derecho a nuestro espacio vital, contra las monstruosidades metropolitanas.
¡Luchamos por reapropiarnos de nuestras vidas contra los vampiros del capital, por la expropiación de los expropiadores capitalistas y por el socialismo mundial!
La Cumbre de Copenhague sobre cambio climático impulsado por la ONU fue un fiasco total e inescapable. Los líderes capitalistas del mundo demostraron que son totalmente reacios a dar el más pequeño paso a la reducción del peligro de una catástrofe ecológica, pero están preparados para desatar una represión policial bárbara contra aquellos que luchan contra este peligro mediante la acción directa en la calle, como los manifestantes que protestaban en la capital danesa.
El falso "acuerdo" final recauchutado entre Estados Unidos, China, India, Brasil y Sudáfrica es meramente una expresión vacía de objetivos vagos, sin compromiso, aparte del compromiso implícito de defender las ganancias empresariales. Pero incluso este pedazo de papel sin valor fue roto inmediatamente por Brasil y Sudáfrica, dos de los "co-firmantes".
El capitalismo mundial decadente en crisis, más codicioso de ganancias que nunca, amenaza con una catástrofe ecológica a la humanidad, a todos los seres vivientes, a la Naturaleza como "cuerpo inorgánico" de los seres humanos. No son las fuerzas productivas mismas -o sea el desarrollo de la capacidad material y mental de la humanidad para sobrepasar los límites naturales-sociales- que causan el cambio climático y los desastres ambientales, sino su mal uso, estrangulación y distorsión en manos de las relaciones sociales de producción capitalistas históricamente agotadas. El llamado "desarrollo verde" bajo el capitalismo es una forma demagógica, engañosa, de encontrar nuevas salidas para el capital excedente, sin realmente preocuparse por el medio ambiente y la supervivencia del planeta entero. Esta supervivencia y la civilización humana toda dependen ahora de una reorganización de la economía mundial sobre nuevas bases sociales de acuerdo con las necesidades de la vida y no de las ganancias de un puñado de magnates.
¡Exigimos la expropiación de toda industria contaminante sin compensación bajo control obrero!
Exigimos nuestro derecho a nuestro espacio vital, contra las monstruosidades metropolitanas.
¡Luchamos por reapropiarnos de nuestras vidas contra los vampiros del capital, por la expropiación de los expropiadores capitalistas y por el socialismo mundial!
Contra la opresión a la mujer
A pesar de que se insista con lo contrario, la opresión de las mujeres se ha incrementado en las últimas dos décadas, tanto en los países metropolitanos como en los periféricos. La decadencia y la crisis del capitalismo están conectadas indisolublemente con la crisis del patriarcado, el sexismo, el tráfico y todas las formas de violencia inflingidas sobre las mujeres.
La medida de la liberación de todos los explotados es la emancipación de las mujeres. La emancipación humana universal, el comunismo, mediante la revolución socialista mundial no puede ser lograda sin la abolición de todas las formas de opresión de género.
¿Qué Internacional?
La bancarrota capitalista mundial y sus implicancias sociales y políticas plantean, como nunca antes, la necesidad urgente de una Internacional revolucionaria del proletariado y todos los oprimidos para derrocar al capitalismo y reorganizar la sociedad sobre bases socialistas a escala mundial.
Pero esta Internacional obrera revolucionaria no puede nacer por decreto presidencial ni por la convocatoria de un Bonaparte militar populista, mucho menos un Bonaparte de un Estado burgués. La convocatoria de Chávez a una Quinta Internacional está dirigida sin base programática a un auditorio heterogéneo que cubre un amplio espectro que representa fuerzas de clase variadas y opuestas, incluyendo partidos burgueses liberales. Ya que las políticas exteriores son la continuidad de políticas domésticas, la V Internacional Socialista de Chávez aparece como la extensión internacional del PSUV chavista, un partido destinado a regimentar, contener y controlar cada una de las expresiones políticas de la clase obrera.
Esta referencia a una "V" Internacional, reconociendo de esa manera la tradición de la Cuarta Internacional fundada por León Trotsky y sus compañeros, tiene como objetivo atraer y entrampar fuerzas revolucionarias que provengan de esa tradición.
François Sabado, uno de los principales dirigentes del ex-Secretariado Unificado de la CI, ya ha respondido positivamente al llamado, aunque colocando en debate algunos puntos relacionados con los puntos de vista liberales "de izquierda" que prevalecen en Europa, particularmente en Francia en la ex LCR ahora liquidada en el NPA. De hecho, acepta que la cabeza de un Estado burgués pueda lanzar la iniciativa de una organización internacional de la clase obrera. Se rechaza toda la teoría marxista del Estado, de las clases, de la lucha de clases y de la transición al comunismo mediante la dictadura del proletariado, de un Estado que se desvanece del tipo de la Comuna de París. El próximo congreso mundial de la corriente internacional a la que está asociada Sabado está inscripta en la perspectiva liquidacionista de terminar con los restos de la tradición de la Cuarta Internacional en esa corriente.
Un camino similar es seguido por otras tendencias con una referencia trotskista (como la "Tendencia Marxista Internacional" de Alan Woods y muchos otros).
La Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional destaca que, especialmente en las condiciones actuales, la conquista, preservación y desarrollo de la independencia política de la clase obrera, de su programa, de sus organizaciones, partidos políticos y sindicatos son condición sine qua non para su lucha contra el capital, por una salida obrera y socialista a la crisis, por el poder obrero y el socialismo mundial.
Atenas, 12/12/2009
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