Elecciones adelantadas: Quién es quién y qué buscan
Las previsiones sobre "el día después" de las elecciones se han convertido en el deporte preferido de politólogos y economistas. La mayoría vaticina poco menos que el Apocalipsis para el 1º de julio. Sin embargo, cualquiera se da cuenta de que la crisis no pretende regalar una tregua de noventa días. El adelantamiento de las elecciones es, precisamente, una maniobra para distraer la atención sobre el derrumbe económico en curso. La fuga de capitales, en marzo, fue de más de 1.000 millones de dólares. También se acentúa la escalada de suspensiones y despidos y el congelamiento de salarios, lo que, de paso, pone de manifiesto el monumental fracaso de los planes oficiales de reactivación del consumo. Un régimen en cesación de pagos tiene limitados recursos para rescatar a la economía capitalista del colapso. La recaudación de impuestos, en moneda constante, está cayendo, mientras el gobierno se financia postergando los pagos a los proveedores y contratistas, o recurriendo a los fondos depositados por entidades públicas - todo lo contrario de ‘una política de estímulo'. Para aventar un default de la deuda pública recurre a canjes de títulos a tasas de interés usurarias.
En resumen, la campaña electoral es rehén del colapso económico; para los trabajadores, la lucha contra las suspensiones y despidos será todavía más una prioridad absoluta. Ni siquiera se puede esperar un alivio de la publicitada reunión del G-20 en Londres, cuyo fracaso parece asegurado. El descomunal endeudamiento que desarrolla el gobierno de Obama dejará sin capacidad de financiamiento al resto de los Estados capitalistas o desembocará en una inflación que llevará a la crisis al sistema monetario internacional. Los K depositan una expectativa inusitada en la comercialización de la cosecha de soja, a partir de mediados de abril, pero los sojeros han advertido que seguirán reteniendo el grano y los monopolios exportadores ‘retacean' la venta de divisas -todos a la espera de una devaluación mucho mayor. A la luz de esto, las elecciones adelantadas deben servir para delinear la configuración de fuerzas con que la burguesía se propone enfrentar la crisis de aquí en más, incluyendo un recambio de gobierno.
El que gana gobierna, el que pierde acompaña
El acuerdo entre De Narváez, Solá y Macri se presenta como el principal bloque alternativo al kirchnerismo. Desde el punto de vista político, significa la tentativa de encaminar la crisis política a través de una interna del peronismo. Muchos intendentes del conurbano ya se han adelantado a este desarrollo mediante el copamiento de las listas de este llamado "peronismo disidente". O sea que ponen los huevos en las dos canastas y, en cualquiera de los casos, se aseguran la continuidad de su propia gestión. Es incuestionable que el aparato bonaerense del justicialismo está marcando la salida política a los figurones y no al revés -demostrando al mismo tiempo que tienen un instinto más agudo cuando se trata de la defensa del orden existente. La alianza Solá-De Narváez ha salido a la disputa del aparato pejotista que desde 2003 había sido colonizado por el kirchnerismo. Los gobernadores kirchneristas y los disidentes como Schiaretti y Reutemann definirán sus lealtades de acuerdo con el resultado de la interna peronista que se juega principalmente en Buenos Aires. En Santa Fe, Reutemann rechazó la extorsión de los kirchneristas que querían una lista compartida, armó una lista propia y salió a disputarles la representación electoral del peronismo. En definitiva, el régimen político vuelve a buscar la salida a la crisis a través del aparato peronista, con el agregado de la neo-derecha macrista. Los árbitros de la contienda nacional, se crea o no, van a ser los Othacehé, los Ishii o los ‘Cacho' Alvarez.
Los K se han anticipado en declarar que prefieren enfrentar a este tándem peronista disidente a tener que hacerlo contra Stolbizer y la UCR, porque de ese modo polarizarían la elección entre un centro-derecha y el progresismo - que ellos estarían representando (con la ayuda semántica de los profesionales agrupados en Carta Abierta). Esto, sin embargo, es la mitad de la verdad. La otra cara del asunto es que una victoria del dúo ‘disidente', o una suerte de empate, le daría al kirchnerismo la posibilidad de negociar, después de las elecciones, una especie de gobierno compartido con la ‘disidencia'. Esto es precisamente lo que vio enseguida Stolbizer cuando anunció que no se sumaría al acuerdo De Narváez-Solá. De Narváez, propietario de campos y socio de la Rural en el gran negociado del predio ferial de Palermo, se diferencia de la oposición sojera de la Carrió, Buzzi o De Angeli, y ya ha advertido que era necesario cuidar la recaudación fiscal, con la que se paga la deuda pública, a la hora de discutir una rebaja a las retenciones a la exportación de cereales. También, a diferencia de aquellos, dejó en claro que no se oponía al adelantamiento electoral. Detrás de la ‘polarización' que pretenden los K se esconde en realidad una transa para después del 28 de junio y una garantía al gobierno para llegar a esa fecha. La Carta Abierta ya mencionada se verá obligada, en un futuro muy próximo a grandes malabarismos de lenguaje para justificar toda esta trapisonda.
Colectoras
De cara a esta caracterización de conjunto, las listas de centroizquierda no son más que colectoras del enfrentamiento principal: tributan, simultáneamente, a todos los bloques capitalistas que se disputan el desenlace de la crisis. Martín Sabatella, cabeza de las candidaturas "progresistas" en Buenos Aires, es un kirchnerista declarado. Ha cerrado filas con Yasky y Ceballos. Le crítica a K que "se apoya en el aparato del PJ", o sea que Sabatella se ofrece como una rueda auxiliar para el caso de que fracase la política de una alianza de los K y la alternativa de una salida pactada con los ‘disidentes'. Al mismo tiempo -y con un oportunismo propio del conurbano-, intenta reclutar para su lista a De Gennaro, un aliado de Buzzi y de la sojera Federación Agraria. Lozano está dispuesto a apoyar a Sabatella en Provincia si éste, con reciprocidad, apoya a Proyecto Sur en la Capital. Pero Sabatella quiere un frente antimacrista con Ibarra y Heller. El centroizquierdismo está sumido en la más completa confusión política. El otro candidato del "espacio", Pino Solanas, firmó hace dos meses un acuerdo político con Luis Juez -un hombre de los sojeros y de Iveco-, lo cual anticipa que el centroizquierdismo mediterráneo volverá a inscribirse en las listas del juecismo. La conclusión es que el centroizquierda no aspira siquiera a funcionar como una alternativa independiente en el proceso electoral o en la crisis misma, sino que se reconoce como un apéndice de la interna peronista.
Los planteos del centroizquierda del tipo ‘redistribución de la riqueza' o ‘segmentación de las retenciones' son de la más baja demagogia, pues ni siquiera rozan los desafíos que plantea la bancarrota capitalista internacional. Para las grandes masas no existe la menor expectativa de salida sin un ataque decisivo a los monopolios capitalistas y a los bancos, como punto de partida para proceder a una reorganización social en su conjunto. La reciente declaración de Lozano en el sentido de que una devaluación brusca sería preferible a la que desarrolla el gobierno (Crítica, 29/3), muestra el tamaño de la impostura centroizquierdista
Una campaña electoral socialista
El escenario que precede a la campaña electoral demuestra que la crisis capitalista acentúa al grado más extremo la lucha política. Es que el fiel de todo el régimen social, que en períodos normales se mueve en torno de factores muy diversos, en la bancarrota depende por entero del desenlace político. La lucha política gana más que nunca, en la crisis, su condición de forma concentrada de la lucha de clases. Es necesario para ello, sin embargo, desarrollar en los trabajadores la comprensión de esta situación. En ausencia de una intervención política propia de los explotados, la crisis se manifiesta a través de los realineamientos políticos de la clase capitalista y de la pequeña burguesía para asumir desde el Estado la tarea del rescate del capital.
Esta caracterización nos lleva a las siguientes conclusiones.
Primero, la lucha electoral debe estar subordinada, mucho más que en el pasado, a la lucha de las masas para enfrentar a la crisis capitalista. La tribuna electoral debe desplazarse a los lugares de trabajo, y en todo lugar en que se levante debe servir para estimular la acción directa en defensa del derecho al trabajo y al salario. Es necesario denunciar el adelantamiento electoral como una operación de distracción y de apaciguamiento.
Segundo, es necesario denunciar la tendencia a dirimir la crisis por medio de la interna peronista, o sea por medio de un salida arbitrada por el aparato de los punteros peronistas. El griterío "progresista" de los K no debe silenciar la tendencia común al pacto de gobernabilidad con el bloque ‘disidente-macrista', que tiene como principal base operacional al aparato del peronismo bonaerense.
En tercer lugar, es necesario asignar un lugar especial a la tentativa de recrear un Frepaso residual, a través de las diferentes alianzas centroizquierdistas. Mostrar que son ruedas auxiliares de la interna peronista y que su programa es una burla política de cara a la magnitud histórica de la crisis capitalista.
En este marco, la reivindicación "que la crisis la paguen los capitalistas" -que une a nivel obrero y popular a diferentes sectores- debe dar lugar a una expresión organizada de lucha y a una expresión política propia. O sea, a una coalición anti-capitalista, cuya tarea fundamental es mostrar que está planteada una lucha de conjunto contra la dominación y la explotación capitalistas.
Marcelo Ramal
Publicado en Prensa Obrera nº 1077
No hay comentarios:
Publicar un comentario